jueves. 28.03.2024

El FMI se preocupa ahora por la desigualdad

El Fondo Monetario Internacional (FMI), desde que se creó en 1944, hace más de 70 años, no ha tenido como objetivo la distribución de la renta y de la riqueza. Surgió para dar respuesta a los problemas monetarios internacionales que previsiblemente se iban a dar al finalizar la Segunda Guerra Mundial, sobre todo tras la experiencia tan negativa que se había sufrido tras la Primera Guerra Mundial y el desorden monetario que hubo. El patrón oro se hundió durante la Gran Guerra y aunque se intentó reavivar en los años veinte no tuvo éxito y se abandonó definitivamente en los años treinta.

Estos hechos es lo que impulsaron la reunión en Bretton Woods para establecer unas reglas capaces de regular el Sistema Monetario Internacional. Se presentaron dos planes, el de Keynes por parte del Reino Unido y el de White por Estados Unidos. Se llevó a cabo el propuesto por White, pues Keynes tenía las ideas y Estados Unidos el poder del dinero, a la vez que emergía como gran potencia hegemónica mundial. Lo que supusieron esas reuniones se encuentran muy bien narradas en el libro de Benn Steil La batalla de Bretton Woods Deusto, 2106).

Este libro además cuenta cómo la mayor parte de la delegación de Estados Unidos, con White a la cabeza, fueron objeto de la caza de brujas acusados de comunistas. White murió de un infarto antes de que tuviera que declarar. No deja de resultar una paradoja que los constructores del orden internacional capitalista, tras la Segunda Guerra Mundial, fueran acusados de comunistas y de espías de la Unión Soviética.

En economía, a pesar de los partidarios de los modelos contrafactuales, no se puede llegar a saber qué es lo que hubiera ocurrido si se hubiera aplicado el plan Keynes en lugar del de White. Lo que sí se pueden analizar es los resultados obtenidos por el FMI que surgió de aquellas reuniones en Bretton Woods en el mes de julio de 1944. El FMI tenía como objetivo principal regular el Sistema Monetario Internacional, que se basó en una estructura de tipos de cambio fijos. También tuvo encomendada la función de financiar a corto plazo a los países que tuvieran problemas en la balanza de pagos y de asesoramiento.

Este sistema tenía un carácter asimétrico, pues mientras que el FMI tenía una capacidad para regular no podía emitir moneda, lo que mutilaba en parte sus funciones al no tener capacidad de controlar la oferta monetaria internacional. El dólar se convirtió en el medio de pago internacional generalmente aceptado. El que hubiera suficiente liquidez dependía de la emisión de dólares. Esto le dio una primacía a Estados Unidos que basó en su moneda la gran expansión internacional en bases militares y empresas multinacionales.

En todo caso, el sistema funcionó al proporcionar una estabilidad lo que evitó que no se produjeran los acontecimientos de después de la Primera Guerra Mundial. Los países desarrollados europeos y Japón tras años de dificultades económicas en la inmediata posguerra iniciaron un fuerte crecimiento en las décadas de los cincuenta y en los sesenta. Este crecimiento no se debió solamente al FMI, pero no cabe duda que contribuyó a ello. Sin embargo, este sistema monetario no benefició a los países del Tercer Mundo. La desigualdad internacional entre países, que iba en aumento, fue favorecida en parte por este orden monetario.

De todos modos, el FMI empezó a hacer agua en la década de los sesenta y hubo que tomar medidas parciales para parchear su funcionamiento. La crisis se desencadenó a principios de los setenta con la devaluación del dólar en dos ocasiones, años 1971 y 1973, la eliminación de la convertibilidad del dólar en oro y la flotación de las monedas que daba por finalizado un periodo de tipos de cambio fijos. Estos cambios hicieron perder protagonismo al FMI ante el auge de los mercados del eurodólar y petrodólares.

La crisis de la deuda que estalló a principios de los ochenta tuvo su origen en la década anterior y fue entonces cuando el FMI volvió a adquirir otra vez el protagonismo para salvar a los bancos de posibles impagos de sus créditos. El FMI concedió créditos a los países endeudados que se encontraban en una situación de insolvencia. Fundamentalmente se trataba de evitar una quiebra de los grandes bancos y que estos cobrasen. A cambio de los créditos concedidos por el FMI se impuso a estos países planes de ajuste muy duros y medidas de privatizaciones y liberalización progresiva de sus economías. Los costes económicos y sociales fueron muy elevados.

La ideología neoliberal se impuso en el FMI. Las tendencias de la economía mundial y estas políticas contribuyeron a aumentar la desigualdad en el interior de los países, sobre todo en los menos desarrollados. Esta práctica económica es la que se ha impuesto en los planes de austeridad en la Unión Europea (UE), que ha golpeado con mayor intensidad en los países más vulnerables de la zona euro. Se ha abierto una brecha entre el Centro y la Periferia de la UE. La desigualdad interna también crece.

Ahora, en la Asamblea anual del FMI y Banco Mundial, la directora gerente del Fondo ha planteado la preocupación por la desigualdad, porque supone un riesgo económico y social, y ha dicho cosas como que la riqueza no se distribuye sola. En esto han insistido, desde hace años, economistas que no son fundamentalistas de mercado, pero que han predicado en el desierto. He hecho referencia en otros artículos a la abundante literatura de calidad acerca de la desigualdad. A los que he venido mencionado hay que añadir el de reciente aparición en castellano de uno de los más importantes analistas de la desigualdad Atkinson Desigualdad, ¿qué podemos hacer? (Fondo de Cultura Económica).

No es, sin embargo, esta literatura la que ha podido influir en este cambio de discurso de la directora del FMI sino El Brexit, y el ascenso de la ultraderecha. Los economistas que han venido dando la voz de alarma no han sido escuchados y ahora los acontecimientos provocan que la desigualdad sí que importe. El FMI llega tarde como suele ser habitual, y lo que es peor, es en gran parte responsable de la situación a la que se ha llegado, cuyos estropicios ahora pretende remediar.

El FMI se preocupa ahora por la desigualdad