jueves. 28.03.2024

¡No me toques la amígdala!

¿Qué razón tienen algunos para meter en el mismo saco a posturas políticas tan distanciadas como el PP y Podemos, haciendo recaer la culpa de que se tengan que realizar nuevas elecciones?

En nuestro cerebro de mamífero hay una glándula en forma de almendra que llamamos amígdala, es responsable de alertar al cuerpo en situaciones en las que peligra la supervivencia. Es la parte del cerebro más importante en lo referente a la sensación de miedo. Incita al cuerpo a responder incluso antes de que seamos conscientes del peligro. Es lo que se suele llamar una respuesta precognitiva. Pues bien, esta glándula es la que continuamente nos están tocando muchos políticos en estos últimos meses con objeto de que huyamos de todo aquello que por no conocido se le atribuyen los más negros presagios.

Lo que está pasando en nuestro país es para preocuparnos seriamente. Nos estamos jugando la democracia, nos estamos jugando la vida de muchos de nuestros conciudadanos, nos estamos jugando la posibilidad de un futuro mejor. Sin embargo, son todavía muchos los que juegan a otra cosa utilizando sus dotes histriónicas. Juegan a mantener sus intereses, juegan a engañar, juegan a dividir, juegan a destruir las esperanzas de muchos, aunque ya apenas las tienen y se conforman con ir malviviendo.

¿Qué razón tienen algunos para meter en el mismo saco a posturas políticas tan distanciadas como el Partido Popular y Podemos, haciendo recaer la culpa de que se tengan que realizar nuevas elecciones?, espero que democráticas. Seguro que hay razones para ello, pero no las que pretender hacernos creer. Se reprocha que Podemos no ha tenido intención de pactar, cuando fue el primero en proponer un pacto y se le contesta con un pacto contra-natura que no dejaba ningún resquicio a la negociación. Pacto entre un partido que se llama socialista y encastillado en políticas neoliberales: esto sí que ha muchos españoles nos resulta inexplicable y ruin. Se reprocha que se quiera pertenecer al Gobierno compartido y, no obstante, se llega a ofrecer un Gobierno con tecnócratas a cambio de apoyo en la votación para salir como Presidente, denotando que ha mantenido una lucha para aferrarse a la presidencia pero sin Podemos, no vaya a ser que se enfaden aquellos a los que debe reportar. Eso sí haciendo ver a la ciudadanía que los que querían sillones eran otros, sabiendo que no es así.

¿Qué razón tienen algunos para seguir diciendo que apoyan el cambio?, cuando son partidarios de mantener el artículo 135 de la Constitución, cuando están en contra de las medidas anti-desahucios propuestas por los que si quieren un verdadero cambio, cuando se quiere mantener la actual normativa laboral que lo único que nos ha traído es la precarización y la debilidad del trabajador. ¡Viva el cambio lampedusiano, para que todo siga igual! Pero ya sabemos porque lo dijo Antonio Gramsci que cuando el viejo mundo se muere y el nuevo tarda en aparecer, en ese claroscuro aparecen los monstruos.

¿Qué razón tienen algunos para traer sistemáticamente e incansablemente imágenes de otros países, atemorizando a electores bienintencionados para no perder votos? ¿Qué razón tienen para que, en un debate sobre la situación económica y social de nuestro país, se traiga a colación los vínculos con ETA? ¡Sí ya sé nos tocan la amígdala para que no sepamos discernir! ¡No vaya a ser que empecemos a pensar! Porque es el único argumento que pueden argumentar en una situación política en la que la corrupción campa dentro y fuera de su partido, e incluso, su partido es considerado como el acreedor de la mayor corrupción que ha habido en las democracias europeas. Pero tratan de hacernos ver que los enemigos del país son los que traen dinero de Venezuela a España y los patriotas, los que se lo llevan a Suiza. Y, lo malo, como decía Mark Twain, es que es más fácil engañar a la gente que convencerles de que han sido engañados.

Hay quién dice que “por suerte para España no ha gobernado Podemos”, y quién lo dice mantiene la corrupción a pesar de que asegura que ha trabajado duro contra ella. Mantiene que es el gran defensor de los servicios públicos cuando ha sido partidario de los recortes y del incremento de la desigualdad entre los ciudadanos. Mantiene que ha creado empleo cuando lo ha precarizado y lo ha descuartizado dividiendo un empleo en varios y dejándolos inservibles para que los trabajadores puedan vivir con dignidad. ¡Ya estamos saliendo de la crisis dicen y nos venden estabilidad! Pero estabilidad en la penuria, en la desigualdad, en la falta de libertades. ¡No esa estabilidad no la queremos!

La negociación no es tanto una actividad competitiva como cooperativa. Se ha olvidado que la mejor negociación es la de ganar/ganar y que jugar a ganar/perder hace que los que más tienen que perder son siempre los mismos, aquellos que son más débiles y soportan menos que los que tienen que gobernar para todos sólo gobiernen para unos pocos. Pero hay quién quiso sólo ganar y que los que perdían en el pacto, además, les aplaudiesen. Hay también, quién espera sin hacer nada a que sus enemigos quedaran al descubierto para sacar ventaja de sus silencios, aunque continuamente mediante sí mismos y sus voceros se han encargado de enturbiar la realidad y apelar a la amígdala.

¡No nos toquéis la amígdala! ¡No nos tratéis como borregos! ¡Tratadnos como ciudadanos! ¡Dejar de mentir! ¡Dejar de dividir! ¡Dejar de ser egoístas! Pensar en los demás es realizar dignamente vuestro trabajo, ya que eso es para lo que os presentáis a las elecciones y os presentaréis de nuevo y es vuestra responsabilidad que debéis a los ciudadanos.

¡No me toques la amígdala!