jueves. 25.04.2024
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Actualizado el 3 de agosto de 2022

A principios de 2017, investigadores de la Universidad japonesa de Nagoya daban a conocer a través de la Academia Nacional de Ciencias el descubrimiento de otra anormal y extraordinaria concentración de carbono 14 detectada, de hasta un 20% más, en los anillos de alguno de los árboles más antiguos del planeta situados en el bosque de Bristlecone (*), en las Montañas Blancas, California.

Bosque de Bristlecone
Pino Bristlecone

'Evento Bristlecone' | (5.480 a. C.)

Dicha concentración de carbono 14 habría tenido lugar a inicios del Neolítico, en torno al año 5.480 a.C. y, aparentemente, estaría asociada -según las primeras hipótesis-, bien a una extrema debilidad de la actividad solar que hubiese dado lugar a una gran fase de mínimo solar desconocida hasta el momento, o bien a una sucesión de fuertes llamaradas solares combinadas con una variación de la actividad magnética solar.

Para contextualizar la magnitud de este nuevo hallazgo, nótese que el que venía siendo tomado, hasta ahora, como máximo fenómeno solar de referencia, el "Evento Carlomagno" (*) que se produjo en torno al año 774-775 d.C. y estimado en unas veinte veces superior al "Evento Carrington" de 1 de septiembre de 1859, determinó un importante incremento del carbono 14 en los anillos de árboles milenarios situados en Alemania y Japón alrededor del 1,2%. Mientras que ahora se habla de un incremento de en torno a un 20%.

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Es decir, podríamos estar ante el mayor fenómeno solar extremo en nuestro planeta descubierto hasta la fecha gracias a los anillos de esos excepcionales árboles milenarios que habrían sido mudos testigos del mismo hace 7.000 años. 

Un fenómeno solar extremo que, sin duda, debió maravillar a aquellas tempranas sociedades humanas en un momento en el que, tecnológicamente, se acababa de descubrir la rueda y se estaban desarrollando los primeros sistemas de riego en Mesopotamia.

Así, este nuevo descubrimiento vuelve a poner encima de la mesa el sorprendente desconocimiento que seguimos teniendo respecto de semejantes fenómenos extremos y extraordinarios de la meteorología espacial que han tenido lugar en nuestro propio planeta, incluso ante los ojos de las primeras sociedades de nuestra misma especie, el homo sapiens; así como también viene a recordarnos la realidad de los denominados fenómenos "super Carrington" como otro de los vectores del riesgo natural del clima espacial que precisa ser aclarado lo antes posible; si no acaso todavía en cuanto a la explicación de la totalidad del fenómeno en sí, al menos, en cuanto a la investigación y detección de todos los verificados en los últimos milenios y al establecimiento de una clara cronología que nos permita formular unas primeras estimaciones aproximativas de referencia en cuanto a su periodicidad, principales características, etc.

De hecho, hasta hace apenas una década ni tan siquiera teníamos constancia de la existencia de fenómenos del tipo del Evento Carlomagno del 774 d. C, y no fue hasta hace apenas 5 años, con el estudio de Melott y su equipo, que se comenzó a considerar que tal desconocida anomalía habría podido ser causada por una extraordinaria llamarada solar superior al mismo evento Carrington, y apoyándose en la detección de otras super llamaradas solares detectadas en otros sistemas solares gracias al telescopio espacial Kepler.

Es el momento de terminar de impulsar todo ello y tener una idea lo más clara posible de la verdadera dimensión del riesgo natural global que enfrentamos y sus distintas manifestaciones.


(*) Bosque de Bristlecone
(*) Evento Carlomagno

¿Tuvo lugar a inicios del Neolítico el mayor fenómeno solar de la historia?