martes. 23.04.2024
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La iniciativa del Parlamento Europeo y la petición de mano dura no es vinculante para el ejecutivo comunitario, pero reforzaría la idea de que las voces que exigen una regulación más estricta del mercado tecnológico son mayoría

@ebarcala | Más del 90 por ciento de las búsquedas que los europeos hacen en Internet utilizan Google. Una situación que va más allá del dominio del mercado para entrar en el terreno el monopolio y que contrasta con el 60% de cuota que obtiene en su país de origen, EEUU.

Varios grupos políticos del Parlamento Europeo y no pocos países de la Unión apuestan por recortar las alas del gigante de las búsquedas -al que acusan de prácticas de limitación de la competencia- sin descartar sanciones o incluso la fragmentación de la compañía en varias empresas.

Un expediente sin prisas

La vigilancia europea ante la posición alcanzada por Google en el mercado digital del continente se remonta a cinco años atrás. Desde 2010, un expediente sin visos de cerrarse busca la posibilidad de llegar a un acuerdo. Un proceso que se ha visto salpicado de crisis puntuales por las demandas para regular el denominado “derecho a olvido”, el uso de redes privadas de WiFi en la elaboración de los mapas de Street View o los avances de la compañía americana en la prestación de servicios considerados sensibles, como los sistemas operativos para dispositivos móviles (Android tiene una cuota de mercado del 60%), el correo electrónico o las herramientas de geolocalización.

Las conversaciones no han llegado a buen puerto. Las distintas ofertas de acuerdo hechas por Google se consideraron insuficientes y la anterior Comisión finalizó su mandato sin solventar el conflicto. Una propuesta de dos eurodiputados de los grupos Liberal y Popular (entre ellos el español Ramón Tremosa) pretende ahora espolear a la Unión para que acabe con la demora, sin descartar nueva vías de solución como la regulación legal de la competencia e incluso la aplicación de sanciones.

Europa no se fía

De forma alternativa a medidas más drásticas, se proponen acciones como establecer limitaciones a la práctica de publicitar o dar relevancia de forma sistemática en los resultados a los productos y servicios de la propia empresa. Un ejemplo sería que sucesivas búsquedas de un término implicaran la rotación de resultados en las primeras posiciones para aumentar la “neutralidad“ de las sugerencias, sobre todo teniendo en cuenta que los usuarios raramente indagan más allá de la primera pagina de respuestas tras una consulta.

La iniciativa del Parlamento Europeo y, en su caso, la petición de mano dura no es vinculante para el ejecutivo comunitario, pero reforzaría la idea de que las voces que exigen una regulación más estricta del mercado tecnológico son mayoría.

Esta posición beligerante tampoco desagrada a los países con mayor peso. Episodios como la guerra de editores de diarios contra los enlaces a sus noticias, las tradicionales cautelas francesas en la protección de derechos de propiedad intelectual y copyright o el caso Snowden, con la filtración de las prácticas de espionaje digital por la NSA que sacudieron Alemania, predisponen a incrementar a regulación del sector y han colocado a Google en el punto de mira de Europa.

Europa contra Google