Aunque el turismo rural, como concepto, empezó a cuajar en España hace algo más de una década, el negocio de las casas rurales sigue teniendo buena salud. En los tiempos frenéticos que corren, casi tres lustros de vida son muchos para un tipo de negocio que tiene que competir con ideas de ocio cada vez más tecnologizadas y variopintas.
Turismo rural en las Islas Baleares
Según el INE, el sector hostelero español se ha beneficiado bastante del fenómeno rural. Una tendencia que ha alcanzado prácticamente toda la geografía peninsular con el paso de los años. Aunque han sido Castilla y León, Andalucía y Cataluña las regiones que más han aprovechado el auge de lo rural y han acaparado, entre las tres, la mitad de la actividad.
Las cifras son algo más modestas en el caso de las Baleares: entre un 1 y 2 % de la oferta nacional. Un porcentaje óptimo, dado que el turismo rural en estas islas ha tenido, desde el comienzo, un contrincante feroz en la marcha ibicenca. Por eso, casi la totalidad del turismo insular-mediterráneo de corte rural se desarrolla en Mallorca.
Pero que la fiesta urbanita se limite a Ibiza y el relax campestre sea la seña de identidad mallorquina no es solo una cuestión de coyuntura socioeconómica, ya que el patrimonio cultural también ha influido. Mallorca es, sin duda, la isla balear que ha conservado una herencia arquitectónica más tradicional y ligada a la tierra (sobre todo, en los pueblos).
El boom de las casas rurales en Mallorca
Hablar de Mallorca es mencionar casas fabricadas con materiales artesanales, entre los que destacan la cal, el barro, la piedra y la madera. Y precisamente el encanto de estos materiales también han cautivado potenciales compradores de inmuebles que no solo buscan construcciones nuevas, informándose en sitios de personas enteradas como Mallorca Blog. Volviendo sobre los materiales de construcción de las casas rurales, tampoco se debe olvidar el detalle más importante y quizá el que explique por qué el auge del turismo rural en la zona ha sido tan pronunciado, es el patrimonio romano que se palpa y se ve en cada rincón de la isla.
Habría que obviar la capital palmesana, por aquello del aire gótico que desprende su arquitectura pública y religiosa, pero, en general, la isla rezuma tradición milenaria y espíritu rústico. Ciertamente, si hay algo de lo que puede presumir Mallorca es de alojamientos rurales, especialmente, cuando se trata de sacar a relucir las 'posesiones'.
Puede que la mayor parte de los ingresos derivados del turismo rural en la isla mallorquina (por no decir casi la totalidad) provenga de casas típicas: pequeñas, unifamiliares y localizadas en pequeños centros urbanos. Pero estas construcciones, similares a los cortijos andaluces y las masías catalanas, han ayudado a diversificar el tipo de turista que acude a la zona balear. Un consumidor con más poder adquisitivo e interesado en nuevas tendencias, como la ecogastronomía y el agroturismo . Unos conceptos que están rescatando, en Mallorca, el boom de las casas rurales.
