jueves. 25.04.2024

Creando nuestra realidad

Por lo general nos merecemos lo que tenemos. Creamos el mundo a nuestra imagen y semejanza y no deberíamos sorprendernos, ni quejarnos de los resultados.

Por lo general nos merecemos lo que tenemos. Creamos el mundo a nuestra imagen y semejanza y no deberíamos sorprendernos, ni quejarnos de los resultados. Hemos organizado la sociedad alrededor del capitalismo, no siempre ha sido así, claro, de hecho es un invento que se puede considerar reciente. Pero el capitalismo ha conseguido iniciativa propia y se ha convertido en una fuerza arrolladora mediante la cual, a través del progreso, y el éxito nos ha puesto a competir unos contra otros (1). Nos ha llevado sin darnos cuenta a trasmutar nuestros valores poniendo en lo más alto al egoísmo y la lucha individual. ¡Sálvese quien pueda y que sobreviva el más fuerte!

Esta rivalidad en la que nos obligamos a estar, y en la que competimos por subir más arriba que los demás, tiene algunas ventajas (especialmente para unos pocos), como la continua búsqueda de innovaciones que nos permitan una mayor productividad y un margen de beneficio más amplio. Estas virtudes han hecho que para una mayor cantidad de personas el mundo sea menos penoso y habitable. Pero, tiene muchos inconvenientes, entre ellos y principalmente, aunque parezca un contrasentido, el olvido de las personas y de la naturaleza (ambas son ya un medio y mercancía barata para la búsqueda de ventajas en este mundo competitivo).

Se ha demostrado científicamente que la organización del cerebro de los seres humanos no está determinada genéticamente, cosa diferente a lo que ocurre con los chimpancés, y de ahí su flexibilidad para recibir las influencias del entorno social. Este entorno, sin embargo, recibe las mayores influencias de aquellos que ostentan el poder y, en el capitalismo, este poder tiene mucho que ver con la posesión de riquezas y la situación económica. Siguiendo a  Manuel Castells  hemos de convenir además “que las relaciones de poder se construyen en la mente a través de los procesos de comunicación, […], estas conexiones ocultas muy bien pudieran ser el código fuente de la condición humana (2)”. La comunicación por tanto es básica para generar códigos de conducta en la especie humana, y, por tanto,  “el poder, depende del control de la comunicación, al igual que el contrapoder depende de romper dicho control (3)”.

Y es que si la fuerza de la comunicación no fuera tal como se ha expresado, no podríamos comprender como aguantamos que las siguientes noticias puedan coexistir: junto con la noticia de que los 30 ejecutivos mejor pagados de la Bolsa española se repartieron 252 millones de euros en 2015, podemos leer que los  mismos que se embolsan grandes fortunas criminalizan a los que cobran subsidios del Estado que no les llegan siquiera para vivir. Sobre todo la diferencia chirría más, si tenemos en cuenta que los más subsidiados, en los países que mantienen el capitalismo neoliberal y trapacero, son los bancos y las grandes empresas.

Vivimos en un mundo que desprecia las pruebas y prefiere administrarse por la especulación (4). La especulación en la comunicación llega a niveles sólo transitados por el sistema financiero. Lo importante no es la verdad sino la realidad que podemos crear con la especulación comunicativa. El martilleo de las mentiras puede ser más efectivo que la verdad y por ello, en este mundo del capital rampante, la mentira es un medio para perseguir el éxito y el progreso personal, sin que importen las personas, sin que importe la naturaleza. Ya que el capital siempre busca y encuentra formas de expandirse y llevar a cabo sus objetivos pese a quien pese.

Es bochornoso el espectáculo que están montando en nuestro país algunos periodistas. En la defensa de sus intereses o de quien les paga, vale todo. El medio: la mentira, la invención de documentos, la destrucción de pruebas; no importa. Las consecuencias tampoco. Es una lucha a vida o muerte y cualquier arma que sea de utilidad es bienvenida. Al enemigo ni agua. Hasta la muerte. La codicia, la lucha egoísta y descarnada y la mentira se están cargando, no obstante, la posibilidad de una sociedad más justa y mejor.

Es bochornoso la actuación de los medios de comunicación que, manipulados por el poder económico, se ofrecen a estos juegos de guerra y hambre. Juegos que convierten lo irreal en real y lo graba en nuestro cerebro a fuego lento. La audiencia manda y la audiencia ha sido manipulada por la información tergiversada que busca un mundo que se va creando conforme interesa a los grandes poderes.

En un reciente artículo de Vicenç Navarro, se decía que “el hecho de que un rotativo en su editorial apoye un partido político no es, en sí, censurable. Ahora bien, sí que es censurable y denunciable que sus simpatías lo lleven a tergiversar la realidad (manipulando o incluso mintiendo) para favorecer a tales partidos y/o desfavorecer a los que consideran como sus adversarios”. Debemos darnos cuenta de la sociedad que hemos creado, sociedad en la que los fines están haciendo que los medios no importen, que los valores se signifiquen por su ausencia y que éste contexto vaya adaptando nuestro cerebro a la realidad manipulada y dirigida por los poderosos. Así se escribe la historia y ya sabemos que la historia la escriben los vencedores.

El dinero genera una realidad “desvirtuada”, una sociedad parcializada y dividida. “La codicia, aunque casi nunca se presenta como tal, es aplaudida como un medio para liberar el potencial del individuo y promover la prosperidad por el bien de todos (5)”. No existen códigos deontológicos, ni éticas que valgan. “Los pobres deben obedecer las reglas del capitalismo despiadado. Pero los bancos que han sumido al mundo en la calamidad económica, no. Para ellos hay una red de seguridad: el Estado de bienestar viene a rescatarlos (6)". Es difícil, por otra parte, en un sistema en el que los de arriba juegan a hacerse ricos sin ninguna responsabilidad, no entrar en el mismo juego que practica el resto de los poderes fácticos, siendo, tristemente, la corrupción su consecuencia más visible.

Por todo ello, no se puede dejar de reconocer el esfuerzo llevado a cabo por aquellos ciudadanos, periodistas o no, que han puesto de manifiesto las redes de corrupción, que han denunciado a los defraudadores que esconden su dinero en los paraísos fiscales y que luchan contracorriente contra el fundamentalismo neoliberal, exponiendo, incluso, su vida. Es un nuevo aliento que nos devuelve una brisa de esperanza en el esfuerzo por crear un mundo mejor.


(1) Valter hugo mae (2012:101) La máquina de hacer españoles. Alfaguara.
(2) Castells, Manuel (2009:30) Comunicación y poder. Alianza Editorial.
(3) Ibídem (2009:23)
(4) Valter hugo mae (2012:85) La máquina de hacer españoles. Alfaguara.
(5) Jones, Owen (2015:445). El Establishment. Seix Barral.
(6) Ibídem (2015:390)

Creando nuestra realidad