jueves. 28.03.2024

El 26J crea una situación peor para la economía española

El 26-J deja un Congreso, desde el punto de vista del cambio, peor de lo que era el que había salido de las urnas el 20-D

Los resultados electorales del 26-J resultan desmoralizadores para llevar a cabo una política económica diferente y sobre todo para sentar unas bases sólidas que permitan ir combatiendo la elevada corrupción, con lo que esto está suponiendo de coste económico, deterioro de la democracia y pérdida de valores morales. El 26-J deja un Congreso, desde el punto de vista del cambio, peor de lo que era el que había salido de las urnas el 20-D.

No haber sabido pactar a su debido tiempo ha sido un error de las fuerzas progresistas para combatir los muchos males que ha generado el gobierno del PP. Es cierto que no se debe pactar a cualquier precio, pero no haber hecho el esfuerzo necesario para evitar estas elecciones ha supuesto un coste político y económico que ahora pagamos los ciudadanos. Mientras los políticos discuten sobre quién es el responsable de no haber llegado a un acuerdo y se echa la culpa al otro, siguen los desahucios, la ley mordaza, la LOMCE, el empleo precario, el agotamiento de la hucha de las pensiones, se acrecienta la desigualdad, disminuye el nivel de vida de miles de hogares, y aumenta la pobreza y la desnutrición infantil.

A su vez, el futuro más inmediato no parece nada halagüeño, independientemente del gobierno que se forme, pues hay que necesariamente reducir el déficit público siguiendo el mandato de los dirigentes de la Unión Europea (UE), que siguen mostrándose impertérritos ante las ineficaces políticas de austeridad. La posibilidad de aumentar los ingresos públicos, luchando de un modo más eficaz contra el fraude y con un sistema fiscal progresivo, es deseable y hay margen de maniobra para ello, pero sus efectos no se manifestarán hasta dentro de un año o dos como poco, en el caso improbable de llevarse a cabo. A corto plazo, en cualquier caso, tendrá lugar un desfase entre ingresos y gastos que hay que solventar con reducciones de estos últimos, toda vez que los impuestos serán insuficientes como consecuencia de la precariedad laboral.

En todo caso, en una situación así se pueden establecer prioridades que no traten de menoscabar los servicios públicos y los derechos sociales, pero esto se puede hacer desde partidos diferentes al PP, pues visto lo que se ha hecho en la anterior legislatura es idealista suponer que no haga recortes por las bravas. La reforma fiscal, por su parte, no la puede hacer un Gobierno encabezado por el PP, por lo que la política de austeridad en España afectará a la enseñanza y la sanidad pública, así como a la ley de la dependencia, investigación y cooperación al desarrollo.

La reducción del déficit, se diga lo que se diga, supondrá recortes en el Estado de bienestar si el Gobierno lo capitanea el PP, y no parece que haya otra solución que esta, a la luz de los resultados electorales. El Gobierno en funciones se muestra optimista como consecuencia del crecimiento económico que está habiendo y la bajada del paro registrado en el mes de junio. Pero estamos en las mismas de siempre, el crecimiento del empleo se debe al ciclo turístico, sin que se vislumbren otras posibilidades. Los científicos siguen marginados y no hay una política de estímulo a la investigación y transferencia de tecnología.

No se trata de buscar responsables sino en definitiva analizar los errores cometidos por todas las fuerzas que, de una manera u otra, propugnaban el cambio, y que ha conducido a una situación peor. Que se podía producir un resultado en el que el PP subiera y que otros partidos bajaran en número de votos no estaba fuera de las posibilidades que se pudieran dar, y esto es lo que ha sucedido. Los grandes politólogos y sondeos se han equivocado. Pero otros no. Beiras ya anticipó, en una entrevista, que era muy difícil que En Marea volviera a repetir el resultado obtenido el 20D. Un analista, que suele ser bastante certero, Jaime Miquel, que escribe en La voz de Galicia ya anticipó la subida del PP y que no se produciría el sorpasso. También señaló que los errores que estaba cometiendo Pablo Iglesias le supondría pérdida de votos.

No soy analista político ni sociólogo, por lo que no me quiero meter en terreno ajeno y que desconozco. Pero sí algunas consideraciones. Pablo Echenique, el día de la noche electoral, dijo que no se podía saber con exactitud lo que había sucedido, pues no se disponían de suficientes datos para hacer un diagnóstico acertado. Se puede opinar, por supuesto, pero esto no deja de ser especulación. Estoy de acuerdo con él. Tenemos, sin embargo, algunos datos globales. El número de votos perdidos por el PSOE y Ciudadanos más o menos coinciden con el aumento del PP, mientas que el voto perdido de Unidos Podemos aproximadamente equivale al incremento de la abstención. No se tienen datos micro de cuáles han sido los trasvases de votos que ha habido entre las diversas formaciones. Pero lo que sí queda claro es que gran parte de la abstención ha sido de Unidos Podemos.

Les corresponde a los partidos PSOE, Podemos, Ciudadanos e Izquierda Unida sacar las conclusiones correspondientes, pero desde luego no se puede afirmar como han dicho dirigentes de Podemos, para evitar las responsabilidades personales, que ha sido el miedo lo que ha determinado la pérdida de votos. Esto contradice a Echenique, pues se hace sin datos. Además y resulta muy difícil admitir con los datos que hay encima de la mesa que el miedo haya podido influir en los votantes de Unidos Podemos, pues en el caso de que fuera así lo lógico es que se hubieran ido a otros partidos que les diera una mayor seguridad. Simplemente se han quedado en casa. Lo que anticipaba en el artículo que publiqué el 8 de junio: “El entusiasmo y la ilusión que se despertó en mucha gente ante las elecciones del 20 de diciembre han sido dilapidados en poco tiempo. Los despropósitos no pueden ser mayores y más que debatir sobre proyectos, que presentan los diversos partidos y coaliciones electorales, se utilizan etiquetas y descalificaciones”. Esto creo que explica parte de la abstención.

El 26J crea una situación peor para la economía española