viernes. 29.03.2024

Los millones perdidos

Antonia, Lucía, Pascuala y el resto de compañeras de la cooperativa Yoxaja acaban de devolver íntegramente y en menos de un año, un pequeño préstamo concedido a través de Kiva, una plataforma de crédito colectivo sin ánimo de lucro. Con los apenas 3.800 dólares obtenidos de prestamistas individuales de todo el mundo, además de mantener en funcionamiento sus cultivos de banana, han podido comprar fertilizantes y contratar mano de obra para poner en marcha la explotación de un cafetal en Sololá, Guatemala, a los pies del lago Atitlán. Pero hay decenas de organizaciones similares que ofrecen créditos a bajo interés, especialmente a mujeres, ya que estadísticamente son mejores pagadoras y esa apuesta aúna emprendimiento y empoderamiento femenino. En general, las tasas de devolución en estos peculiares bancos superan el 97 por ciento.

De vuelta a casa, y tras varios años de aumento, el índice de morosidad que soportan bancos y cajas ha descendido por debajo del diez por ciento. Hordas de particulares (cuyas deudas, en abrumadora proporción, no suelen superar los 10.000 euros) han ido saldando sus préstamos acuciados por amenazas de desahucio, embargo y otras medidas legales, sí, pero también por ese íntimo convencimiento moral entre las clases trabajadoras de que hay que devolver lo prestado aunque el cinturón apriete.

Uno de los problemas actuales de las entidades financieras es, paradójicamente, cómo colocar nuevos créditos mediante préstamos personales. De ahí que tanto autónomo emprendedor, convencido de la demanda popular de más panaderías de masa madre, se encuentre en el móvil insistentes mensajes de su sucursal o reciba por correo invitaciones para disfrutar de créditos al consumo cuyas tasas de interés harían sonrojar a Shylock en particular y al gremio de mercaderes venecianos en general.

Mientras éstas cosas ocurren en el mundo que habitamos los mortales, en otras esferas se dan por pedidos 26.000 millones de euros de los más de 51.000 aportados por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Eso no quiere decir que el resto se reembolse. De hecho sólo 2.686 millones están de nuevo en las arcas comunes. Esa calderilla, al parecer perdida para siempre en las rendijas de los sofás que adornan las salas de juntas, es complicada de representar. Podemos someterla a la medida estándar que usamos cuando algo nos desborda, es decir, campos de fútbol. Claro que tendríamos que acudir, más que a las hectáreas, al coste de construcción de todo un estadio y 50.000 millones nos darían para 250 peinetas o 300 sanmameses. Es mucho más de lo recortado en tiempos de crisis en sanidad y educación juntas y casi equivalente al total de lo retirado por el Gobierno de la hucha de las pensiones. Pero dejemos aquí la comparación, que luego nos tildan de demagogos, y que cada uno saque su moraleja.

Los millones perdidos