viernes. 29.03.2024

La izquierda sin partidos en Madrid

Lo que sucede en Madrid es la chispa de un sistema gangrenado y la muestra más evidente del quebranto del sistema tradicional de hacer política...

Lo que está sucediendo en Madrid es la chispa de un sistema gangrenado y la muestra más evidente del quebranto que está padeciendo el sistema tradicional de hacer política

El título de este artículo seguramente se puede hacer extensivo al resto de España, para no ir más allá de nuestras fronteras, pero es en Madrid en donde la crisis, primero en Izquierda Unida y luego en el PSOE, hace más patente esta orfandad. Los sondeos vienen desde hace tiempo anunciando la opinión desfavorable que tienen los ciudadanos de los políticos y los partidos. La quiebra que esta desconfianza supone no ha sido tenida en cuenta por los partidos políticos. Lo que pone de manifiesto su creciente incapacidad no solamente para remediar los problemas padecidos por la crisis sino para acabar con la tremenda corrupción existente. 

Los partidos sobre todo los de la izquierda, con los datos encima de la mesa, no han hecho ningún esfuerzo para remediar la situación, con lo que el distanciamiento entre los ciudadanos y el bloque de poder se agrava con el paso del tiempo. Esto que está sucediendo en Madrid es la chispa de un sistema gangrenado y la muestra más evidente del quebranto que está padeciendo el sistema tradicional de hacer política.

Los partidos son los causantes del descrédito de la política, pero a su vez los dirigentes, que tienen buenas intenciones de regeneración del propio partido, son víctimas de las propias estructuras que se han ido creando en varios años, que se caracterizan por el anquilosamiento de los cargos y la falta de ideas, como consecuencia de haberse convertido en un fin en sí mismo y no en un medio para mejorar la sociedad. Los ciudadanos asistimos impotentes a las luchas internas que se tienden a personalizar sin que trascienda cuáles son los proyectos políticos que están detrás de estas contiendas.

La crisis que padecen estas dos fuerzas políticas es grave, pues tiene consecuencias sobre la política económica y social que se debe desarrollar en la Comunidad y ciudad de Madrid. La derecha lleva gobernando bastantes años en el municipio y la comunidad y las consecuencias negativas son hoy evidentes. Ante una catástrofe social como la que se está padeciendo, que la izquierda, con un programa común, sea incapaz de unirse es realmente grave. Pero aún es peor, pues la división no se da entre formaciones políticas diferentes sino dentro de los propios partidos, como se puede observar en el PSOE e izquierda Unida.

El PSOE está claro que no quiere unir sus fuerzas a otras formaciones y a los movimientos sociales, ni siquiera lo intenta, pues por encima de todo, aunque no se gane, lo que se quiere preservar son sus siglas, la obediencia y la disciplina. Tampoco para ser sinceros en el espacio que se desenvuelve a su izquierda hay intención de ir en coalición con un partido que va en caída libre electoral y que ha perdido bastante credibilidad entre la izquierda. De todos modos, en Madrid se observa la dificultad que está habiendo para formar una coalición conjunta que con el nombre de Ganemos Madrid trate de arrebatar al Partido Popular la alcaldía. A pocos meses aún no hay candidatos para encabezar el cartel electoral. Otro tanto sucede en la Comunidad.

Ante la dificultad que está teniendo esta confluencia de partidos y movimientos sociales se argumenta por parte de los responsables que resulta complejo llegar a acuerdos porque se viene de culturas políticas distintas. Sin embargo, entre todas estas fuerzas existe un denominador común a la hora de criticar las políticas neoliberales, privatizadoras, que lleva años practicando la derecha en Madrid con todo el daño que se está haciendo a los bienes públicos, educación, sanidad, asistencia social y dependencia, entre tantas cosas más. Si se quiere ganar con un proyecto que defienda los derechos de ciudadanía, la igualdad, medio ambiente, transporte público, infraestructuras y preservar y potenciar la sanidad, educación, investigación y cultura, así como la solidaridad con los más vulnerables, no considero que sea tan difícil ponerse de acuerdo no solamente en criticar, sino en hacer proyectos sociales progresistas.

Al final lo que se está expresando, sobre todo por la izquierda tradicional, tras una palabrería sin contenido, no es otra cosa que por encima de llevar a cabo otra política económica y social se encuentran los intereses partidistas y dentro de estos los personales de alcanzar un sillón o un escaño. Al final, bastantes miembros de partidos lo que están defendiendo es su puesto de trabajo y no el de un cargo representativo que le han otorgado los electores. Si a todo esto se añade la corrupción que cada vez se extiende más y que afecta fundamentalmente al PP y a Convergencia en Cataluña, pero también al PSOE, no resulta extraño el desprestigio de la política entre la ciudadanía.

Esta desafección se produce, sin embargo, en un momento en que se han dado movimientos significativos contra los recortes, contra los desahucios, y con los deseos de participar activamente por parte de sectores de la población en la vida política. Los partidos de izquierda no han sido capaces de ofrecer respuestas creíbles a estas demandas sociales, o han ido a remolque de lo que otros han sido capaces de movilizar.

Este ha sido el éxito de Podemos, que ha tenido la visión de saber conectar con las gentes que quieren otro tipo de política y que se encuentran huérfanos de partidos.

La crisis que se padece es muy profunda y la responsabilidad de la izquierda y movimientos sociales es muy grande si por sus desaciertos, despropósitos y desencuentros no son capaces de ganar las elecciones en la Comunidad y en la capital de España. La solución a esta grave crisis de identidad no puede venir de personas, por muy valiosas que sean, sino por la presentación de proyectos económicos y sociales creíbles, que vuelvan a crear ilusión y confianza en la política y las instituciones.

Por encima de las personas el protagonismo debe emanar de los ciudadanos, lo que requiere favorecer una práctica participativa en lo local. Resulta necesario para ello que los partidos que hasta ahora han tenido el protagonismo en la izquierda dejen de pelearse, con los de dentro y los de fuera, de querer sus líderes ser protagonistas y mediáticos sustituyendo el discurso político y las ideas con ocurrencias y gestos. Hacen falta desde luego personas capaces de transmitir las ideas y de saber recoger las sensibilidades de las gentes para materializarlas en propuestas electorales, así como saber debatir y argumentar, por lo que considero que el papel de los líderes es fundamental. Pero lo que creo es que detrás de las capacidades personales debe haber más que palabras y discursos huecos, además, de propuestas factibles y prácticas de regeneración. 

La izquierda sin partidos en Madrid