jueves. 28.03.2024
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En caso de que se globalice la venta de productos GM será difícil y en algunos lugares, imposible, que se le garantice los consumidores que cualquier producto alimenticio esté libre de transgénicos. En la actualidad en América del Norte, los agricultores ya no pueden tener la certeza de que las semillas que plantan no contienen genes transgénicos.

Los genes transgénicos son a menudo “dominantes" es decir, que se heredan a expensas de los genes no modificados genéticamente, cuando se produce la polinización cruzada entre los GM y las especies convencionales. Los primeros cultivos transgénicos que fueron considerados para ser comercializados, algunas semillas oleaginosas, la remolacha azucarera y el maíz, tenían un flujo de genes (o sea la capacidad de contaminar las variedades no transgénicas) con un riesgo considerado de medio a alto.

Para evitar la polinización cruzada se supone que debe haber una distancia de al menos 50 metros entre las variedades GM y las no transgénicas. Sin embargo, el polen puede viajar mucho más lejos. Las abejas, por ejemplo, vuelan regularmente durante un máximo de 10 kilómetros; por lo tanto, el polen de los GM se ha encontrado en muchas colmenas, a 4,5 km del campo de cultivo transgénico más cercano. 

La mezcla de semillas Las semillas transgénicas o partes de los cultivos de raíces transgénicos como la remolacha azucarera, pueden quedar como desechos en los campos y crecer más tarde. Las cosechadoras se mueven de un campo a otro, pueden “colar” restos de semillas transgénicas en otro predio, si el equipo no se limpia adecuadamente. 

Los riesgos de salud no han sido desmentidos Las voces de los pro-transgénicos afirman que después de seis años no se han registrado efectos adversos para la salud tras el consumo de alimentos transgénicos en los EE.UU.; aunque reconocen que tampoco ha habido un esfuerzo por parte de las autoridades sanitarias para buscar posibles impactos sobre la salud. 

Los datos de seguridad provienen de las propias empresas de biotecnología. No se requiere una investigación independiente, ni estos son revisados por expertos que puedan afirmar con absoluta certeza, que los alimentos transgénicos no representan ningún peligro para la salud humana.

Para la modificación genética se utilizan con frecuencia ciertas proteínas procedentes de organismos que nunca antes han sido una parte integral de la cadena alimentaria humana. Por lo tanto, los alimentos transgénicos pueden causar reacciones alérgicas imprevistas, especialmente entre los niños. Los alérgenos pueden ser transferidos por los alimentos a las personas que son alérgicas, cuando éstas creen que son seguros. Desde que se introduce un nuevo tipo de alérgeno, se tarda entre cinco y seis años antes de que se reconozca algún tipo de alergia.

La modificación genética también podría hacer que las bacterias causantes de enfermedades se vuelvan resistentes a los antibióticos, ya que muchos genes de probada resistencia a los antibióticos se utilizan como marcadores en los cultivos transgénicos. Esto podría dar lugar a epidemias potencialmente incontrolables. 

Tras unos pocos años desde la introducción de cultivos transgénicos en América del Norte se produjo el siguiente resultado: Casi la totalidad de las exportaciones de maíz de EEUU y de Canadá a la UE se han detenido. El comercio de la miel canadiense fue casi completamente destruido a causa de la contaminación transgénica. Los países asiáticos, incluyendo Japón y Corea del Sur, los mayores compradores extranjeros de maíz de los Estados Unidos, dejaron de adquirirlo. Al igual que los consumidores domésticos, las empresas de alimentos, incluyendo Heinz, Gerber y Frito-Lay, comenzaron a rechazar el uso de OMG en sus productos.

El  experto en agricultura de la Casa Blanca, el Dr. Charles Benbrook calcula que el comercio de exportación perdido y la caída de los precios agrícolas causados ​​por la comercialización de GM condujeron a un aumento de las subvenciones anuales del gobierno en un estimado de 3-5 mil millones de dólares. 

Los defensores de los GM sostienen que la tecnología va a llevar a una reducción en el uso de herbicidas químicos. Sin embargo, para la mayoría de los cultivos transgénicos que se plantan hasta el momento, la evidencia no confirma esto.

Cuatro años de datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos muestra que el uso de herbicidas en la soja modificada, denominada Roundup Ready es cada vez mayor. Una investigación de la Soil Association encontró que el uso de cultivos transgénicos está dando como resultado una reversión en la utilización de herbicidas, haciendo necesario el empleo de compuestos más tóxicos, tales como el herbicida paraquat.

Los genes modificados para hacer que los cultivos sean resistentes a los herbicidas pueden ser transferidos a las malezas circundantes a las plantaciones, que entonces también se vuelven resistentes a los herbicidas. Los mismos cultivos pueden actuar como “mala hierba”. Debido a que los GM están diseñados para tener una mayor capacidad para sobrevivir, las semillas sobrantes pueden germinar en años posteriores, cuando un cultivo diferente está creciendo en el mismo campo, contaminando la nueva cosecha.

Los cultivos GM no alimentan a los pobres La idea de que los GM van a acabar con la pobreza global es probablemente la más grande de todas las mentiras apologistas de los defensores de los cultivos modificados y la más utilizada para acusar a los activistas anti-transgénicos de los países ricos, de no preocuparse por el Tercer Mundo. La verdad es que la introducción de cultivos transgénicos en el mundo en desarrollo dará lugar a rendimientos disminuidos, a malas cosechas y al empobrecimiento de miles de millones de pequeños agricultores.


Fuente: ecoticias.com

Cinco razones para seguir libres de transgénicos