jueves. 28.03.2024

La publicidad de medicamentos es engañosa y peligrosa

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Hay una tendencia comercial a difundir mensajes de remedios definitivos para resolver problemas que angustian a un gran sector de la población: obesidad, insomnio, dolor, incluso enfermedades consideradas como muy graves

Vencer el insomnio, curar en minutos el malestar de un resfriado, acabar con los dolores articulares, recuperar la pérdida de memoria, olvidarse del estreñimiento, mejorar las digestiones, no sufrir acidez de estómago, tener memoria, sentir más energía. Esto y mucho más prometen ciertos anuncios televisivos y radiofónicos que a través de un interesante trabajo de investigación sobre la publicidad engañosa con pretendida finalidad sanitaria, fueron cuestionados en 2009  por los profesores de la URJC de Madrid Clara Muela y Salvador Perelló.

El mencionado estudio denunciaba la ligereza con que se vulnera la ley (artículo 4 del Real Decreto 1907/1996 sobre Publicidad de Productos o Servicios con pretendida finalidad sanitaria) que determina los criterios de veracidad sobre salud en publicidad. Unos criterios que se siguen vulnerando si consideramos que, por ejemplo, uno de los preceptos de esta norma prohibe que ningún personaje famoso o ningún médico pueda participar en anuncios relacionados con la salud, práctica que sin embargo es frecuente.

Hay una tendencia comercial a difundir mensajes de remedios definitivos para resolver problemas que angustian a un gran sector de la población: obesidad, insomnio, dolor, incluso enfermedades consideradas como muy graves. No obstante, mi objetivo en este breve artículo no es denunciar el engaño de ciertos productos de terapias naturales y alternativas ofrecidos en teletiendas y de venta en parafarmacias e incluso farmacias, sino advertir sobre el peligro de que verdaderos medicamentos son ofrecidos como productos de consumo sometidos a una manipulación publicitaria.

Pondré como ejemplo el anuncio televisivo de Voltadol, un gel a base de diclofenaco que antes se llamaba Voltarén gel  hasta que dejó de ser financiado por la  seguridad social. El spot muestra a una jovial sexagenaria que tras hacer una mueca de dolor al agacharse,  apenas se aplica un poco de gel en la zopna dolorosa comienza a jugar con su nieto como si fuera una contorsionista. Burdo engaño. Como médico, considero este anuncio como una falta de respeto a quienes sufren dolor crónico, pues ofrece unas expectativas analgésicas inmediatas e irreales («hasta doce horas sin dolor») a quienes sufren artrosis y artritis es una tomadura de pelo ya que, aunque el diclofenaco es un buen antiinflamatorio, sus efectos no son ni mucho menos espectaculares ni instantáneos.

Otro ejemplo es un anuncio de Frenadol en el que un hombre encamado por un catarro, se levanta para abrir la puerta de su casa y se encuentra con dos niños sonrientes y preparados para ir de pesca. El señor del trancazo, al reparar en que olvidó la cita, se toma un sobre de Frenadol y en la secuencia siguiente aparece vestido, en forma y conduciendo de camino al río para pescar.  Seamos serios por favor, pues no hay ningún fármaco que proporcione una mejoría tan inmediata a quien está con fiebre y sufre un fuerte catarro, y si existiera, y mismo me lo estaría tomando porque llevo tres días peleando con un virus y no mejoro. Pero aparte del engaño de ofrecer un alivio inmediato e irreal, que el protagonista del anuncio se ponga al volante de un coche tras tomar su mágico sobrecito, es una irresponsabilidad ya que Frenadol contiene un antihistamínico (clorfeniramina) que produce somnolencia y sedación, y no se recomienda conducir bajo su efecto.

Además de los efectos nocivos de la publicidad, deberíamos considerar que muchos medicamentos de venta sin receta pueden ser peligrosos si se toman a dosis elevadas o inadecuadamente. Si bien la codeina (alcaloide opiáceo) ha ido desapareciendo de los jarabes para la tos, ésta ha sido sustituida por el dextrometorfano (fármaco opioide de síntesis), y es un hecho que muchos jóvenes toman estos jarabes a altas dosis (y mezclados con alcohol) paracolocarse. ¿Sus efectos? En una primera fase, el dextrometorfano estimula, pero a mayor dosis provoca un estado de embriaguez, falta de coordinación, alucinaciones, e incluso puede ser letal por su acción supresora sobre el sistema nervioso central.

Siempre he mostrado cautela ante los medicamentos que se pueden comprar sin receta, pero que además se publiciten y se les atribuya una inocuidad y efectividad desmesurada, además de un engaño es una incitación al autodiagnóstico, la autoprescrpción y una trivialización de lo que supone tomar un fármaco. Hablaré sobre la venta de medicamentos sin receta en otro artículo. 

La publicidad de medicamentos es engañosa y peligrosa