martes. 19.03.2024

La razón auténtica, aunque oculta, de la repetición de las elecciones del 26-J

Los medios de comunicación tanto privados como públicos dan una visión sesgada, parcial e interesada de los acontecimientos políticos.

Los medios de comunicación tanto privados como públicos dan una visión sesgada, parcial e interesada de los acontecimientos políticos. La libre circulación de ideas y opiniones se ve amenazada por los grandes medios de comunicación privados cada vez más concentrados y vinculados con los poderes financieros y empresariales,  que al alcanzar tanto poder, pueden contrariar o delimitar la soberanía expresada por la sociedad en las urnas y poner en peligro la democracia, de ahí que el profesor Ferrajoli, los denomine poderes salvajes. Las empresas de comunicación son poderes de hecho, influyentes sobre los asuntos públicos y con agendas que no responden necesariamente a los intereses de la sociedad. Según Sánchez Noriega “tienen capacidad en el espacio político para boicotear leyes o difundir determinadas demandas y, a la vez, una gran resistencia a las imposiciones del poder político”. 

En cuanto a los medios de comunicación públicos, la desconfianza en España es inmensa por su parcialidad. No tienen nada que ver con la BBC, que se enfrentó a Tony Blair por el asunto de las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein. En TVE sería inconcebible, donde El PP colocó como jefe de informativos a José Antonio Álvarez Gundín, que llegó desde la subdirección de opinión del diario La Razón. Poco ha publiqué en este mismo periódico un artículo el 16 de marzo de 2016  Urge la regeneración ética y profesional de los informativos de TVE.

La conclusión de esta reflexión es clara: sin información veraz no hay democracia. En un escenario democrático hay tres aspectos a tener en cuenta, según Robert A. Dahl. Las fuentes de información deben ser  independientes y comprensibles. Un poder transparente, que muestra sus actos y los hace accesibles a través de los medios de comunicación. Por último, los electores deben ser capaces de entender y confrontar las informaciones recibidas y luego utilizarlas como fundamento de conocimiento para sus opciones. Ustedes mismos pueden hacer sus reflexiones sobre el grado de cumplimiento de los tres aspectos comentados.

En muy pocos medios de comunicación a la hora de considerar las causas de la repetición de las elecciones, han tenido en cuenta la auténtica, por supuesto desde mi punto de vista, que ha sido el problema o cuestión de Cataluña. Uno de los comentaristas políticos más perspicaces ha sido la excepción, José Antonio Zarzalejos, con el que discrepo en muchas otras cuestiones, pero en este caso concreto coincido.

Otras elecciones entran en la más estricta normalidad democrática. El discurso dominante es que la situación sin gobierno, es por la irresponsabilidad de nuestra clase política incapaz del diálogo y del pacto, distinta a la de la Transición. Siempre recurrimos al mismo discurso, cuando se nos presentan "problemas", una dosis, mejor una sobredosis de Transición con el sobado consenso. La razón de ser de la política es la existencia del conflicto. La democracia auténtica es disenso. Por ello, cuando un grupo político defiende su programa y se reafirma en sus principios --las denostadas líneas rojas--, y decide no pactar con otras fuerzas políticas, no comete un acto de irresponsabilidad política. Todo lo contrario. Ni C's puede admitir el referéndum, ni Podemos puede renunciar a él. Por tanto, vemos que ha sido la cuestión catalana la que ha imposibilitado que Pedro Sánchez formase gobierno, ya que Podemos no podía apoyar ni abstenerse ante el pacto del PSOE-Cs, en el que no se reconocía la posibilidad de realizar un referéndum en Cataluña.

Zarzalejos añade que la conversión del catalanismo, anteriormente representado por CIU, al independentismo con la nueva denominación de DL, ha impedido la formación de un gobierno. Cabe recordar que en las legislaturas anteriores, tanto el PSOE como el PP pudieron formar gobierno contando con el partido bisagra de CIU. Si CIU no se hubiera convertido en DL, hubiera sido factible un gobierno de PP-Cs y CIU, ya que hubieran sumado 171 escaños, que con PNV y CC hubieran tenido mayoría absoluta.

De la misma manera con la Esquerra del 2004, que apoyó la investidura de Rodríguez Zapatero en 2004, se hubiera podido formar un gobierno ya que PSOE-Podemos con mareas y Compromís, Unidad Popular, Esquerra, Bildu hubieran alcanzado 172 diputados, a los que se podrían haber sumado PNV.

Parece claro que la repetición de las elecciones para el 26-J tiene que ver con la cuestión catalana. El dato es contundente, cuando el catalanismo ha dejado de serlo, entendido como implicación en el destino de España, el sistema constitucional de 1978 se ha visto sometido a una profunda crisis. Por primera vez en la democracia española los partidos políticos han sido incapaces de formar gobierno. Y tal circunstancia, es curioso, ha coincidido con el proceso soberanista catalán. Señala Zarzalejos su profunda sorpresa al constatar la poca preocupación mostrada por los españoles no catalanes con lo que está ocurriendo en Cataluña, como si la cosa no fuera con nosotros, reflejada en un ridículo porcentaje del 1,4% según las encuestas del CIS. Evidentemente tal dato se explica porque los medios de comunicación durante estos 4 meses han pasado de puntillas sobre la cuestión catalana, e incluso la han ocultado. Tal actuación refleja una gran irresponsabilidad política, el ocultar un problema de gran enjundia, como es que una parte importante de la población de Cataluña haya realizado un viraje, no sé si irreversible hacia la independencia. Nos guste o no a los españoles, pero la realidad es la que es, como señaló recientemente en un artículo Artur Mas: “El Estado español no tiene proyecto atractivo para una parte muy numerosas de la ciudadanía catalana”.

La irresponsabilidad de algunas fuerzas políticas no es menor. Tenía razón Antón Costas en un reciente artículo titulado Atreverse a pensar lo impensable señaló: “La mayor parte de los políticos españoles no cree que la independencia sea posible. De ahí que su respuesta se limite a una aplicación restrictiva de la ley, la utilización de la vía judicial y, en su caso, la amenaza penal. Es un error. De hecho, la suerte que han tenido los independentistas es que los demás no han dado credibilidad a lo que están haciendo”.

Como también la tenía en julio de 2013 Frances Carreras en su artículo La hora de la audacia. Son para reflexionar. “La carta se la ha dirigido el president de la Generalitat al presidente del Gobierno. En ella le pide que aborde el diálogo y la negociación para que los ciudadanos catalanes sean consultados sobre si desean separarse de España y constituir un Estado independiente. Si yo fuera Rajoy no dudaría un instante y aceptaría el reto: pondría inmediatamente en marcha los mecanismos necesarios para llevar a cabo la consulta. Quizás es la última ocasión que se le ofrece para resolver limpiamente un grave problema del que por ahora parece no enterarse. Y, además, resolverlo de una tacada. Como hizo Cameron al día siguiente que el Partido Nacional Escocés ganó las elecciones con el 51% de los votos. Como tampoco se enteran Sánchez y Rivera.

La razón auténtica, aunque oculta, de la repetición de las elecciones del 26-J