jueves. 28.03.2024

Un programa económico para Podemos (la hora de la redistribución)

Podemos tendrá que nadar en medio de la economía de mercado, con sus virtudes y sus defectos, pero, aún así, tiene mucho tajo posible por delante.

Aún existe en los sindicatos y en algunos partidos –suponiendo que lo crean– la creencia de que es posible un cambio de modelo tal que permita colocar a los casi cinco millones y medio de parados que según el INI tenía la economía española al final del tercer trimestre del año. Se trata de una falsa ilusión porque en una economía de mercado, es decir, en una economía donde las decisiones de consumo y de inversión se toman de forma descentralizada y motivadas por el egoísmo personal, es imposible que estas decisiones coincidan con las necesidades de nivel de producción y de sectores capaces de dar empleo a los parados del país. Trataré de este hecho y de sus posibilidades más adelante, pero ahora expongo el siguiente cuadro estadístico:

Podemos podrá llegar al poder, pero creo que no podrá romper con ese muro de propaganda y de intereses privados institucionalizados que impedirían siquiera una planificación al menos del subsector de lo público

Los datos de estas licencias explican por sí solos la caída de la producción y el consiguiente empleo en el sector de la Construcción. Este sector tiene su propio ciclo y tardará más de una década en recuperar una parte sustancial de lo que se construía en el 2006 y supone la mitad del empleo directo e indirecto perdido. Es decir, a corto y medio plazo no hay sector capaz de sustituir a la Construcción como generador de empleo. Los dos candidatos que pueden paliar su efecto serían el turismo y la industria y servicios derivados de la cultura en español. Y eso que estamos contemplando el problema del lado de la oferta, pero por el lado de la demanda nada aseguraría que, en el caso de que tuviera el Estado instrumentos coercitivos capaces de influir en los sectores óptimos de creación de empleo, que sus productos fueran demandados en la misma medida que fueran ofrecidos. Lo paradójico es que sí existen los instrumentos analíticos y estadísticos capaces de determinar cuál sería la demanda final (suma de gasto e inversiones públicas, consumo e inversiones privadas) en cantidad y en sectores capaz de producir suficiente bienes y servicios para dar empleo al menos a una gran parte de los parados. Estos instrumentos son el análisis Input-Output y la programación lineal. Me explicaré. Leontief y Kantorovich –entre otros– en los años 30 del siglo pasado fueron capaces de construir ambos instrumentos para dotar de racionalidad y eficacia a la labor del Estado en la antigua URSS en temas económicos. Una tabla de Leontief es un cuadro de doble entrada de datos donde cada elemento del cuadro (matriz) nos da un coeficiente que nos dice qué cantidad de un bien o servicio es necesario emplear para producir una unidad de cada uno de los bienes y servicios de la economía. Por ejemplo, un coeficiente que relaciona el caucho y el sector del automóvil nos dice qué cantidad del primero lleva incorporado las ruedas de los coches que produce el segundo sector (automóvil). Con este conocimiento tan simple conceptualmente -aunque complicado estadísticamente- y sabiendo además la demanda final de bienes y servicios que antes hemos comentado, es posible saber cuánto hay que producir de bienes y servicios en el conjunto de la economía para casar demanda y oferta. Si tenemos en cuenta que año a año no varía sustancialmente la relación entre empleo y producción, sabríamos indirectamente cuánto empleo se podría crear a partir del conocimiento de la demanda final. Pero para llegar a ello se necesita hacer algo que ideológicamente es anatema, motivo de quema en la hoguera por parte de la derecha y de los ciudadanos que votan a la derecha y que sucumbirían a su propaganda: la planificación. No se trata de la errada planificación soviética de la que surgieron muchos críticos dentro del propio sistema soviético (Liberman, el propio Kantorovich, padre de la programación lineal). Podemos podrá llegar al poder, pero creo que no podrá romper con ese muro de propaganda y de intereses privados institucionalizados que impedirían siquiera una planificación al menos del subsector de lo público. Sólo con una planificación, aunque fuera más o menos laxa, podría darse ese cambio de modelo que algunos piden ingenuamente, creyendo que es sólo un problema de voluntad política y de Boletín Oficial del Estado. Podemos tendrá que nadar en medio de la economía de mercado, con sus virtudes y sus defectos, pero, aún así, tiene mucho tajo posible por delante.

Podemos tendrá que nadar en medio de la economía de mercado, con sus virtudes y sus defectos, pero, aún así, tiene mucho tajo posible por delante

Lo paradójico es que en la Unión Económica sí se tiene algo de este instrumento, aunque no es suficiente incluso analítica y estadísticamente. En efecto, en la UE se elaboran tablas Input-Output de hasta 64 actividades. El problema es que su retraso estadístico es singular, porque los últimos datos datan del 2008, ¡con lo que ha variado la estructura económica de los países! Claro que no es inocente este retraso no fuera que pudieran llegar a utilizarse para señalar, al menos, cómo sería, en qué sectores y en qué cuantía, la intervención del Estado necesaria para optimizar la creación de empleo (ver The European System account y el manual  Eurostat manual supply. Use and Input-Output tables. También el texto Compilation of US and EU. Supply use and Input-Output tables in the European classifications an comparision of the two economies). Una utilización de estos instrumentos exigiría su actualización año a año.

Todo lo anterior, que puede resultar farragoso e inoportuno para el lego que busca soluciones, es para señalar que es inútil buscar soluciones técnicas a problemas políticos. Políticamente, la parte más negativa de la economía de mercado no puede ser derribada ni asaltada a corto y medio plazo para ser sustituida por la planificación. Es más posible asaltar los cielos. No es que Podemos lo propugne, es esta una consideración del autor de este artículo para señalar que sería lo deseable. Pero un nuevo partido político con voluntad y apoyo sociológico sí tiene al menos dos tareas económicas necesarias y factibles a corto y medio plazo: la lucha contra el fraude fiscal y la redistribución de la renta y la riqueza. De la primera ya di algunos datos en la primera parte de este artículo ya publicado. Para lo segundo hay que decir que España ha pasado en poco tiempo a ser uno de los países con una distribución de la renta más desigual. El cuadro siguiente lo dice:

Un índice de GINI nos mide el grado de desigualdad del reparto de la renta entre los habitantes de un país. Nos resume mediante un dato los diversos porcentajes de renta que se corresponde con los diversos de porcentajes de ciudadanos a los que llega esa renta. Si el índice vale cero nos dice, por ejemplo, que el 10% de la renta es obtenida por el 10% de los habitantes, que el 20% de la renta le correspondería al 20% de los habitantes, y así sucesivamente, haciendo corresponder siempre el mismo porcentaje de renta con el mismo porcentaje de habitantes. Por el contrario, si valiera uno, significaría que, por ejemplo, al 1% de los habitantes le correspondería el 99% de la renta. Es decir, cuanto más alto el índice más desigualdad en el reparto de la renta o de lo que se mida. Pues bien, en el cuadro anterior podemos observar que a España, a desigualdad en los países que ahí figuran, sólo le ganan Portugal y Grecia. Tampoco es casualidad que los países más avanzados, con mejores índices de nivel de vida y con Estados de Bienestar más desarrollados, sean a su vez los que más igualdad presentan (Finlandia, Bélgica, Dinamarca, etc.). La desigualdad es un factor de agravamiento de la crisis. La razón es que se ha comprobado que la demanda de los que menos tienen se dirige a los bienes y servicios más necesarios que son, a su vez, los más creadores de empleo.

Además de la comparación internacional sobre desigualdad tenemos algo sobre la variación de esta según el cuadro siguiente:

Estos 4 puntos de diferencia en la desigualdad representa mucho sufrimiento y mucha injusticia que es necesario reparar y no sólo paliar. También reconocer que la mayor parte de la desigualdad actual –que no aparece en el cuadro– es por obra y gracia del actual gobierno. Podemos ver esto con otro cuadro estadístico:

Vemos cómo ha aumentado el primer decil de las personas que tienen dificultades para llegar a fin de mes, pasando del 24,7% en el 2005 al 30,9% en el 2011 y al 46,6% en el 2013, mérito este último entero del gobierno del PP. Y datos similares podemos ver con los siguientes deciles. El primer decil representa el primer 10% de la población, el segundo representa el 20% de la población, y así sucesivamente.

Todo lo anterior refleja estadísticamente una parte de la desigualdad. Ahí no están recogidos el deterioro de la Sanidad pública, de la Educación vía presupuestos, la eliminación casi de las ayudas a la dependencia legisladas por Zapatero con más voluntad que medios, del aumento imparable de los parados de larga duración (2.746.600 en el tercer trimestre), de los hogares con todos sus miembro en paro (1.789.000, también el tercer trimestre), el encarecimiento del consumo energético, los desahuciados, etc., que afectan más a los que menos tienen. Desde el mercado no es posible ni a corto ni a medio plazo crear empleo sustancialmente, ni siquiera con el poder fáctico de los votos que pueda llevar al gobierno al nuevo partido político que pretende ser la alternativa a la mera austeridad del PP -y del PSOE en su día-. Pero todo lo demás está por hacer: lucha contra el fraude fiscal, aumento del tamaño del Estado de Bienestar, reducción de la desigualdad, atajar el problema de los desahucios, acabar con la enseñanza concertada de los curas y monjas, etc. Para ello existen instrumentos económicos y analíticos si se tiene la voluntad política y el apoyo sociológico de una gran parte de los ciudadanos. Podemos puede representar esa alternativa siempre que también valore adecuadamente las limitaciones con las que se va a encontrar. Estoy seguro que Podemos podrá. Podrá ambas cosas: un buen diagnóstico sobre lo posible y una acción decidida y ambiciosa para cambiar las lacras de nuestra economía y de los comportamientos que la lastran y la deterioran, incluso aunque no puedan cambiar el modelo.

Un programa económico para Podemos (la hora de la redistribución)