jueves. 25.04.2024

Los grandes desafíos económicos para Pedro Sánchez

El problema del PSOE es la pérdida en gran parte de sus señas de identidad socialdemócrata en favor del social-liberalismo.

El problema del PSOE es la pérdida en gran parte de sus señas de identidad socialdemócrata en favor del social-liberalismo

Hay que agradecer sin duda a Pedro Sánchez haber aceptado el ofrecimiento del rey para formar Gobierno. La tarea que tiene ante sí es difícil, pero no imposible. La formación de un Gobierno sería importante, aunque no a cualquier precio, para evitar unas nuevas elecciones, lo que no sería procedente por el gasto que supone con tantas necesidades sociales que atender, el cansancio que provocaría en la ciudadanía volver a escuchar los mismos argumentos de unos y de otros, y sobre todo que no hay seguridad de que no se vuelvan a repetir los mismo resultados con variaciones pequeñas en el número de escaños.

En el supuesto de que Pedro Sánchez no consiguiera sus objetivos seguramente sería su final político, pero también probablemente profundizaría la decadencia del propio PSOE, que ha iniciado un camino hacia los infiernos que no se evitará simplemente por cambiar de líderes. El problema del PSOE es la pérdida en gran parte de sus señas de identidad socialdemócrata en favor del social-liberalismo. Esta es una crisis bastante generalizada en Europa y de ella no se escapa el partido socialista español. La socialdemocracia no ha sabido dar respuestas contundentes con otras políticas económicas al fundamentalismo de mercado que ha predominado en las últimas décadas.

A lo que hay que añadir, por lo que concierne a nuestro país, el propio comportamiento tenido con la política económica llevada a cabo, fundamentalmente con el cambio de rumbo que se produjo con el último Gobierno socialita impuesto por los dirigentes de la Unión Europea (UE), los casos de corrupción que han estallado, y la escasa capacidad de entender lo que realmente estaba sucediendo en la sociedad española ante el malestar reinante. Los nuevos partidos emergentes sí que han sabido captar parte de ese malestar, que se ha manifestado en un parlamento más heterogéneo pero más acorde con la realidad de la ciudadanía.

Ha llegado el momento de la verdad en el que los líderes de los distintos partidos tienen que dar muestras de su capacidad para saber pactar y negociar. De no ser así, no estarán a la altura de las circunstancias que la ciudadanía demanda. El ponerse de acuerdo en los cuatro puntos que señaló Pedro Sánchez en su discurso posterior a su aceptación del encargo de Gobierno tiene que ser un lugar de encuentro para afrontar los difíciles retos que tienen ante sí los líderes políticos debido a lo maltrecha que ha quedado la sociedad española, tras los efectos de la crisis, la elevada corrupción del Partido Popular y el desprestigio de las instituciones.

Los efectos de la crisis y las políticas económicas llevadas acabo han sido demoledoras para gran parte de la ciudadanía, fundamentalmente las clases sociales más vulnerables, por lo que resulta urgente y necesario afrontar la situación económica que ha dejado el Gobierno del Partido Popular. Esta última afirmación puede extrañar a algunos, sobre todo cuando el Gobierno ha aireado tanto lo que consideran prácticamente su único logro en la legislatura, la evolución económica. El discurso ha girado en torno a la herencia recibida, haber conseguido no caer en el abismo en el que estaba cerca la economía española en el momento de llegar al Gobierno, así como haber evitado el rescate, lo que no es del todo cierto. Esta política ha recibido las alabanzas de la troika que parece avalar lo hecho.

La satisfacción habida por ello y por el crecimiento que ha tenido lugar, más del 3% en el año 2015 y la creación de empleo como consecuencia, ha dado alas al partido del Gobierno hasta el punto de que esa campaña ha calado en parte de las sociedad española que explica en alguna medida los siete millones de votos conseguidos, aunque a su vez otra parte más importante no se ha dejado engatusar por estos cantos de sirena. La disconformidad con la situación ha hecho perder al PP un gran número de votos, de manera que no tiene posibilidades de formar Gobierno.

Los desafíos económicos a los que se enfrentaría un posible Gobierno presidido por Pedro Sánchez no son pocos, pues aparte de la necesidad de ir sentando las bases para conseguir otro tipo de crecimiento más equitativo, estable y sostenible, hay que afrontar a su vez la herencia recibida, como la deuda pública española que equivale al 100% del PIB, y el problema de las pensiones, cuyo fondo acumulado ha disminuido de una forma muy preocupante para el presente y el futuro. Esto supone una restricción importante para combatir otras herencias, como la creciente precarización del empleo, el número todavía elevado de parados, la desigualdad en aumento, la pobreza, la malnutrición infantil y la exclusión social. Muchos han quedado en la cuneta y otros sobreviven a duras penas. La herencia socialmente no puede ser peor.

A todo esto hay que añadir que la economía mundial no está en sus mejores momentos y no se auguran buenos tiempos, sino que se avecinan grandes nubarrones en el horizonte. La inestabilidad va a ser una constante en los próximos meses, debido a la crisis y la desaceleración en las tasas de crecimiento que están sufriendo los países emergentes, fundamentalmente China, que ha sido el sostén en estos últimos años de la economía mundial. La economía española, aunque da la apariencia de que marcha mejor que otras, no puede ser ajena a un panorama internacional nada halagüeño. Si la economía mundial sufre un retroceso, en España la situación se puede ver agravada al ser tan vulnerable debido a su débil estructura productiva. El crecimiento habido ha tenido como soportes el turismo, la bajada del precio del petróleo, el abaratamiento de la mano de obra y los recortes del Estado del bienestar. Pero esto no puede continuar así, dependiendo de factores externos y disminuyendo el nivel de vida de los de abajo para que los de arriba ganen más.

En fin, la tarea que tiene ante sí Pedro Sánchez es inmensa, y no solamente por la dificultad que tiene para negociar con otros partidos, a lo que hay que añadir a los enemigos internos, sino que si forma Gobierno, cosa que espero, las cosas no estarán nada fáciles. Pero en las situaciones adversas es cuando se muestra la talla de los verdaderos políticos. Es el momento de mostrarlo.

Los grandes desafíos económicos para Pedro Sánchez