jueves. 28.03.2024

Perfil psicopatológico de Donald Trump

unnamed

Trump se comporta como un megalómano que cree que todo gira a su alrededor, se autovalora desmesuradamente, necesita ser admirado y se siente con derecho a manejar el destino de los demás tratándolos, si fuera necesario, de un modo ruin y despótico

El triunfo de Donald Trump ha desconcertado a quienes dudan que esté psíquicamente centrado y les preocupa lo que el ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, planteó como una alarmante incógnita: «¿Será que Trump solo dice cosas locas, o dice esas cosas porque está realmente loco?».

Donald Trump lleva décadas forjando un personaje a fuerza de actuar sin guardar las formas y confundiendo la mala educación con  la falsa asertividad de quienes alardean de hablar claro sin importarles humillar tanto a un interlocutor como a un país entero. El talante provocador y prepotente de Trump presagia graves conflictos en las relaciones internacionales de los EEUU y un deterioro en sus alianzas que puede repercutir política y económicamente, en el resto del planeta. Valga como ejemplo la beligerancia de Trump contra China, su desprecio hacia México o la oscura simpatía que profesa por Putin.

Preocupa también que Trump haya ganado las elecciones con el populismo de unas consignas imprecisas y un ideario oportunista y fácil de asimilar por las bases por recurrir a argumentos tan primarios como el rechazo xenófobo a que EEUU sea invadida por inmigrantes o el repudio al feminismo radical por atentar contra las “leyes naturales”. Pero preocupa aun más que la oposición y la resistencia a los planteamientos fascistoides de Trump, provenga únicamente —al menos de momento– de la inmigración, de las mujeres y del movimiento BLM (antiviolencia contra los negros) pero no de las clases obreras estadounidenses.

¿Actúa Trump a impulsos y trompicones propios de un descerebrado millonario y caprichoso o está interpretando el papel que le corresponde en una estrategia muy bien diseñada?

Retomando la duda planteada por el ex alcalde neoyorquino, y desde mi perspectiva como médico que algo entiende de salud mental, he analizado el perfil psicológico de Donald Trump  concluyendo que el próximo presidente de los EEUU tiene un trastorno narcisista de la personalidad, que manifiesta con una permanente ostentación de su riqueza, la búsqueda de la admiración ajena y la ansias de poseer todo lo que pueda comprar.

Además de narcisista, Trump se comporta como un megalómano que cree que todo gira a su alrededor, se autovalora desmesuradamente, necesita ser admirado y se siente con derecho a manejar el destino de los demás tratándolos, si fuera necesario, de un modo ruin y despótico. 

Aunque a veces se muestre próximo y afable (una extroversión teatral, grosera y arrogante), Donald Trump es un showman capaz de simular sensibilidad por los demás cuando lo cierto es que carece de empatía, es un racista autoritario y siente una fobia xenófoba furibunda sobre todo contra los mexicanos y los musulmanes radicados en los EEUU. 

El futuro presidente norteamericano es el típico fachendoso y gallito narcisista que trata a todos como seres inferiores encasillándolos en roles de sumisión, tanto por su estatus como por su condición social, religión, raza o también por el sexo como queda patente en sus frecuentes y humillantes comentarios misóginos.

Ya desde una perspectiva meramente política, nuestro protagonista exhibe unas inmensas ansias de poderfanatismo y agresividad que difícilmente podrá canalizar sin poner en peligro la estabilidad del orden mundial, motivo por el que su nombramiento mantiene en alarma y expectación a gran parte del planeta.

God bless America, y que a todos nos coja confesados.

Perfil psicopatológico de Donald Trump