jueves. 18.04.2024

El miedo puede matar

La desigualdad social y el rechazo al diferente por parte de quienes se creen superiores fomenta el temor de los más débiles y pone en peligro sus vidas.

inmigrantes

La desigualdad social y el rechazo al diferente no sólo denigra a la condición humana sino fomenta el temor de los más débiles y pone en peligro sus vidas ya que, vivir con miedo también es una forma de morir

Hay muchos ejemplos de tortura que pueden ocasionar una muerte repentina sin infligir violencia física sobre la víctima. Por ejemplo, someter a la ruleta rusa a un interrogado que ignora que no hay balas en la pistola; también simular un fusilamiento con balas de fogueo; o vendar los ojos a un detenido, ponerlo al borde de un 'precipicio' y empujarlo sin que sepa que apenas hay un palmo de desnivel. En estas situaciones surgen reacciones de estrés que pueden conducir a una muerte súbita por infarto agudo de miocardio. 

Aunque en un estado de derecho de un país democrático no están permitidas —hipotéticamente— estas técnicas, sí que se consideran legales ciertas práctica que fomentan el terror. Así, en 2014, el entonces ministro del Interior del Gobierno de España, Fernández Díaz, consideró lícito disparar pelotas de goma («sin tirar a dar, sólo al agua») a un puñado de desesperados que nadaban en el mar huyendo de la miseria en busca de tierra firme y segura y que, horrorizados, creyeron que querían matarlos. El terror fue tal que quince seres humanos perecieron ahogados mientras los responsables de Interior negaron cualquier tipo de responsabilidad argumentando que ningún inmigrante recibió «ni un solo pelotazo». Curiosamente, la orden de disparar fue responsabilidad  de un ministro miembro del Opus Dei, un cristiano de esos que proclaman "amarás al prójimo como a ti mismo.

Escribo estas reflexiones porque acabo de visionar un vídeo grabado en 2015 en el campamento de refugiados de Röszke (Hungría) por una activista austriaca. El documento muestra a decenas de seres humanos amontonados frente a una mesa mientras varios policías, innecesariamente equipados con indumentaria antidisturbios, les lanzan bolsas de comida como si fueran animales. Es fácil identificar en el video el desespero de quienes se lanzan a atrapar una ración, mientras varios niños y mujeres observan aterrorizados la escena. En Röszke hubo casos de ataques cardíacos, convulsiones y de recién nacidos con fiebre alta y vómitos que no recibieron asistencia médica, mientras que la mayoría de los habitantes de la localidad húngara ignoraban a los miles de refugiados —casi todos procedentes de Siria— que huían en busca de asilo.

Hoy, en pleno 2017, en uno de los paradigmas mundiales de la democracia, un magnate que juega a ser presidente del mundo, incita una abierta hostilidad contra los mexicanos (e inmigrantes en general), y además de construir un absurdo muro, amenaza con deportaciones masivas que separarán a cientos de miles de familias. Este loco presidente ha fomentado el miedo en la población mexicana (incluso los legales) residente en los EEUU. «La comunidad vive con miedo. Los niños tienen miedo de volver a casa y no encontrar a sus papás», declaró Dylan Corbet, presidente del Hope Border Institute. Es un hecho que tanto las medidas xenófobas de Donald Trump como su decisión de derogar el Obamacare (lo que dejaría sin atención sanitaria a los 30 millones de personas que Obama consiguió cubrir asistencialmente), puede fomentar el pánico y también ocasionar muchas muertes.

La desigualdad social y el rechazo al diferente por parte de quienes se creen superiores, no sólo denigra a la condición humana sino fomenta el temor de los más débiles y pone en peligro sus vidas ya que, vivir con miedo también es una forma de morir.

El miedo puede matar