viernes. 29.03.2024

Juventud y jubilación

lucha

Cualquiera que piense en el futuro de los jóvenes desempleados de nuestro país y de aquellas otras naciones en las que el virus del neoliberalismo ha sido inyectado, podrá darse cuenta que el futuro lo tienen muy negro

Convivimos con la mentira y lo más duro es que aquellos que nos mienten son los que tienen la obligación de hacer lo posible por trabajar en beneficio de toda la ciudadanía. Ellos son, además, los que abandonan toda la lógica y nos dicen que los jóvenes bien formados en los que hemos invertido mucho dinero de todos, pueden quedar sin trabajo o irse a otro país que se aproveche de su formación y, sin embargo, los mayores, aquellos que han dado toda su vida para que nuestro país consiga unos niveles de producción y servicios importante, sigan trabajando hasta que caben su propia tumba. Esto debe ser lo que llaman “envejecimiento activo”, o sea, trabajar hasta que te mueras.

Hay que reconocer que el movimiento de los pensionistas de estos días puede ser de vital importancia para el logro de un cambio social. La desigualdad, la corrupción, la mentira y la hipocresía siguen subiendo de nivel y están consiguiendo un mundo en el que sólo caben unos pocos rodeados de su egoísmo. La clave del movimiento de pensionistas y las luchas por la igualdad de la mujer se fundamentan en la impugnación general del sistema social. Un sistema que trata a las personas como mercancía abundante de la que se extrae beneficios y sólo se respeta todo aquello que tiene que ver con los derechos de los que más tienen.

Cualquiera que piense en el futuro de los jóvenes desempleados de nuestro país y de aquellas otras naciones en las que el virus del neoliberalismo ha sido inyectado, podrá darse cuenta que el futuro lo tienen muy negro y se lo tendrán que currar muy mucho para ser ganadores en la competencia brutal del capitalismo, porque si no, la indigencia y las penurias se les pegarán como lapas. No nos debe extrañar que según la OMS cada año se suiciden unas 800.000 personas en el mundo lo que supone una muerte cada 40 segundos. Cantidad que supone más que el total de los muertos causados por la guerra y los homicidios juntos. No nos debe extrañar, tampoco, que el suicidio sea la segunda causa de muerte de los jóvenes. Estos suicidios tienen relación inevitablemente con las crisis, la desigualdad y la falta de recursos económicos.

En este país de muñequera y bandera, la recuperación económica está obligando a nuestros mayores a trabajar sin un mañana y sigue castigando especialmente a los jóvenes: dos millones y medio han perdido la posibilidad de estar empleados, ocupados y retribuidos económicamente por su trabajo en nuestro país. La cifra de ocupados entre 16 y 30 años ha caído en el período 2007 al 2017 de 4,9 a 2,5 millones según revela la media de trimestres de la EPA mientras que en las demás franjas de edad desciende el desempleo. A la dificultad de acceder a un puesto de trabajo para los jóvenes también se suma otros factores desmotivadores como que más de la mitad de los empleos se concentran en la hostelería y el comercio, un tercio de los contratos no son de jornada completa y más de medio millón está subempleado, o sea, que ocupa un puesto que exige menos preparación de la que se ha obtenido, muchas veces con mucho esfuerzo y privación económica [1].

Pero todo se va a arreglar porque España va bien, no cuenta que se incrementen los índices de pobreza, que la desigualdad suba aceleradamente, que los trabajos sean precarios y esclavizantes, que los ricos sean cada vez más ricos, que los pobres sean cada vez más pobres. España va bien y se arreglarán con el tiempo las pensiones, y el empleo cubrirá todas las necesidades, los viejos a trabajar y los jóvenes ya se verá, el tiempo nos dará la razón, porque lo tenemos todo controlado. Pero, esto no es verdad, los jóvenes lo tienen muy negro y algo hay que hacer para que esto cambie. El sistema de pensiones debe ser público y dentro de las prestaciones del Estado Social. Dejémonos de cuentos de que la bolsa de la seguridad social se acaba y de que no hay dinero para las pensiones. Las pensiones del futuro y las pensiones de hoy, no tienen que ver con el dinero virtual que se anote en ordenadores o en contabilidades públicas. Cuando los jóvenes de hoy quieran disfrutar de su pensión lo que es realmente importante es la cantidad de productos que la sociedad pueda producir y la cantidad de servicios que pueda realizar. Las personas no comen billetes ni apuntes contables, comen alimentos y reciben servicios. Lo que es transcendente es el cómo se reparten los productos y servicios que la sociedad genere en su día.

Si queremos, por tanto, que los jóvenes tengan algún futuro, es hoy el momento para tomar medidas, en caso contrario su futuro hoy obscuro será muy negro y a las personas mayores no las dejaremos tener su merecido descanso jubiloso.


[1] Ver Sergi Raventós; sinpermiso 16-3-2018.

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