viernes. 29.03.2024
lactosa

Los lácteos son considerados como uno de los grandes pilares para seguir una alimentación saludable. En España se han consumido desde la antigüedad ejerciendo un papel fundamental dentro de la dieta mediterránea, ya que proporcionan un elevado contenido de nutrientes en relación a su valor calórico. Su composición es muy equilibrada, con proteínas de alto valor biológico y alta digestibilidad, grasa, hidratos de carbono, vitaminas liposolubles y minerales, especialmente calcio y fósforo. La diversificación del consumo de lácteos permite un mayor consumo a lo largo de todas las etapas de la vida y, aunque las necesidades varían en función de la edad, los expertos recomiendan tomar de dos a cuatro raciones de lácteos al día.

El consumo de leche y productos lácteos, yogur y queso especialmente, se deben considerar en el contexto de una alimentación variada y equilibrada y de unos estilos de vida saludables. Los lácteos aportan actualmente entre el 44 y el 70% del calcio que ingieren los españoles. Las evidencias científicas de las que disponemos permiten afirmar que el consumo de lácteos ayuda a mantener la densidad mineral ósea. Dada la buena biodisponibilidad del calcio de los productos lácteos y teniendo en cuenta que su ingesta supone la principal fuente del mineral en todos los grupos de edad, los lácteos desempeñan un papel crucial en la cobertura de las Ingestas Dietéticas Recomendadas para la población española.

A pesar de ello, en España hay que destacar un descenso continuado del consumo de productos lácteos en los últimos años alejándonos del patrón de dieta mediterránea que hemos seguido durante siglos. Según el último informe elaborado por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente publicado el pasado mes de abril sobre consumo de alimentación en España en 2016, el consumo doméstico de derivados lácteos se redujo respecto al año 2015. Se estima que entre el 20 y el 40% de niños, un porcentaje superior de adolescentes y entre un 30 y un 45% de adultos ingieren un número de raciones de lácteos inferiores a lo recomendado. Uno de los motivos de este abandono son los problemas relacionados con la mala digestión de la lactosa. Sin embargo, las personas con este tipo de problemas no tienen por qué dejar de consumir lácteos.

¿Cuáles son mis alternativas si tengo problemas para digerir la lactosa?

La lactosa es el azúcar de la leche que tiene que ser digerida para que nuestro cuerpo lo transforme en energía. En el intestino hay de forma natural una enzima llamada lactasa. La lactasa rompe la lactosa permitiendo su digestión. Pero hay personas con menor actividad de la lactasa y por tanto la lactosa no se digiere bien. De manera oficial se han establecido tres niveles, en función de la cantidad diaria -en gramos- tolerable de lactosa: bajo (de 9 a 12 gramos), medio (de 5 a 8 gramos) y alto (hasta 4 gramos). En otras palabras, una persona con un nivel leve de intolerancia digiere mejor la lactosa que otra con un grado elevado y, en consecuencia, no está forzado a eliminar el consumo de lácteos. Cada persona debe encontrar su equilibrio, conocer cuál es su nivel de tolerancia y qué productos puede consumir.

Para una persona con dificultad para digerir la lactosa (también llamados maldigestores), la leche no es igual al yogur o el queso. El yogur es un alimento recomendado para los maldigestores por su reducida cantidad de lactosa en comparación con otros lácteos. Esto se debe a que durante la fermentación de la leche los fermentos rompen la lactosa haciendo que su contenido sea únicamente de 4g. Además, sus fermentos llegan vivos al intestino ayudando a romper y digerir su lactosa. Personas con problemas para digerir la lactosa toleran hasta 12g de lactosa al día y, la toleran mejor si la ingieren de manera fraccionada.

Teniendo en cuenta las ventajas que aporta el yogur, se presenta como una alternativa ideal para cubrir las raciones diarias de lácteos en personas maldigestoras. Se recomienda que las tomas se hagan repartidas: una unidad por la mañana en el desayuno y las otras dos repartidas a lo largo del día.

Alternativas a la mala digestión de la lactosa