viernes. 29.03.2024
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Mucha agua ha pasado bajo el puente programático gubernamental y el país no apunta futuro prometedor ninguno. Por el contrario, la trayectoria social, económica, política, cultural y moral es regresiva. El Partido del Trabajo, que desde 1999 nunca ha dejado de ser líder en la preferencia partidaria de los electores, volvió a ejercerla, a lo largo de 2017, con gran holgura en relación a los demás partidos políticos brasileños.

Si se tienen en cuenta los dos problemas centrales enfrentados por el partido en el bienio 2015-2016, como la omnipresente exposición mediática de sus principales líderes en las investigaciones de Lava Jato y la deposición de la presidenta Dilma Rousseff, ¿Cómo es posible que haya vuelto a ser el partido preferido de los brasileños?

Datafolha empezó a hacer una encuesta de preferencia partidista en 1989 (un año antes, el Ibope había dado el puntapié inicial en ese sondeo). En agosto del último año de la década perdida, cuando el 15 de noviembre las elecciones presidenciales se reanudaron -la última había ocurrido en 1960-, el PMDB era el primero colocado, con el 12%, mientras que sólo el 6% prefería al PT. En la primera vuelta, el candidato peemedebista al Palacio del Planalto, Ulysses Guimarães, recibió sólo el 4,73% de los votos en la primera vuelta, mientras que el petista Lula fue votado por el 17,18% de los votantes, como sabemos, en la disputa final con Fernando Collor.

Estos datos ya sugieren la necesidad de cautela en relación a los indicadores de identificación partidista en Brasil, entre otros motivos, porque el actual sistema de partidos se remonta a la redemocratización, teniendo pocos lustros de continuidad con el sistema partidista del período 1946-1964.

Después de empatar con el PMDB en 1996 y 1998, ambos con el 11% de las preferencias partidistas, el PT pasó a liderar ese indicador en febrero de 1999, cuando alcanzó el 15%, quedando el PMDB en segundo, con el 12%. A finales del año 2000, superó el 20% y, en mayo de 2002, año en que Lula será elegido, el partido poseía el 23% de la preferencia partidista a nivel nacional.

En Brasil, más de la mitad de los electores no tienen preferencia alguna en relación a ese aspecto importante, aunque la desconfianza en relación al sistema representativo es un fenómeno generalizado en las democracias en las décadas más recientes

Se nota, nuevamente, que en la primera vuelta de aquella elección presidencial, Lula obtuvo el 46,44% de los votos, o sea, el doble de las preferencias conferidas al PT.

En el bienio 2005-2006, en el contexto de la Acción penal 470, el PT cayó, del 24% al 10% (febrero de 2006), pero Lula fue reelegido y el partido se recuperó, alcanzando el 25% en agosto de 2010, año en que Dilma venció por primera vez. La preferencia petista cayó entre 2013 ("manifestaciones de junio") y 2016 (deposición de Dilma). Pero la oscilación negativa ocurrió, sobre todo, en 2015 y 2016, después de todo, Dilma logró reelegirse en 2014.

En marzo de 2013, el PT era el preferido del 29%; El 17% lo prefería en octubre del año siguiente. En junio de 2015, esa preferencia cayó al 11%, indicando un PT moribundo, mientras que los tucanes, en su auge, eran preferidos por el 9%. En diciembre de 2016, aún en declive, el PT seguía siendo el más preferido, aunque retrocediendo a un dígito, el 9%

Pero en 2017, la recuperación fue continua, llegando al 21% en diciembre. En ese sondeo, el 57% dijo que no tenía ningún partido preferido, el 5% mencionó el PMDB (hoy nuevamente MDB) y el 5%, el PSDB. En un país inmerso en trayectoria de decadencia, donde la crisis de representación corroe la legitimidad del sistema político y la identificación partidista es baja no es poca cosa que el PT absorbe entre el 20% y el 25% de las elecciones, sin olvidar que su techo ya llegó a un tercio.

No hay relación directa entre preferencia partidista y voto, además de que el análisis necesitaría ser desmembrado entre lo que ocurre en las elecciones mayoritarias (cargos para el ejecutivo y para el senado) y lo que ocurre en las elecciones proporcionales (diputados y concejales). La oferta de candidaturas en las elecciones proporcionales está doblemente inflada, ya sea por el multipartidismo excesivamente fragmentado, sea por el personalismo que teje las relaciones entre políticos y electores, mediadas por la combinación entre la lista abierta y la desigualdad social, que perjudican el énfasis en la reputación partidista y estimulan la reputación individual.

Sin embargo, en general, el desempeño del PT en las elecciones proporcionales le ha garantizado una mayor simetría entre preferencia partidista y reputación partidista. Considerando que, en el caso del rendimiento del PT en las cuatro últimas elecciones generales (2002, 2006, 2010 y 2014), las relaciones entre su preferencia partidista y los votos de los votantes, este partido tiende a crecer bastante en las elecciones presidenciales y a mantenerse cerca de su indicador.


Marcus Ianoni: Científico político, profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Federal Fluminense (UFF), realizó un curso de postdoctorado en la Universidad de Oxford y estudia las relaciones entre Política y Economía. Artículo publicado en Brasil Debate

El Partido del Trabajo lidera sin rival la preferencia de los electores brasileños