jueves. 28.03.2024
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Los islamistas marroquíes del PJD consolidan su mandato pero tendrán que negociar pactos para hacer estable su gobierno durante los próximos cuatros. Mejoran su representación parlamentaria por encima de lo esperado (de 107 a 125), pero necesitan 198 para contar con mayoría absoluta.

Sus socios más probables son los nacionalistas del Istiqlal, claramente en retroceso (han perdido catorce escaños y pasan de 60 a 46 escaños) y los oficialistas de la RNI (Unión Nacional de Independientes), que  tendrán que conformarse con 57 escaños, 13 menos que hasta ahora. Ambas formaciones se han sucedido estos cuatro años como fuerzas auxiliares en el gobierno anterior, pero durante la campaña se han mostrado muy críticas con el PJD.

No será una coalición fácil. Los islamistas cuentan con el apoyo del Movimiento Popular y otros partidos menores, aunque el desgaste que han sufrido en estos cuatros años al lado de los islamistas puede hacerles menos proclives a continuar con el respaldo al PJD.

La oposición será liderada por los liberales eclécticos del PAM, considerado como el partido más cercano a Palacio. Mejorar ostensiblemente su representación (superan la barrera del centenar de escaños) y se confirman como alternativa, debido a su creciente implantación local.

LA GRAN DECEPCIÓN DE LA IZQUIERDA

La izquierda es la gran derrotada de estas elecciones. Los dos partidos tradicionales, la Unión Socialista de Fuerzas Populares, pese a mantenerse en la oposición estos años de gobierno islamista, ha visto reducida a la mitad su presencia en el nuevo Parlamento (pasa de 39 a 20 diputados). Los ex-comunistas del Partido por el Progreso y el Socialismo (PPS), que optaron en cambio por coaligarse con el PJD, también retroceden (pasan de 18 a 12), pese a sus prometedores resultados en las municipales del año pasado. La gran decepción ha sido la izquierda renovadora, que sólo obtiene dos escaños. Su líder, la carismática profesora Nabila Mounib, no ha conseguido un asiento parlamentario.

No es probable que los socialistas de la USFP se ofrezcan ahora para reforzar el proyecto islamista después de haber dicho que la victoria del PJD podría poner a Marruecos en la senda de Siria, una observación poco afortunada. Los comunistas, malparados por esa cohabitación, pueden replantearse su posición, ahora que ya no son tan necesarios.

Los islamistas marroquíes son más pragmáticos aún que los de Túnez. Aceptan la preeminencia absoluta del Trono en la conducción de los asuntos estratégicos del país. Aunque el soberano parece decidido a convencer a propios y extraños que acepta algo parecido a la monarquía constitucional, todavía se reserva palancas formales e informales de poder que tienen poco que ver con este sistema propia de los reinos europeos.

Consolidación de los islamistas, decepción de la izquierda