jueves. 25.04.2024

El fracaso de los socialistas ante la Gran Guerra

El internacionalismo socialista fracasó en su intento de evitar la guerra cuando ésta estalló en 1914...

El internacionalismo socialista fracasó en su intento de evitar la guerra cuando ésta estalló en 1914. En este artículo intentamos abordar las causas de este fracaso.

El socialismo era contrario a la guerra porque era un conflicto ajeno a la clase trabajadora. En la Segunda Internacional, a medida que las tensiones internacionales fueron creciendo con el nuevo siglo, se planteó el rechazo radical de los partidos socialistas hacia la guerra. En el Congreso de Stuttgart del año 1907 se aprobó una resolución significativa donde se expresaba que las guerras eran consecuencia del capitalismo y que no desaparecerían hasta que no se suprimiese dicho sistema económico. El deber de la clase obrera sería el de impedir que hubiera guerra por todos los medios posibles, variando según el estado de la lucha de clases y de la situación política de cada país. En caso de que la guerra estallase, los obreros tendrían el deber de interponerse para que cesara inmediatamente y de utilizar todas sus fuerzas para aprovechar la crisis política y económica generada por el conflicto para agitar a las clases populares y precipitar la caída del capitalismo.

En el Congreso de Copenhague del año 1910 se propuso la huelga general obrera en el caso de estallido del conflicto. Esta huelga debía ser determinante en los sectores industriales vinculados con el esfuerzo bélico. Pero no se terminó de aprobar, ya que la cuestión de la huelga general siempre fue algo espinoso en el debate socialista del momento, llegando, en realidad, a renunciar a este método de lucha.

El Congreso Extraordinario de Basilea de 1912 se convocó para tratar sobre la situación internacional y la cuestión de la guerra. El momento era muy delicado, en plenas guerras balcánicas. Los socialistas querían demostrar al mundo su unidad y su repulsa a la guerra. Los delegados redactaron un manifiesto que recogía las ideas del Congreso de Stuttgart. Se hizo una advertencia a los gobiernos en el sentido de que no podrían desencadenar una guerra sin peligro para ellos mismos.

En el verano de 1914 todos los principios antibelicistas que el internacionalismo había discutido y aprobado fallaron. ¿Por qué?

Detrás de las grandes declaraciones y manifiestos de los socialistas existían no pocas tensiones, como se había puesto de manifiesto en los debates sobre la huelga general y el colonialismo. El nacionalismo no era una ideología o un sentimiento tan ajeno para algunos socialistas, a pesar de la contradicción que suponía en relación con el internacionalismo. La derecha del SPD era marcadamente nacionalista. En el socialismo francés había, también defensores de una guerra defensiva.

Pero no todo debe ser achacado a los dirigentes socialistas. El exacerbado patriotismo había calado profundamente en la opinión pública y los obreros no fueron ajenos a este hecho, especialmente por la intensa propaganda desarrollada durante muchos años. La guerra se convirtió en un medio que podía emplearse para defenderse del enemigo que supuestamente pretendía expansionarse, ya fuese alemán, francés o eslavo.

El 29 de julio de 1914 tuvo lugar la última reunión internacionalista en Bruselas. El fracaso del socialismo en su intento de parar la guerra se simbolizó con el asesinato el día 31 del dirigente francés Jean Jaurès, ferviente antibelicista, llevado a cabo por un nacionalista francés.

A principios de agosto, los diputados franceses y alemanes votaban, en sus parlamentos, a favor de los créditos necesarios para poner en marcha las respectivas maquinarias de guerra. Además, los partidos socialistas entraron en las denominadas “uniones sagradas”. El socialismo belga tuvo un claro protagonismo en el esfuerzo bélico del país; de hecho, su dirigente más destacado -Vandervelde- fue ministro de Estado, primero y luego de Abastecimientos durante la guerra. Por su parte, el laborismo fue un factor muy importante para que la industria armamentística británica rindiese a pleno rendimiento. El patriotismo francés movilizó a gran parte del socialismo francés. Las autoridades no tuvieron que esforzarse  mucho para que millares de obreros marchasen en los primeros momentos para luchar contra los odiados alemanes.

De todas las maneras, siempre hubo dirigentes socialistas defensores de la paz y se opusieron a que los obreros participaran en el conflicto. El pacifismo socialista tuvo más fortuna en los países neutrales del norte europeo, como se puso de manifiesto en las Conferencias de Zimmerwald (1815) y Kienthal (1916).

Por su parte, en el PSOE también se dio un debate sobre la guerra mundial. Una parte se declaró fiel al espíritu del internacionalismo, mientras que otra se decantó por el apoyo a la causa aliada.

El fracaso de los socialistas ante la Gran Guerra