viernes. 19.04.2024

¿Y ahora, qué?

La drástica y sorpresiva decisión de Ferraz no ha devenido en la pacificación interna, sino en seria confrontación...

La tormenta no ha hecho más que empezar. La drástica y sorpresiva decisión de la Ejecutiva Federal de destituir a la dirección del partido en Madrid, así como disolver el Comité Regional del PSM, no ha devenido en la pacificación interna, sino que ha provocado una seria confrontación verbal amplificada por los medios de comunicación que han encontrado en las vicisitudes del socialismo madrileño una auténtica mina para las portadas y las tertulias. Un respiro para Monedero y Tania Sánchez. Una oportunidad de oro para que personajes como Ana Botella ironicen sobre la igualdad de ausencias en las candidaturas. Sin entrar en las razones, a mi juicio no suficientemente explicadas, de esa decisión, y que han abierto el campo a especulaciones interesadas, mi preocupación es el futuro.

La constitución de una Gestora es siempre una solución de emergencia, prevista estatutariamente, pero que pone de manifiesto una quiebra en la confianza de los procedimientos habituales para la elección de los órganos de dirección de un partido político. Se mete en el congelador la democracia directa y se confía a un grupo de personalidades con experiencia la administración del colectivo. Es una receta transitoria, con muchos antecedentes, pero en pocas oportunidades tan espectacular como en el caso de Madrid, en vísperas de un proceso electoral trascendente, que supone no sólo la sustitución de un Secretario General sino de un candidato a la Presidencia de la Comunidad. Cuando escribo, bajo el impacto de acusaciones mutuas, incluso de imágenes dolorosas de enfrentamiento entre militantes a la puerta de la sede de Ferraz, circula insistentemente el rumor periodístico de la oferta hecha a un respetable ex ministro, Ángel Gabilondo, de encabezar la lista para la Comunidad de Madrid. El rumor suele ir delante de la noticia, pero sería conveniente que no se demorara ni un minuto la confirmación o el desmentido.

No voy a ocultar que, con independencia de mi positiva apreciación de las cualidades de la persona, apostaría por un refrendo de esa candidatura a través de un proceso de primarias abiertas. Se argumenta que hay poco tiempo para realizar el proceso. Pues bien, bastantes defendemos que la rentabilidad social y el crédito del candidato resultaría enormemente beneficiado por el paso por las urnas, además de consagrar un principio de participación colectiva que debe ser seña de identidad en tiempos de regeneración democrática. Para qué negar que no parece que esa vaya a ser la fórmula adoptada.

Observo con tristeza que desde las filas conservadoras, no exclusivamente del Partido Popular, se hace palanca en Madrid para incitar a tomar medidas similares en otros territorios, singularmente en Andalucía que se ha convertido en el oscuro objeto del deseo insatisfecho de quienes sueñan con acabar con la máxima referencia socialista y, previsiblemente, el punto de apoyo para la esperanza de la recuperación del PSOE a escala nacional. Nada -digo nada- debe perjudicar el proceso andaluz. A pesar de su relativo peso por el número de militantes, Madrid sigue concentrando la atención política en toda España. Un problema en Zamora o Albacete no trasciende en la misma medida que una conmoción en Madrid. Las ondas sísmicas traspasan Despeñaperros y Somosierra. La nueva Gestora debe resolver con urgencia, pero con buen tino y apertura de miras, la emergencia madrileña, pero no perder de vista la ejemplaridad de sus decisiones en toda España. Nunca como ahora es tan imprescindible sumar y no restar. Suerte a todos. A todos.

¿Y ahora, qué?