jueves. 28.03.2024

Se busca proyecto europeo

Las grietas en el edificio europeo, lejos de repararse con el anuncio de mayores poderes para el parlamento...

Las grietas en el edificio europeo, lejos de repararse con el anuncio de mayores poderes para el parlamento, se han hecho más profundas tras la sacudida electoral del 25M. Los ciudadanos del continente han castigado de forma rotunda el austericidio económico y la falta de un verdadero debate político en Europa, cuyas instituciones han estado mucho más atentas a las peticiones de los mercados que al vertiginoso aumento de las desigualdades.

El castigo tiene su primera evidencia en la abstención. El 43,5 por ciento de los lectores se quedó en casa, pese a que Luxemburgo o Bélgica suben algo la media al ser allí el voto obligatorio. Resulta significativo el desinterés por Europa en los países del Este, algunos recién incorporados a la Unión. Polonia, Lituania, Hungría, Croacia o Eslovaquia han marcado mínimos históricos de participación con casos, como el de la República Checa, donde la abstención alcanza el 80,5 por ciento. Es imprescindible que las instituciones tomen nota de esas cifras en lugar de considerarlas aceptables, porque su base se tambalea si no se asienta sobre la legitimidad democrática.

Estupor y temblores

Y la abstención no es la más grave de las noticias. La frustración, la desconfianza y la rabia se han canalizado a través de formaciones que exigen un giro político hacia mayor democracia y participación, pero también han aparecido negras alternativas populistas que resucitan los peores fantasmas de nuestra historia reciente.

La amenaza de irrupción de formaciones de extrema derecha en Dinamarca, Alemania, Austria o Grecia se ha querido despachar como un sarampión sin importancia. Pero, como en la obra de Amélie Nothomb, esa sensación se ha convertido en estupor al ver al Frente Nacional convertido en la primera fuerza electoral en Francia. Más que temblores, ha desatado un autentico terremoto político, provocando la intervención inmediata del primer ministro Valls para solicitar una respuesta firme del frente republicano. Un paisaje similar deja la jornada en Gran Bretaña, con el eurófobo UKIP como partido más votado en las islas, mientras Alemania despierta con un neonazi con acta de diputado.

Bipartidismo en crisis

Otra grieta se abre en el bipartidismo. Conservadores y socialdemócratas suman aún el 53 por ciento del voto, pero se antoja un error la tentación de mantenerse en el búnker a toda costa. La política actual, basada en una coalición de hecho (ambos grupos han votado unidos en el parlamento en más del 70 por ciento de las ocasiones), ha derivado en la ausencia del debate ideológico entre ambos que reclaman los ciudadanos. La erosión de ese modelo que supuestamente aseguraba la estabilidad es evidente, ya que ambos se dejan un importante número de escaños en estos comicios.

Por último, frente a quienes ofrecen la misma receta o quienes apelan al miedo y la xenofobia, la elecciones muestran el crecimiento de una alternativa progresista, encabezada por los países del sur (Grecia, Italia y España) que no se resigna ni a asumir los dictados de la troika ni a encerrarse en el egoísmo de los Estados-Nación. Su desafío será articular esa respuesta y señalar nuevos caminos posibles para una Europa en horas bajas.

Se busca proyecto europeo