jueves. 28.03.2024

Jugando a las cartas

“Cataluña y España están instaladas en el día de la marmota”, me dice un amigo. “Y lo peor es que ésa debe de ser una de las películas favoritas de Rajoy”.

Para ir encendiendo la caldera veraniega, Puigdemont y Rajoy se han enviado sendas cartas donde se dicen lo de siempre: O sea, nada. Si un diálogo exige a los participantes no sólo hablar, sino también escuchar, lo de los dos dirigentes sería más bien un monólogo cruzado. Con las manos en las orejas, como los niños, ambos hablan y hablan sin escuchar al otro. Y así llevamos ¿cuánto? ¿Cinco años?

Pedro Sánchez tendría que inaugurar su reinado en el PSOE escribiendo también una carta; dirigida, en este caso, a todos aquellos que en Cataluña y España estén ya hartos de un debate que es tanto más cansado porque —gestos de Margallo aparte— aún no se ha producido.

Con el paso del lustro, además, el problema ha dejado de ser ya de legalidad para ser de legitimidad. Si hace cinco años la pregunta era si la Generalitat podría, legalmente, realizar un referéndum hoy nos preguntamos con qué legitimidad lo realizará. Y el de las legitimidades, es bien sabido, es un debate peligroso. Porque, en rigor, para conformar una nación no hay más que sentirse y reclamarse como tal. Y después vulnerar las leyes del Statu Quo vigente.

Además, estamos en el periodo histórico en que suceden todas las cosas que en teoría no podían suceder. Como Trump. Como el Brexit. Como Pedro Sánchez. Faltó que el Atlético ganara la Champions. Tal vez en unos años al resto de españoles nos duela el sitio donde antes estaba Cataluña, como el amputado que se sorprende y encoleriza porque le atormenta el miembro que ya no tiene. Entonces ya será tarde.

“Acabaremos teniendo un problema serio”, dice mi amigo. “Y pagarán los de siempre: los pobres”.

Y mientras tanto, Puigdemont y Rajoy jugando a las cartas.

Jugando a las cartas