jueves. 28.03.2024

Paraísos fiscales, deuda pública y necropolítica neoliberal

A los paraísos fiscales ningún gobierno quiere enfrentarse, a pesar de que están en el mismo centro de la crisis financiera, presupuestaria y democrática.

A los paraísos fiscales (PF) ningún gobierno quiere enfrentarse, a pesar de que están en el mismo centro de la crisis financiera, presupuestaria y democrática. A nivel mundial, el 8% del patrimonio financiero está guardado en los PF: una cifra exorbitante de 7,5 billones de dólares. En la UE esta cifra es mayor, ya que alcanza el 12%. Según Gabriel Zucman en La riqueza oculta de las naciones. Investigación sobre paraísos fiscales, los franceses tienen unos 350.000 millones de euros offshore, la mitad de ellos en Suiza. Los españoles patriotas aquí tienen 80.000 millones. Sin esta evasión fiscal permitida por el secreto bancario, la deuda pública gala no alcanzaría hoy el 94% del PIB, sino el 70%, el nivel anterior al estallido de la crisis financiera. Si se gravase a estas fortunas ocultas, aliviaría su presión presupuestaria y modificaría las políticas de austeridad.

La sociedad admite que los PF son algo inherente al sistema capitalista. No se puede hacer nada: siempre habrá países que ofrecerán menos impuestos que los vecinos. Sin embargo, nuestros gobernantes nos dicen que los PF tienen las horas contadas; que desaparecerá el secreto bancario y que las multinacionales pagarán en función de sus ingresos reales.

Quiero fijarme en la evasión fiscal de las grandes multinacionales. Utilizan la optimización fiscal mediante dos técnicas. La de los préstamos entre grupos, lastrando las deudas a las filiales sitas en los países que gravan fuertemente los beneficios, como Francia. En definitiva, reducir los beneficios donde están gravados para hacerlos aparecer en países, donde no están sujetos a impuesto alguno. La segunda, es la manipulación de los precios de transferencia, la más usada. Amañan los precios a los cuales sus filiales se compran unas a otras sus propios productos. Dentro del mismo grupo, las filiales de Bermudas venden a precio de oro unos servicios a las localizadas en Francia; así los beneficios aparecen en los PF y las pérdidas en las economías de Europa o USA. La consecuencia, es que las empresas de USA declaran realizar la mitad de sus ganancias extranjeras en 6 países: Países Bajos, Luxemburgo, Irlanda, Bermudas, Suiza y Singapur. Lo que significa en estos casos norteamericanos, que la manipulación de los precios de transferencia reduce un 30% la recaudación del impuesto de sociedades.

Ahora quiero detenerme en el caso vergonzoso de Luxemburgo, uno de los países fundadores de la UE. ¿Hay que excluirlo de la UE? La pregunta tiene sentido, puesto que hoy no tiene nada que ver con el país que cofundó la UE en 1957. Entonces el acero lo era todo; hoy son las finanzas. Es el paraíso fiscal por antonomasia, presente en todas las etapas de los circuitos de las fortunas internacionales. Si es hoy una de las primeras plazas financieras, ha sido comercializando su propia soberanía. A partir de 1970, se lanzó a una empresa inédita: la venta a las multinacionales del derecho a decidir ellas mismas sus propios impuestos y compromisos legales. Muchas se sirvieron de tales opciones. Pero aquí hay terceros perjudicados. El informe Luxleaks ha revelado que unas 350 multinacionales tienen suscritos acuerdos secretos con el Gobierno de Luxemburgo, para eludir los impuestos que deberían pagar en otros países. Esos acuerdos fueron negociados y aprobados cuando el actual presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, era primer ministro y ministro de Finanzas de Luxemburgo y presidía el Eurogrupo. Según Eliseo Oliveras, mientras Grecia pugnaba para que el Eurogrupo desbloquease la ayuda pendiente del rescate, algunos de sus socios impedían su capacidad de recaudar impuestos. Holanda, cuyo ministro de Finanzas, Jeroen Dijsselbloem, siendo  presidente del Eurogrupo fue de los más exigentes en reclamar ajustes a Grecia, es uno de los países que fomentan la evasión fiscal de las empresas que operan en Grecia y contribuye así a agravar los recortes y penurias que sufren los griegos.

Frente a esta situación expuesta, Zucman propone un plan de actuación para corregir la evasión fiscal de las grandes fortunas y de las multinacionales. Lo primero, sería la creación de un registro mundial de los títulos financieros señalando sus poseedores, que el FMI con sus propios medios podría instaurarlo en el corto plazo. Para que funcionara, este catastro financiero debería ir acompañado de un intercambio automático entre países, incluyendo, por supuesto, a los bancos de los PF. Lo segundo, serían las sanciones arancelarias. Un ejemplo, Francia, Alemania e Italia pueden establecer conjuntamente unos aranceles del 30% a los bienes importados de Suiza, ya que los costes para esta superarían los ingresos que sus bancos obtienen por la evasión fiscal. Por último, sería la creación de un impuesto global progresivo sobre las fortunas. Si los gobiernos han renunciado a gravar la riqueza es porque temen que se oculte. Pero este riesgo puede neutralizarse como hemos visto y los Estados podrían recobrar la soberanía que los PF les han robado, y, con ella, los medios para corregir la expansión de las desigualdades. Mas, es claro que la actual clase gobernante de la UE no hará nada en esta dirección, por lo que podría ser acusada por tolerar y facilitar la comisión de un delito.

Los grandes poderes financieros en el sistema neoliberal, a los que están subordinados los poderes políticos, necesitan de la deuda como mecanismo de explotación. Tal como lo explica Maurizio Lazzarato en su libro La fábrica del hombre endeudado,  la deuda actúa como mecanismo de “captura”, “depredación” y  “extracción” con respecto a la sociedad en su conjunto, como un instrumento de mandato y gestión macroeconómicos y como mecanismo de redistribución de la renta. El neoliberalismo, desde su aparición, ha descansado sobre la lógica de la deuda y ahora más todavía. Los grupos de poder vinculados a la economía de la deuda se han servido de la reciente crisis financiera como la ocasión perfecta para extender y profundizar en la política neoliberal. Amenazando con una visión apocalíptica del impago de la deuda soberana, los grupos de poder perseveran y profundizan en un programa con el que llevan soñando desde los años setenta del siglo XX: reducir salarios y pensiones al mínimo imprescindible, eliminar derechos socio-laborales y recortar  el Estado de bienestar para negocio de empresas privadas.

Anteriormente he citado, según Gabriel Zucman los franceses tienen unos 350.000 millones de euros offshore, la mitad de ellos en Suiza. Sin esta evasión fiscal permitida por el secreto bancario, la deuda pública gala no alcanzaría hoy el 94% del PIB, sino el 70%, el nivel anterior al estallido de la crisis financiera. Ello supondría que podrían suavizarse los programas de austeridad, que está generando tanto sufrimiento en tanta gente. Pero no solo eliminando los Paraísos Fiscales se reduciría la deuda pública, también habría que hacer una auditoría veraz de ella, realizada por una comisión de expertos. Y así podríamos conocer el porcentaje de deuda odiosa o ilegítima. Este concepto se atribuye a un jurista y profesor de derecho financiero, Alexander Sack, que en 1921 publicó un tratado denominado Los efectos de las transformaciones de los Estados sobre sus deudas públicas y otras obligaciones financieras, donde sostenía que una deuda es ilegítima cuando se dan tres circunstancias: que se ha comprometido sin el conocimiento de los ciudadanos (o sus representantes); que se ha gastado en actividades que no redundan en beneficio del pueblo; y que los prestamistas (los bancos) son conscientes de esta doble situación anterior. Obviamente en estricta justicia, los Estados es decir todos los ciudadanos estaríamos exentos de pagar esa deuda odiosa, aunque tendríamos que exigir responsabilidades a quienes la contrajeron, y que han causado y los siguen causando tantos sufrimientos a tantos españoles. Hace falta voluntad política, como la hubo  en el  Ecuador de Correa donde se creó una Comisión de Auditoría de la Deuda en julio de 2007 para analizar la deuda en el periodo 1976 – 2006.

Concluyo, si hoy los españoles estamos sometidos a tantos sufrimientos es por la susodicha deuda pública, que podría ser aminorada en gran parte, como he comentado anteriormente. Sufrimientos que producen muchas muertes: de pacientes en las largas listas de espera sanitarias, de ancianos que prescinden de los medicamentos para poder comer, de dependientes que no son atendidos por no recibir la ayuda a la que tienen derecho, de enfermos de Hepatitis C al no recibir la medicación, del padre de familia en paro que se suicida para no verse desahuciado de su vivienda, etc. Esta realidad sangrante ha llevado a hablar de necropolítica neoliberal, tal como expresa Clara Valverde Gefaell en su libro De la necropolítica neoliberal a la empatía radical. Violencia discreta, cuerpos excluidos y repolitización. De estas muertes hay responsables por lo que, tal como sugieren las profesoras Lourdes Benería y Carmen Sarasúa, se les podría inculpar en un futuro del delito de crímenes contra la humanidad, porque esas políticas producen daños gravísimos directos y también indirectos a grandes masas de población, que se conocen de antemano y a pesar de ello los ejecutan con premeditación y además para beneficio de una minoría.

Paraísos fiscales, deuda pública y necropolítica neoliberal