martes. 19.03.2024
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La última matanza en la guerra siria casi pasa desapercibida en occidente. Se camufla en la amalgama de corrupciones, repartos y luchas de poder y análisis sociológicos en los que no acaba de quedar claro el interés del sondeo: conocer las preocupaciones de la población o saber su intención de compra y voto. Lo cierto en que entre esas preocupaciones no parecen estar las más de 1000 personas –la mayoría mujeres, niñas y niños- que han sido asesinadas en Siria en el último mes. Tampoco parecen remover conciencias ni ocupar espacio las 500.000 personas asesinadas y millones de refugiadas en estos 7 años de conflicto, según datos de ACNUR.

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Según Médicos sin Fronteras, tres de cada diez personas tratadas por heridas de guerra en hospitales sirios en 2015 fueron mujeres y niñas y niños. Las fotografías que circulan por las redes arañan el corazón al mostrar cientos de cadáveres de bebés de no más de tres años, en fila, cubiertos con una tela grisacea que se ató con cuerda a los cuerpos. Una pequeña trata de “cobijarse” entre las tumbas de quienes fueron su padre y su madre, o las personas que la protegieron. Son imágenes que arañan también la dignidad humana.

A ese terrible dato hay que añadir otra realidad que no puede dejarnos indiferente, que se repite en los conflictos armados una y otra vez, y es que todos los bandos de la guerra de Siria han ejercido violencia específica (secuestros y violaciones) contra las mujeres, civiles y combatientes, según denuncian Human Rights Watch y Amnistía Internacional. La idea que subyace detrás de estas agresiones sexuales es que las mujeres son utilizadas como armas de guerra, las mujeres “se usan” para desmoralizar y destruir al enemigo.

Para colmo, hay en Siria mujeres que están siendo explotadas sexualmente por hombres encargados en entregar la asistencia humanitaria de la ONU y de otras organizaciones internacionales de ayuda, según pudo saber la BBC. Han sido varios miembros de estos organismos que trabajan en el terreno los que denunciaron la situación, explicando que dichos colaboradores fuerzan a las mujeres a intercambiar alimentos y transporte por “favores sexuales”. 

Refugiadas

La gente no quiere morir ni sufrir la violencia salvaje y huye. Busca salida, futuro. Y pide refugio, un amparo que tampoco somos capaces de darle. Hay algunos países, como Jordania, que han acogido a mas de un millón y medio de personas procedentes del conflicto sirio, según datos de ACNUR, más de 660.000 no están registradas como tales. Ante la continua recepción de población refugiada (son 89 cada 1.000 habitantes) y el colapso de los servicios públicos, el Gobierno jordano ha endurecido recientemente de las condiciones en las que pueden acceder a servicios básicos como la salud.

En concreto, Alianza por la Solidaridad está comprobando, con preocupación, el impacto de las recientes trabas al acceso de la población refugiada siria a los servicios sanitarios, tras la derogación, el pasado 24 de enero, de una ley que les permitía un acceso subvencionado a los servicios médicos.

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Datos oficiales de Naciones Unidas señalan que la situación económica de las personas refugiadas sirias es nefasta: en la actualidad el 72% se enfrenta altos niveles de inseguridad alimentaria, en buena parte por no tener posibilidad de trabajar legalmente: el 94% de las refugiadas sirias no están en el mercado laboral y los sirios solo encuentran empleos ilegales y con salarios muy bajos, lo que a su vez genera tensiones con la población jordana. Pese a esta situación de extrema necesidad, más del 40% de los ingresos medios familiares (que son unos 260 euros) se lo gastan en atención médica (unos 110 euros, de media).

Organizaciones como Alianza por la Solidaridad trabajan a diario en el terreno para mejorar las condiciones sanitarias de la población refugiada, en concreto ofreciendo servicios de salud sexual y reproductiva, así como atención y prevención en violencia sexual y de género en tres centros de atención, pero las cifras empeoran. Antes de la derogación mencionada, ya se había detectado un aumento considerable de embarazadas con dificultades para recibir atención prenatal (un 17% en el 2017 frente al 9% en 2016) y sólo un 53% de los partos fueron atendidos gratuitamente en hospitales públicos, según datos de ACNUR. Entre las embarazadas, el 67% dieron a luz por parto vaginal y el 32% por cesárea. El precio del parto oscila entre los 150 y 800 euros, según sea un hospital privado o público.

Por ello está aumentando el número de partos en casa con matronas, con un mayor riesgo para la salud de las madres y sus hijos, que tampoco reciben atención prenatal.

Aumentan un 8 por ciento los casos de matrimonios infantiles, un 5 por ciento las violaciones y un 30 por ciento los casos de violencia de género entre las refugiadas sirias en Jordania

Todo ello tiene lugar en un contexto en el que el 40% de las refugiadas sirias en el país han tenido un embarazo en los dos últimos años y con un gran desconocimiento sobre métodos anticonceptivos: tan solo el 48% de los hogares conoce los servicios de planificación familiar como los que ofrece Alianza por la Solidaridad, que siguen siendo claves.

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A ello se suma que la violencia sexual y de género se ha incrementado un 30% en estos siete años de conflicto, tal como ha revelado un estudio de Alianza por la Solidaridad. También han aumentado las violaciones (un 5% en el último año) y los matrimonios infantiles: en torno al 8% de las niñas en Jordania se casan antes de los 18 años. Ante el aumento de la inestabilidad política, las familias refugiadas casan a sus hijas muy jóvenes para protegerlas de la violación y brindarles protección. Casi un tercio (32%) de los matrimonios de refugiados involucran a una niña menor.

No se puede justificar la decisión del Gobierno jordano de restringir un derecho tan fundamental como la salud. Pero es justo ubicar la situación del país y confrontarla con la postura adoptada por los países europeos, con muchos más recursos y posibilidades de materializar la solidaridad. Tras siete años de guerra, y en contraste con las 2.000 personas acogidas en España, hay 1,4, millones de personas refugiadas en Jordania, de las que solamente 740.160 están registradas por ACNUR oficialmente. De ellos, unas 140.000 viven en tres campos de personas refugiadas. Del resto, la mayoría se encuentran en entornos urbanos. La situación es más crítica para las que no están registradas, unas 660.000, dado que tienen más problemas para acceder a cualquier servicio público, una vivienda o un empleo.

Activismo de las mujeres en Siria

Es imposible hablar de mujeres y guerra y no denunciar las violaciones y agresiones sexuales que deben ser denunciadas, reconocidas y castigadas. Pero las mujeres en la guerra de Siria juegan otro papel prácticamente desconocido, un papel silenciado y casi invisible en los medios, pero que permite la supervivencia de las personas no combatientes durante el conflicto. Es a partir de 2011, cuando el activismo de las mujeres en Siria cobra fuerza e importancia, y empieza a crecer y diversificarse. Según Lakdar Brahimi, enviado especial de la ONU, “las mujeres sirias de la sociedad civil han constituido una fuerza mejor organizada que los partidos de la oposición”.

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Laila Alodaat, directora del Programa de Respuesta a las Crisis de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad insiste en la necesidad de visibilizar la labor de las mujeres en el conflicto sirio e insiste en que no se logrará la paz sin contar con ellas. La experta realizó una recopilación de algunas de las organizaciones sirias de mujeres que luchan por la paz, cuya mirada se realiza con perspectiva de género y que tienen un papel crucial en la guerra.

Hoy la mayoría de las organizaciones de mujeres en Siria se dedican a la ayuda humanitaria y a la construcción de paz. Organizaciones como Foro Sirio de Mujeres por la Paz (The Syrian Women’s Forum for Peace) luchan por conseguir la paz y por la participación de las mujeres en las negociaciones políticas para solucionar el conflicto.

Según Oula Ramadán, fundadora de Badael, las mujeres buscan reducir la violencia y preparar el periodo posterior: concienciar sobre la justicia, sobre cómo debería ser el Estado, la reconciliación, los procesos y diálogos a nivel local o nacional. Afirma que las mujeres están actuando de acuerdo a las necesidades locales; por ejemplo, en las zonas rurales luchan por evitar el reclutamiento de niños y niñas soldado, en la capital se centran en la participación política y en otras ciudades como Hasaka, la mayoría de las actividades se basan en la convivencia.

Las mujeres han jugado muchos papeles, sobre todo al principio del conflicto como activistas contra el régimen de Bashar al-Ásad, y a medida que el conflicto se ha agudizado, se han dedicado también a la acción humanitaria, tratando de paliar los terribles efectos de la guerra allá donde viven. Hay una nueva dinámica social que ha nacido con la guerra que está cambiando las estructuras de poder y acción que mantenían hasta ahora hombres y mujeres en Siria. La acción humanitaria es fundamental en tiempos de guerra, reduciendo el número de víctimas y contribuyendo a la recuperación física y psicológica de los y las combatientes y civiles.

Pero también juegan un papel importantísimo en la convivencia diaria, y en la búsqueda continua a una solución política al conflicto. Y son ellas las que documentan las violaciones de derechos humanos y crímenes contra la humanidad que el conflicto produce. De hecho, la participación de mujeres en los medios de comunicación en Siria se ha incrementado en los últimos años.

Algunas de estas organizaciones son:

Syrian Women’s Initiative for Peace and Democracy (SWIPD), una red de organizaciones de mujeres de la sociedad civil cuyo objetivo es influir en la búsqueda de una solución política a la crisis que sigue asolando Siria y afectando directamente a toda la región.

The Syrian Women’s Forum for Peace (SWFP) es una ONG con base en Damasco que empodera a las mujeres para que jueguen un papel efectivo y constructivo en el proceso de paz de Siria. Se trata de una red de mujeres activistas por la paz con el objetivo de incrementar la participación de la mujer en la vida política.

Syrian Women’s League fue fundada en 1948 y hoy la organización trabaja por los derechos de mujeres y niñas en la guerra. La organización provee de servicios educacionales a niñas y niños en el campo de refugiados de Baga’a, en el Líbano y también proporciona servicios de asistencia sanitaria y salud reproductiva.

Syrian Women’s Network (SWN) con sede en El Cairo, e integrantes en su mayoría establecidos en Siria, está formada por mujeres periodistas, profesionales y académicas, así como algunos hombres. Su objetivo es crear sinergias y aumentar la cooperación entre las mujeres sirias activistas y las organizaciones.

Center for Civil Society and Democracy in Syria (CCSD) fue fundado en 2011 por un grupo de activistas por la democracia viviendo fuera de Siria. CCSD trabaja para fortalecer la sociedad civil y la democracia promoviendo la libertad, la justicia, igualdad y coexistencia mediante tres aproximaciones: networking, movilización no violenta y activismo. Defiende la participación de la mujer y la sociedad civil en la toma de decisiones y procesos.

Badael Foundation es una ONG siria dedicada a fortalecer a los grupos y ONGs de la sociedad civil en Siria, que promueven la no-violencia y que implementan acciones destinadas a reducir la severidad de las agresiones, para romper su círculo de violencia, y preparar el proceso de postconflicto y construcción de paz. Badael significa “alternativas”

Mobaderoon, promueve la convivencia pacífica a través del diálogo y el entendimiento global, regional y local.

Plataforma online Women of Siria, que cuenta historias de la vida diaria de las mujeres en Siria.

Existen muchas organizaciones y mujeres que luchan por la paz y por su país desde la no violencia, pero la información es poco accesible y su papel no es conocido más allá de las fronteras sirias.

La falta de fondos de muchas organizaciones hace que sus actividades en muchas ocasiones no puedan llevarse a cabo. Estas organizaciones no están registradas oficialmente o no satisfacen los intereses y requisitos de las agencias internacionales y donantes, por lo que la falta de fondos se convierte en otro obstáculo a superar. Apenas hay información sobre el papel que ellas juegan en esta guerra, no interesa y no se habla de ello.

La guerra es una de las experiencias más dramáticas que puede sufrir un ser humano, sus cicatrices quizás no se curen jamás y son necesarias varias generaciones para sanar las heridas, castigar, perdonar, construir, convivir. Las mujeres sirias lo saben y está construyendo un tejido invisible para que la paz sea posible.

Foto: AmecoPress

Fuentes:

  • AmecoPress
  • “Peace buiding our future now” – A study of women’s peace activism in Syria de Razan Ghazzawi, Afra Mohammad y Oula Ramadan, información obtenida de las ONGs mencionadas, tanto sirias como internacionales, espacialmente de los artículos e informes por Alianza por la Solidaridad y diversos medios como Voces Visibles, eldiario.es, El País y El Mundo.

Siria: siete años de una guerra cada vez más invisible para occidente