viernes. 29.03.2024

Podemos: un Segismundo al revés

A centralidad no puede competir con el PSOE. Lo mejor es que busque su nicho a la izquierda del PSOE, que lo tiene.

La aparición de este partido junto con las coaliciones de unidad popular han revolucionado el panorama político de este país, de ahí la insistencia de los politólogos en señalar su importancia, importancia que va más allá de su peso electoral en las últimas elecciones del 24 de mayo. También Ciudadanos, pero este partido se presenta como una alternativa al Partido Popular y por ello -y sin que necesariamente sirva de precedente- tiene razón el líder de Podemos: Ciudadanos es el recambio y no el cambio; no la tiene si ello supone minusvalorar la importancia también del partido que comanda Albert Rivera. Pero Podemos, a diferencia de Ciudadanos, tiene que hacer un triple esfuerzo: presentarse como alternativa de izquierdas a lo que hay –principalmente al PSOE–, buscar la gobernabilidad y acabar con la vieja división de izquierda y derecha como inherente al mundo del trabajo, que es el paradigma en el que se han movido los partidos marxistas. No es negar la división ideológica sino es acabar con una falsedad histórica cual que la clase obrera –antes el proletariado– es revolucionaria per se, es decir, por el tipo de trabajo y el contrato que conlleva. Ni siquiera Marx lo presenta así en obras como el “18 Brumario de Luis Bonaparte” o “La Lucha de clases en Francia”. Daba Marx una definición técnica que me parece una verdad histórica: sólo son revolucionarios aquellos que no tienen más que perder que sus cadenas. Hay que tomar nota de ello. En el caso concreto de España, Podemos se presenta como la alternativa al PSOE en el seno de la izquierda. No lo tiene fácil porque los que votan al partido de Pablo Iglesias, Julián Besteiro, Indalecio Prieto y Largo Caballero se consideran de izquierdas o progresistas, y consideran que el PSOE también lo es, aunque a veces y sólo forzado por las circunstancias, se da algún paseo neoliberal que otro (Zapatero, mayo del 2010). La cuestión para Podemos es si tiene un nicho donde ubicarse, nicho distinto y distante del partido comandado ahora por Pedro Sánchez. Si Podemos busca la centralidad no la va a encontrar porque para centralidad ya está el PSOE, que con Felipe González y Zapatero se ha quedado entre dos aguas, entre el neoliberalismo intervencionista- sólo cuando hay pérdidas privadas para compensarlas con nuestros impuestos- y la socialdemocracia septentrional europea. Las leyes sobre el aborto, los matrimonios gays y el divorcio sin justificaciones son propias de partidos progresistas o de izquierdas, pero las privatizaciones ideológicas y las congelaciones de salarios de funcionarios y pensionistas son propias de la derecha. Por ello Podemos debería hacerse la siguiente pregunta: ¿qué cosas son posibles -aunque difíciles- abordar en el próximo futuro que no abordará de la misma manera el partido socialista por más socialdemócrata que se presente o se convierta? De esa respuesta y de los visos de gobernabilidad con que presente esa alternativa dependerá su futuro. Veamos algunas sugerencias:

1) El paro. Se suele presentar por parte de todos lo partidos –incluido Podemos– que el principal problema de la España actual es el paro. Es un error porque, en mi opinión, el principal problema de la España actual es la consecuencia del paro y el desigual e injusto –no son la misma cosa– reparto de la renta y la riqueza. Podemos conceder que el segundo es el paro y nada más. También para el PP el principal problema es el paro –o eso dice– pero practica la austeridad en política económica, que es el camino despejado que lleva y ha llevado a mayores niveles de paro y de empleo deleznable. Es la hora de la redistribución, sea cual sea el crecimiento del PIB en el próximo futuro y sea cual sea el ritmo de creación de empleo que, en todo caso, será lento. Ahí Podemos tiene un campo abonado que no cubre ningún partido.

2) La participación de lo público en el PIB. El PSOE no va a hacer nada sustancioso para modificar la insuficiente ratio entre lo uno y lo otro que tanto nos aleja de la media europea y, más aún, de Francia, de Holanda y de los países nórdicos. Estamos alejados en torno a 60.000 millones –seamos moderados– de la media europea, que es la cifra de fraude fiscal que los estudios más moderados a su vez nos señalan. Es decir, sin modificar el sistema fiscal actual, sólo combatiendo el fraude fiscal, podríamos acercarnos al objetivo de la media europea en ese ratio. El PP considera como partido de la derecha rancia que cuanto menos sector público mejor, que la educación y la sanidad se la paguen quien pueda, aunque con la boca chica diga lo contrario. Ciudadanos parece ahora tener un criterio distinto, pero creo que es sólo una pose coyuntural; luego volverá a los paradigmas de la derecha friedmaniana y a la que representaron históricamente Ronald Reagan y Margaret Thatcher. No significa eso que el PSOE no vaya a tomar medidas más contundentes que las actuales si llega al poder con el fraude fiscal –y en las cotizaciones de los empresarios–, pero nunca con el fin de aumentar con subidas de impuestos la ratio de lo público. Ahí tiene también un campo abonado Podemos, pero con mucha pedagogía previa. Muchísima.

3) La educación. Lo de la enseñanza concertada fue un invento anterior a la democracia pero que asumió ese malabarista de la política que fue Felipe González, el de la “OTAN, de entrada no”. Que persista semejante engendro discriminatorio en varios sentidos no es compatible con una enseñanza pública gratuita, aconfesional y no discriminatoria. Puede apostar Podemos que ni Pedro Sánchez ni ningún futuro dirigente del PSOE va a modificar el status educativo de la prevalencia del ideario del colegio –es decir, la del director del colegio de turno– por el de la libertad de cátedra. Seguiremos viendo a curas y monjas en las aulas, en sus aledaños y/o mandando en muchos colegios. Tarea inmensa por hacer, difícil sociológicamente, pero factible y necesaria, que son las dos condiciones que debe cumplir cualquier alternativa a lo existente.

4) Enterrar la austeridad y girar a un keynesianismo no inflacionista que permita un crecimiento sostenido. El criterio es fácilmente enunciable: que el gasto público sea tal que la demanda agregada de un año no sea inferior a la del año anterior. Recordemos que la demanda agregada es la suma del consumo, más las inversiones privadas, más el gasto y la inversión pública, más las exportaciones, menos las importaciones. La austeridad ha hecho más ricos a los que lo eran, ha aumentado el número de ricos y ha empobrecido al 90% de la población, tanto asalariados, autónomos, pensionistas y a buena parte de la pequeña y mediana empresa. En desigualdad y según datos de Eurostat sólo nos supera Lituania entre los países de la UE. En fin, no es que la macroeconomía lo arregle todo, pero la austeridad ha sido suicida; mejor dicho, homicida.

5) En lo laboral acabar con lo que queda de la reforma laboral del PP. Lo que queda, porque a la izquierda ya le ha enmendado la plana los tribunales principalmente en lo referente a lo de la retroactividad de los convenios. Pero queda lo del salarios mínimo. Los 648,60 euros en 14 pagas es indigno y sólo nos superan por abajo Grecia y Portugal. El salario mínimo debiera estar en torno a los 1000 euros en 12 pagas. De nada sirve que el mínimo actual lo sea en 14 si la inmensa mayoría de los contratos actuales son temporales y pocos empresarios llegan a pagar las 14. Yo defiendo que para los contratos temporales sea más alto el mínimo que para los indefinidos para incentivar así el pase de la temporalidad a la permanencia, pero no he tenido ningún éxito. No dudo que el PSOE aumentará el salario mínimo pero ni con mucho llegará al mínimo señalado. El salario mínimo tiene una importancia mayor de lo que parece. Si es tan bajo como el actual es verdad que no tiene influencia, pero salarios mínimos más altos tienen dos consecuencias económicas positivas: expulsan a los malos empresarios del mercado por emprendedores de verdad, con visión a medio y largo plazo, y sostiene la demanda a través del Consumo vía rentas.

6) Renta mínima para los que no alcanzan un mínimo de renta. Podemos ha defendido lo que algunos economistas defienden: una renta básica universal para todos. Se entienden las razones económicas y algunos países tienen algo parecido, pero en España no hemos alcanzado un nivel de generación de renta y riqueza para abordar tal cosa. Aún no es posible esa implementación y nunca me parecerá justa; tampoco de izquierdas. Pero sí se puede acometer rentas mínimas para individuos y familias cuya fuente de ingresos –o que no tengan ninguna– no alcancen un mínimo. Ya existen mínimos de integración o básicas, que además son distintos según Comunidades, pero esta panoplia de rentas parece injusta e insuficiente en muchos casos. No es suficiente para 13 millones de personas en el umbral de la pobreza. Debiera ser la Administración Central quien fijara la renta mínima y, en todo caso, permitir un pequeño abanico fruto de la complementación de las Comunidades pero con estrecho margen. Los derechos a una vivienda digna y a una alimentación y vestido suficiente y digno no pueden depender del territorio donde vivas. Mucho tajo ahí y muy difícil, pero gobernar desde la izquierda es mucho más difícil que desde la derecha, donde impera el aforismo de que “a quien Dios se la dé San Pedro se la bendiga”.

7) Sistema tributario. Queda dicho que en temas de fiscalidad la principal tarea de un gobierno de izquierdas en España sería la lucha denodada contra el fraude fiscal. Los estudios más moderados indican que no menos de 60.000 millones es el fraude fiscal y en las cotizaciones, que es justamente la cifra que nos aleja de la media europea de la relación entre gasto público y PIB. Pero además el sistema fiscal actual adolece de justicia. Es significativo que, según datos de Eurostat, España es de los pocos países que la distribución de la renta –índice de Gini- empeora su índice de desigualdad tras la toma de los impuestos y su posterior gasto público. Por ejemplo, en el liberal Reino Unido parte de un índice de Gini más desigual en el reparto de la renta que en España antes de los impuestos, pero luego lo mejora tras el gasto, de tal manera que supera a España en la mejora de la igualdad. Es un caso asombroso el español que sólo se puede explicar en su mayor parte por los altos niveles de fraude y de elusión fiscal y en las cotizaciones; pero también por la panoplia de deducciones, exenciones, bonificaciones en los impuestos, como aquellos que atañen a las rentas del capital, al impuesto de sociedades y en lo que queda del impuesto del Patrimonio en las Comunidades. Hay que eliminar todas estas deducciones porque la Administración –las diversas Administraciones– no controlan la justeza y veracidad de ellas; hay que acabar con la posibilidad de deducción por compensación de supuestas pérdidas futuras, con la libertad absoluta en los criterios de amortización, llevar las rentas del capital en el IRPF a los tipos marginales, subir el tipo de las SICAV, etc. Por último, una medida que podría incorporar Podemos en su programa de cara a las generales sería la publicación de las rentas de todos los ciudadanos y de todas las empresas. Es una medida radical ciertamente. Nunca llegará tan lejos el PSOE; a lo más se atreverá con determinados colectivos o en determinadas situaciones como la de los defraudadores, la de aquellos que aparecen en las lista Falciani –si los jueces lo permiten–, de las sociedades en sus diversos impuestos, etc. Pero lo eficaz es la publicación de lo declarado por todas las personas físicas o jurídicas en todos los impuestos. Es de imaginar la importancia que tendría para Hacienda, para bancos y cajas en su faceta de prestamistas, para empresas en sus bifrontes aspectos de acreedoras y deudoras la exposición pública de lo declarado por todos los españoles y empresas –y, por omisión, lo no declarado– en impuestos como el de sociedades, patrimonio –aunque estén exentos o bonificados en un 99%-, transmisiones, sucesiones, IVA, etc.

8) Sistema financiero. La Unión Europea rescató a la banca y cajas españolas a través del FROB. Los tres bancos que más se han beneficiado por las ayudas europeas –pero con el aval del Reino de España– fueron Bankia, NovaCaixaGalicia y Caixabank. La operación de compra-venta por parte del Gobierno de Rajoy de NCG ha sido nefasta porque los contribuyentes hemos puesto 8.000 millones de euros, y las ayudas a Bankia superan los 23.000 millones. El FROB ha reconocido pérdidas de las ayudas a los bancos por 36.932 millones de euros en los ejercicios 2010, 2011 y 2012. Y la cosa puede ser más grave porque la cifra comprometida en el rescate bancario era de 173.302 millones (nov-2013). La mayor parte de esta cifra son avales del Estado español frente a la UE a través del MEDE, pero de la cifra anterior en el 2013 las ayudas directas eran 55.691 millones, de los cuales 40.000 millones –hoy son algo más– las ha aportado la UE. Son cifras mareantes. Pues bien, Podemos tiene ahí una tarea ímproba y en solitario cual sería la de hacer pagar al ¡conjunto del sistema financiero! todas las ayudas materializadas en estos bancos y en el resto. Para ello sólo tendría que establecer un tipo distinto y más alto que el actual en el impuesto de sociedades para el sistema financiero –o circunscribirlo sólo para bancos y cajas–. Es verdad que ello crearía una injusticia en el reparto de las cargas de lo pagado para el rescate bancario, por ello más adelante se debería devolver a los bancos y cajas –si es que al final queda alguna- que no recibieron ayudas la parte aportada. Ni siquiera el PSOE más socialdemócrata se atrevería a tamaña afrenta –es ironía- a la banca pero sí lo puede abordar Podemos. Es una medida racional, compensatoria por lo contribuido, no afecta a la asignación de recursos puesto que es un impuesto sobre las ganancias y no sobre los depósitos –eso sería un error– y puede generar suficientes recursos. Creo que nadie ha pensado sobre ello y ahí Podemos podría diferenciarse netamente de las posibles soluciones pesoistas, suponiendo que el partido de Pedro Sánchez lo vea como un problema y quiera aportar alguna solución.  

9) Tomar la bandera de la III República. Vivimos en una injusticia histórica, en una afrenta a los españoles y foráneos –recuérdese las brigadas internacionales– que defendieron un régimen legítimo. Ahora tenemos una Constitución cuya cúspide –la Monarquía hereditaria– fue restaurada por un dictador y criminal de guerra (así fue declarado en efigie en Nuremberg). Como daño colateral aún permanecen enterrados en las cunetas -y en algunos casos de forma colectiva- muchos republicanos que, ahora y siempre, sus familiares han luchado por enterrarlos como los demás entierran a sus deudos. La timorata ley de la memora histórica de Zapatero ha impedido que se cumpla porque depende de los municipios, municipios en gran medida en manos del PP, partido que es la herencia del franquismo. Ahí tiene tajo Podemos porque el PSOE no va a cambiar mucho la cosa y el PP se burla y se ha burlado de los que buscan los huesos de sus ancestros asesinados legal o ilegalmente por franquistas y falangistas, a veces con aprobación en tribunales franquistas con jueces franquistas. El PP ha pisoteado los derechos de los asesinados y de los familiares y el PSOE ha mirado para otro lado. Tajo, mucho tajo, mucha reparación pendiente, que es inevitable acometer porque la injusticia, el crimen y las afrentas a la dignidad de los vencidos no se reparan con el olvido.

Hay muchos otros puntos que puede abordar Podemos que le diferencien del PSOE, pero los elegidos me parecen los más importantes. Encabeza este artículo un título que remite a la paradoja que se enfrenta Segismundo cuando despierta en una cueva y se ve privado de libertad. Él ve a un ave, a un bruto –un felino se entiende-, a un pez y a una culebra que, a pesar de sus limitaciones y sus diferencias con él, ser humano dotado con más alma, con más inteligencia –con más “distinto” dice–, con más albedrío y con más vida, a pesar de todo eso, tiene menos libertad. La belleza con que expresa Calderón esa contradicción sólo la alcanza el divino bardo en sus obras. Podemos, como sujeto colectivo, se encuentra justo al revés. Ha salido como partido de las aulas –una cueva al aire libre si vale la contradicción–; aparentemente tiene toda la libertad para hacer un discurso programático y rompedor, pero su situación real como sujeto colectivo aspirante al poder es muy otra. No tiene la libertad que los sentidos le señalan. Estos le traicionan. Debe hilar muy fino y meterse en la cueva donde ha salido para ensanchar la libertad desde dentro, no para abandonarla. Debe compaginar radicalismo en las soluciones de problemas radicales con gobernabilidad propia o ajena apoyada. A pesar de las apariencias no es libre, justo el caso contrario que Segismundo, que no lo es porque la realidad se lo impide. Podemos ha acertado en apoyar al PSOE con el fin de expulsar al PP de algunas Comunidades y municipios, pero ha fallado en el caso andaluz. Ahí le ha ganado por la mano Ciudadanos. Ni Podemos ni Ciudadanos ganaban nada con el voto negativo a la investidura de Susana Díaz porque, dados los resultados electorales, no había alternativa política al PSOE; sólo la había aritmética, es decir, no la había porque para ello debería formar gobierno el PP con el voto de Podemos, algo imposible, insospechado y contra natura. Ahí Podemos ha pecado de bisoñez y Ciudadanos le ha ganado con oportunismo. Al menos en política el oportunismo siempre gana a la bisoñez, es una ley universal.

Las elecciones generales de noviembre y lo que pase después dará una medida de la capacidad y talento de los dirigentes del partido de Pablo Iglesias. Si no andan con tino el resultado más probable es que veamos gobernar a Pedro Sánchez ¡con el apoyo de Ciudadanos! y no condicionado desde la izquierda por Podemos. Ya lo hizo Felipe González en los 14 años que gobernó, que eligió sin dudar nunca a CiU y al PNV como socios de gobierno en las dos mayorías relativas en detrimento de Izquierda Unida. Podemos se enfrentará con el dilema que tuvo IU: qué hacer con y frente al PSOE. Izquierda Unida nunca resolvió el dilema satisfactoriamente, ni siquiera con el maestro en sermones que era Julio Anguita, y ha acabado por sucumbir frente al compañero-adversario de la casa común. Y cuando Almunia buscó la cohabitación en esa casa, los electores le dieron mayoría relativa a Aznar, un falangista tardío disfrazado de demócrata. Pablo Iglesias dice que quiere ocupar la centralidad, pero eso le obligaría a abandonar un discurso de izquierdas. A centralidad no puede competir con el PSOE. Lo mejor es que busque su nicho a la izquierda del PSOE, que lo tiene.

Podemos: un Segismundo al revés