viernes. 29.03.2024

La auténtica gran encuesta, la andaluza

La presidenta andaluza, Susana Díaz, ha puesto en marcha una gran encuesta nacional con resultados contagiosos...

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Las elecciones andaluzas abren un calendario electoral muy intenso, que puede suponer un auténtico vuelco en el reparto del poder en las municipales y autonómicas

Andalucía es el territorio más poblado de España. Políticamente es también la máxima referencia del socialismo, con capacidad de gobierno ininterrumpidamente desde los albores de la democracia. Vivero de dirigentes políticos a nivel nacional, no como consecuencia de un reparto de cuotas territoriales sino por su propia proyección nacional. Durante muchos años hemos estado pendientes de encontrar la fórmula para integrar a Cataluña en las responsabilidades del Estado y así, se subrayaba el origen de cualquier ministro que se sentara en la mesa del Consejo proviniendo del Principado. Con Andalucía no ha hecho falta. Ni con Madrid, León o Galicia. 

Lo que está en juego el domingo 22 de marzo, a la vuelta de la esquina, tiene una trascendencia propia, decisiva para el futuro de ocho millones y medio de españoles que aspiran a resolver algún problema tan grave como unas escandalosas cifras de paro, que sólo en los últimos meses empiezan a darse tímidamente la vuelta. Andalucía es, sin embargo, uno de los territorios españoles en los que más decididamente se ha apostado por mantener las señas de identidad del Estado de Bienestar en los servicios públicos esenciales. Andalucía puede y debe ser un modelo de nuevo desarrollo económico basado en sus inmensos potenciales todavía no suficientemente explorados. Parecería lógico que ese fuera el tema central del debate entre las fuerzas políticas convocadas a las urnas.

Ocurre, no obstante, que las elecciones andaluzas abren un calendario electoral muy intenso, que puede suponer un auténtico vuelco en el reparto del poder en las municipales y autonómicas, que se disputaran bajo el impacto de los resultados andaluces, comenzando por la propia Andalucía donde hasta ahora las grandes capitales y ciudades han otorgado la mayoría a los candidatos populares. Ese equilibro de apoyos, tan distintos en las urdes y las poblaciones medias y pequeñas, con raíces sociológicas dignas de ser tenidas en cuenta, puede romperse en marzo. Y habrá que estar muy atentos a leer con detalle los resultados globales en su distribución provincial y local.

A nadie puede sorprender que la decisión adoptada por Susana Díaz haya suscitado todo tipo de especulaciones e interpretaciones. Ante el órdago de la Presidenta de la Junta que, naturalmente, ha escogido el momento que considera más oportuno para recoger su cosecha de votos, no cabía esperar otra cosa que el intento de trasladar la atención a unas hipotéticas ambiciones de liderazgo en el Partido Socialista que seguirán alimentándose a pesar de los rotundos desmentidos formulados por la propia Susana Díaz, pero que ocupan una buena parte de las entrevistas que concede con la intención de transmitir su mensaje a los andaluces. Parece más importante, por tanto, obviar radicalmente ese tema y fijarse en los cuarteles generales de las formaciones que compiten con el PSOE. El PP está con la moral muy baja. Pocos confían en su candidato, pero nadie cree en un desplome catastrófico. Izquierda Unida está fracturada entre un núcleo que reivindica su gestión en la Junta -y que no cierra la posibilidad de volver al pacto de gobierno- y los que aspiran a integrarse en otra alternativa que visualizará una fuerza todavía no testada, en trance de definición: Podemos.

Aunque nadie lo confiese públicamente, Susana Díaz, además de pretender consolidar su autonomía en el gobierno autonómico, sin depender de socios, ha puesto en marcha una gran encuesta nacional con resultados contagiosos. Recuerdo una máxima latina: La Fortuna favorece a los audaces.

La auténtica gran encuesta, la andaluza