jueves. 25.04.2024
copa

Sí, que gane el mejor… siempre y cuando el mejor sea nuestro equipo, claro

El día 24 de este mes se dilucida si unos se llevan la décima u otros la primera, si los ricos se hacen otra vez con la champions o son los de casi-barriada los que lo impiden y se estrenan como champineros. Con casi 6 millones de parados en España y casi 300 millones de hambrientos –niños incluidos- sólo en África, hablar de futbol desde la izquierda parece una prevaricación. Sin embargo todo tiene su tiempo y su lugar, y lo lúdico lo tiene. Además el futbol es algo más que un deporte, aunque los clubes debieran ser tan solo clubes deportivos. Hay clubes que se declaran católicos o protestantes (Irlanda), otros pretenden representar sentimientos nacionalistas, incluso el Papa actual se ha declarado forofo de un club argentino, argentino como es él, lo cual es peligroso por los posibles sesgos en las bulas papales (¿o ya no existen?). El futbol es el deporte de los pobres, lo mismo que el golf es para los privilegiados de alguna manera. Cuatro piedras y una cosa más o menos redonda y ¡a jugar…! Y, aunque algunos piensen que es panem e circenses, las ilusiones se disparan y todos se igualan en el arte de patear una pelota bajo algunas reglas. No somos quienes para quitar ilusiones y menos desde la izquierda. El aspecto negativo del futbol y otros muchos deportes es lo económico, tanto en los excesos como en los defectos, en la corrupción que a veces comporta como en las diferencias entre unos y otros. Yo no sé cómo se puede eliminar, salvo limitar presupuestos en los clubes, como hacen en la NBA yanqui. Y, por supuesto, con la lucha contra el fraude, como con cualquiera o cualquier situación de este tipo, incluso contra los forofos que son a la vez votantes.

Si los padres –uno de ellos al menos– de nuestra civilización que fueron los griegos a lo largo de más de cinco siglos aterrizaran el día 24 en el estadio da Luz en Lisboa, dirían que el Atleti es Marte y el Real es Hermes. Marte es el dios de la Guerra, con Diego Costa con peplo y coturnos incorporados, bien secundado por los centrales Godin y Miranda, más finos ellos, pero contundentes y seguros. El Real es Hermes, el dios alado –por los pies-, el dios del comercio y de los negocios ahora, con Florentino como máximo oficiante, con su amigo Gallardón y sus recalificaciones de privilegio, con CR7 y Bale como corredores, nuevos atletas, velocistas y herméticos (de Hermes). Si en la final estuviera el Barcelona entraría en juego Apolo, con su juego de toque, con Piqué como guaperas y su bella y contoneante esposa. Quizá Nietzsche lo cuadraría con lo de apolíneo y lo dionisíaco, pero no sé cómo. Atleti y Real tienen su propia historia si nos salimos de los estrictamente noventa minutos de juego. El Atleti no llega a ser en Madrid un equipo de barriada porque eso históricamente lo ha sido el Rayo, pero ha quedado muy lejos de cualquier imagen imperial, cosa que ha dado el Real para lo bueno y lo malo. El Atleti tuvo su decenio largo negro con Gil y Gil, ese presidente que dijo algún malévolo diario inglés que repetir el apellido era un apto de soberbia. No era eso, pero en lo de la soberbia no andaba descaminado, aunque era una soberbia de palurdo, no de ilustrado. Peor aún, este personaje se convirtió -quizá por vocación- en un mafioso de sí mismo, defraudando a Hacienda y a la Seguridad Social varios miles de millones en su paso por la alcaldía de Marbella. Y con el consentimiento de los marbellíes, todo hay que decirlo por aquello de la sociología electoral de las clases. Tuvo la suerte de morirse a tiempo. Este tipo introdujo la novedad de fichar personalmente a algunos jugadores, como fue el caso de Futre, el gran jugador portugués. O eso decía. Era una forma de esclavitud moderna, la esclavitud desde, por y para los ricos. En su haber, el doblete. El Real también tiene su pasado negro como equipo representante del franquismo en el exterior. Franco sólo se movía de El Pardo para dos cosas: ir de cazador ballenero en el yate Azor y para la final de la copa que puso su auto-mote: la copa del Generalísimo. Siempre se jugaba en el Bernabeu –antes Chamartín–, fueran quienes fueran los finalistas, también si lo era el propio Real. Un privilegio, pero para eso también se apuntaron muchos al bando franquista durante y después de la guerra, para buscar algún privilegio. El Real obtuvo cinco copas de Europa seguidas cuando se hizo con los servicios de Di Stéfano en competencia privilegiada con el Barcelona. Luego llegó la sexta copa yeyé y tres más en tiempos recientes, con los mijatovis y zidanes de turno.

El futbol es un remedo de la lucha de clases y de las guerras de verdad. Si sirve para menguar los instintos de los privilegiados que organizan las guerras, pero que nunca van a ellas, pues bienvenidos al futbol. El día 24 se enfrentarán dos equipos que representan cosas muy diferentes en la esfera de lo meramente extradeportivo, no nos engañemos. El Real tiene casi 4 veces más de presupuesto que el Atleti, ricos contra pobres, los de casi-barriada contra los del Imperio, los de la princesa Leia contra los de las tropas imperiales de Florentino. Marte frente a Hermes. Enardecidos por el bien hacer del Cholo, la situación del equipo del Manzanares se explica en gran medida por la mentalización inducida por el entrenador argentino, que ya fuera un estupendo y guerrero jugador atlético. Los entrenadores, en general, están sobrevalorados y en exceso retribuidos. Y sin embargo se suele justificar porque es lo que da “el mercado”. Y es cierto, pero lo que cobran no se justifica, en general, con lo que aportan deportivamente al equipo. Buscando una explicación económica a tal fenómeno, sólo encuentro una: que dentro del estipendio entra una especie de seguro, un seguro que aseguraría a los presidentes de los clubes y sus bastantes inútiles juntas directivas el sillón. En efecto, cuando un equipo va mal porque no gana lo esperado o porque se halla en el precipicio de lo inesperado, lo primero que se mira es al entrenador. Con ello se blinda a los presidentes en el asiento y a sus directivos. El sueldo de un entrenador debiera tributar entonces y además como seguro. Como ejemplo y como de molde para esta tesis me viene a las mientes el caso Tata Martino, ese entrenador educado y que se explica muy bien, tanto cuando gana como cuando pierde, pero que entiende de futbol como yo de papiroflexia. Y el Cholo sería el caso opuesto, este sí se gana el sueldo o casi. Tampoco Ancelotti lo está haciendo mal, aunque con menos mérito por aquello del presupuesto y con el borrón del caso Casillas.

El día 24 sonará el clarín de Marte y responderá el alado Hermes. Quizá así le gustaría presentarlo nuestro Calderón de la Barca, aunque el opuesto a Marte era Apolo, ambos con clarines, en el imaginario del áureo barroco. Dos estilos no totalmente diferentes ni totalmente iguales, y quien mejor aguante la tensión sin que por ello le impida jugar al futbol se llevará la copa a sus vitrinas. O quizá la suerte tenga su protagonismo, porque uno de los atractivos del fútbol es que la suerte busca sus recovecos. Benzemá frente a Diego, Godín y Miranda frente a Pepe y Ramos; Xabi y Modric frente a Gabi y Koke; Cristiano y Bale frente…, bueno, aquí no tienen contrincantes, porque Arda y Adrián (o Villa) son otra cosa, pero sí, esos serán los opuestos, aunque ¡tan distintos en velocidad! Pero el fútbol no es atletismo, se juega con la cabeza y se ejecuta con los pies.

Sí, que gane el mejor… siempre y cuando el mejor sea nuestro equipo, claro.

Hermes versus Marte