viernes. 19.04.2024

Las élites abusivas y la prosperidad de las naciones

La propiedad privada como la competitividad a ultranza hay que ponerlas en cuarentena ya que sus efectos pueden ser perversos.

Una de las conclusiones más evidentes en el análisis económico es que en el mundo los países que fracasan están dirigidos por élites abusivas y corruptas que extraen del resto de la ciudadanía recursos para utilizarlos en una vida de lujo, poder y dispendio. Daron Acemoglu y James A. Robinson en su libro Por qué fracasan los países, dan ejemplos suficientes y abrumadores en defensa de esta aseveración. Así nos dicen por ejemplo que  “Egipto (y no sólo Egipto) es pobre precisamente porque ha sido gobernado por una reducida élite que ha organizado la sociedad en beneficio propio a costa de la mayor parte de la población [y...] Otros como Gran Bretaña y Estados Unidos, se hicieron ricos porque sus ciudadanos derrocaron a las élites que controlaban el poder y crearon una sociedad en la que los derechos políticos estaban mucho más repartidos y en la que la gran mayoría de la población podía aprovechar las oportunidades económicas (1)”.

En retrospectiva histórica examinan igualmente lo que ocurrió “A lo largo y ancho del mundo colonial español en América, [en el que] aparecieron instituciones y estructuras sociales parecidas. Tras una fase inicial de codicia y saqueo de oro y plata, los españoles crearon una red de instituciones destinadas a explotar a los pueblos indígenas. El conjunto formado por encomienda, mita, repartimiento y trajín tenía como objetivo obligar a los pueblos indígenas a tener un nivel de vida de subsistencia y extraer así toda la renta restante para los españoles. Esto se logró expropiando su tierra, obligándolos a trabajar, ofreciendo sueldos bajos por el trabajo, imponiendo impuestos elevados y cobrando precios altos por productos que ni siquiera se compraban voluntariamente. A pesar de que estas instituciones generaban mucha riqueza para la Corona española e hicieron muy ricos a los conquistadores y a sus descendientes, también convirtieron América Latina en uno de los continente más desiguales del mundo y socavaron gran parte de su potencial económico (2)”.

Dentro de los modelos económicos actuales que estudian la competitividad entre las naciones es famoso y muy estimado el confeccionado por El World Economic Forum. El modelo se basa  en los 12 pilares de la competitividad, doce factores que determinan el nivel competitivo de los países y se encaminan por la misma senda sugerida por los autores mencionados anteriormente. La consecución de los mismos tiene en cuenta que las distintas economías se encuentran en etapas diferentes de desarrollo y a medida que los países avanzan y mejoran, los salarios tienden a aumentar y, con el fin de mantener este mayor ingreso, la productividad laboral debe, no sólo mantenerse, sino mejorar.

Por ello dentro del modelo se establecen en una serie de etapas progresivas. En la primera etapa de desarrollo, la economía de un país es impulsada a base de una serie de factores como la mano de obra no cualificada y sobre todo los recursos naturales. En esta etapa las economías son impulsadas por factores: instituciones, salud y educación primaria, entorno macroeconómico e infraestructura. En la siguiente etapa el impulso viene  de la eficiencia, se deben desarrollar los procesos de producción de forma más eficiente y con productos de mayor calidad debido al aumento de los salarios y al mantenimiento de los precios. En este punto, la competitividad está cada vez más influenciada por lo que se llama potenciadores de la eficiencia: la educación superior y la formación, eficiencias en el mercado de productos, eficiencia del mercado de trabajo, desarrollo del mercado financiero, preparación tecnológica, tamaño del mercado. La tercera y última etapa está impulsada por la innovación, los salarios han subido ya tanto que son capaces de mantenerse altos así como de permitir un nivel de vida alto siempre que sus empresas sean capaces de competir con productos nuevos y únicos. En esta etapa, las empresas deben competir por medio de la producción de bienes nuevos y diferentes con procesos de producción más sofisticados y por medio de la innovación. Los factores a tener en cuenta son: sofisticación empresarial e  innovación.

Acemoglu y Robinson afirmaban, por tanto, que la prosperidad de un país básicamente está relacionada con la política económica que sigan. Estas políticas pueden ser extractivas o inclusivas.  “Para ser inclusivas, las instituciones económicas deben ofrecer seguridad de la propiedad privada, un sistema jurídico imparcial y servicios públicos que proporcionen igualdad de condiciones en los que las personas puedan realizar intercambios y firmar contratos; además de permitir la entrada de nuevas empresas y dejar que cada persona elija la profesión a la que se quiere dedicar [...] Las instituciones económicas inclusivas fomentan la actividad económica, el aumento de la productividad y la prosperidad económica (3)”.

Estimo que tanto la propiedad privada como la competitividad a ultranza hay que ponerlas en cuarentena y estimarlas en su justa medida ya que sus efectos pueden ser perversos. Debemos preguntarnos si ¿la institución de la propiedad privada como valor prioritario ayuda en todos los casos a formar sociedades inclusivas? Si ¿la competitividad no supone vencedores y perdedores a veces injustamente? Tanto la propiedad privada como la competitividad, creo que no pueden ser valores absolutos. Hay valores que la sociedad tiene que poner por encima, siendo el supremo el de la vida de los ciudadanos. Por ello “Las instituciones económicas inclusivas implican la existencia de derechos de propiedad seguros y oportunidades económicas no solamente para la élite, sino también para la mayor parte de la sociedad (4)”. En caso contrario no podrá mantenerse la estabilidad social por mucho tiempo.

Siendo evidente que “Las instituciones políticas extractivas concentran el poder en manos de una élite reducida y fijan pocos límites al ejercicio de su poder. [Y que] Las instituciones económicas a menudo están estructuradas por esta élite para extraer recursos del resto de la sociedad (5)”, no parece oportuno seguir por derroteros que han causado graves daños a distintas poblaciones de distintos continentes, especialmente en África, América y Asia. Hay que tener en cuenta que actualmente las élites extractivas se han globalizado.

La democracia, la igualdad de oportunidades y el empoderamiento de todos los ciudadanos tienen una importancia esencial en la prosperidad de los países y en cualquier sistema económico. Sin embargo, las sociedades extractivas que tienen instituciones con ausencia de imparcialidad los hacen fracasar. Debemos preguntarnos, en consecuencia, ¿qué es lo que hacemos en Europa y especialmente en España y sus comunidades? Ya que la desigualdad sigue incrementándose, la corrupción es el pan nuestro de cada día y el poder de las élites sigue cada vez más blindado. O ¿Es que queremos implantar el sistema de los conquistadores en nuestra España de hoy en día?


(1) Acemoglu y Robinson (2014:18). Por qué fracasan los países. Editorial Deusto 7ª Edición.

(2) Ibídem (2014:33).

(3) Ibídem (2014:96).

(4) Ibídem (2014:97).

(5) Ibídem (2014:103).

Las élites abusivas y la prosperidad de las naciones