miércoles. 24.04.2024

Madrid, según Marx (Groucho)

¿Son los ediles del PP humoristas tributos del gran Groucho o es que ignoran lo que piensan, de verdad, los madrileños de su gestión?

botella
Foto: Flickr 'Ana Botella Crew'.

¿Son los ediles del PP humoristas tributos del gran Groucho o es que ignoran lo que piensan, de verdad, los madrileños de su gestión?

Un día pasó por Madrid el pequeño gran actor Danny de Vito y se encontró la ciudad patas arriba, carcomida por obras por doquier, toda destripada, agujereada. Y el actor, tirando de sarcasmo, no lo dudó: “Me voy. Cuando encuentren el tesoro que me avisen, ¿ok?”. Eran los años de Ruiz Gallardón, aquellos que dejaron más de siete mil millones de euros de deuda a los madrileños. Y cuando el ahora exministro se fugó hacia el Gobierno de Rajoy, no tuvo mejor ocurrencia que dejar el desaguisado en manos de Ana Botella, sin tener en cuenta la opinión de nadie, ni menos aún de los madrileños.

Ya se sabe que la alcaldesa no se presentará a las elecciones. Qué razón tenía Groucho Marx cuando decía que “el secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio; si puedes simular eso, lo has conseguido”. Pero Ana Botella se va porque no lo ha conseguido: ni ha jugado limpio ni ha sido un ejemplo de honestidad política ni de eficacia en los momentos más graves o insólitos de Madrid de los tres últimos años, ni cuando el Madrid-Arena, ni durante la huelga de basuras, el recorte en los jardineros urbanos, las privatizaciones hasta de las viviendas sociales, los parquímetros y un largo etcétera.     

Jugar limpio es actuar con transparencia, coherencia y verdad. No basta con decir, como Groucho, “¿a quién va a creer usted? ¿A mí o a sus propios ojos?”. Madrid es una ciudad descuidada, abandonada, que funciona como los aviones sobre el Atlántico: con el piloto automático puesto. Y la alcaldesa lo ha comprendido. Que Esperanza Aguirre haya dicho que Botella siempre hace lo mejor para el PP parece un insulto más, porque lo que tenía que haber hecho era lo mejor para los madrileños. Y ahí no se ha jugado limpio.

El rifi-rafe en Génova por la sucesión habrá influido, claro; en todas partes cuecen habas. Pero el hastío de los madrileños habría tenido que bastarle. Ahora se iniciará una pelea de familias y corrientes para buscar candidato, y puede que Rajoy se saque de la manga un as marcado para no perder el feudo madrileño con el mismo lema electoral empleado y del que lleva abusando desde que llegó a La Moncloa: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”. Groucho Marx otra vez.

Los ciudadanos y la oposición municipal llevan mucho tiempo anunciando la caótica situación de Madrid en manos de la mayoría absoluta del PP y la respuesta ha sido siempre el silencio, o llevar la contraria, como si así se resolviera algo. Año tras año, Pleno tras Pleno, la postura del PP ha sido siempre la misma: “Todavía no sé qué me vas a preguntar, pero me opongo”. Una estrategia marxista (de Groucho) que ignoraba las consecuencias de una actitud tan arriesgada: “Partiendo de la nada, hemos alcanzado las más altas cotas de miseria”. ¿Son los ediles del PP humoristas tributos del gran Groucho o es que ignoran lo que piensan, de verdad, los madrileños de su gestión?

Se ha anunciado la marcha de Ana Botella y sus defensores han vuelto a tirar del manual marxista y han concluido que “es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente”, por lo que no ha habido lamentos, lutos ni nadie que se haya rasgado las vestiduras. Ahora el PP pretenderá que se olvide su paso por la alcaldía (ya han empezado suprimiendo la denominación “Arena” al Pabellón Multiusos y al Palacio de los Deportes), y volcarse con la nueva candidata, Aguirre o Cifuentes, para ver si es posible encontrar a alguien que no considere a Madrid su finca particular.

En veinte años de gobierno del PP nunca estuvo la ciudad tan desatendida, sucia, con ratas a la vista, peligrosa ni devaluada. Ya pueden hartarse de hablar de “herencia recibida” porque todos los vecinos saben que el PP es heredero de sí mismo y contra esa realidad no hay mentira que, por repetida que sea, se convierta en verdad. Esperar hasta mayo se va a hacer muy largo contra esta mayoría absoluta, a la espera de que un gobierno municipal de coalición controle un poco más sus impulsos. Sólo queda considerar, humorísticamente, que si el PP tira del argumentario de Groucho Marx y considera que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”, están en su derecho, a pesar del sarcasmo de Danny de Vito y de la perplejidad de muchos madrileños. Al menos, que nunca falte el sentido del humor.

Salvo si hay vidas en juego. Como las está habiendo con las ramas caídas. Entonces la ineptitud no tiene ni pizca de gracia.

Madrid, según Marx (Groucho)