martes. 19.03.2024
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Espacios como la Mesa de la Noche suponen muestras de iniciativa ciudadana que aportan una redefinición de la vida urbana, así como una propuesta de un modelo de ciudad compatible con diferentes intereses

Pablo Díaz Rodríguez | El ocio de España continúa siendo un referente internacional que influye en la imagen estereotipada que desde el exterior se tiene del país. El traje de flamenca, la paella, la siesta, los toros, la Semana Santa, la sangría, las tapas, el sol y la playa y, por supuesto, la fiesta, configuran una estampa turística que atrae a millones de visitantes extranjeros. Ni siquiera los intentos de rejuvenecimiento de muchos destinos nacionales se atreven a generar un producto realmente alternativo a la representación icónica que muchos, desde el exterior, tienen del territorio y la cultura española. La tendencia suele apuntar a la implementación de productos complementarios con la esperanza de que, sin la necesidad de una gestión excesiva, se conviertan en un negocio de éxito que rentabilice alternativas al modelo tradicional de turismo. Una rentabilidad, claro está, que difícilmente contabiliza los impactos socioeconómicos y socioecológicos que genera el sistema, más allá de las evidencias del desarrollo de un bienestar claramente sesgado hacia ciertos sectores de la sociedad.

El ocio nocturno condiciona la motivación de uno de cada tres turistas que visitan el país. Los años ochenta contribuyeron a situar a ciudades como Madrid y Vigo en el centro de la escena de la noche nacional. Desde entonces, la oferta de ocio nocturno de Madrid ha sido un factor clave en la creación de la marca turística de la ciudad y, por extensión, del país. Una imagen que en ocasiones ha trascendido en exceso, favoreciendo el malestar social ante ciertas situaciones de saturación turística. Una dinámica ante la cual la ciudadanía ha reaccionado reivindicando un modelo de ciudad más habitable para sus vecinos y sus prácticas cotidianas, que los medios de comunicación insisten en tergiversar mediante el uso superficial del concepto de “turismofobia”.

Esta problemática es bien conocida por muchas ciudades reconocidas como destinos vinculados al ocio nocturno del mundo, como Ámsterdam, Berlín, Londres o Tel Aviv. Para paliar los efectos negativos derivados de su identidad nocturna -sin prescindir de potenciar su faceta artística, creativa, musical o festiva, ni su potencial económico o su condición vivencial de tiempos y lugares- ha comenzado a proliferar la figura del ‘Alcalde de la Noche’. Es este un personaje público con la función de mediar entre las exigencias de la hostelería y las demandas del día a día de la vecindad y la ciudadanía, conciliando entre los diferentes intereses involucrados en el mundo de la noche.

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La ciudad de Madrid ha recogido la idea y propone un modelo de intermediación horizontal y abierto en el que la gestión de estos conflictos y oportunidades se configure a través de un foro de encuentro y diálogo con representación de los principales colectivos implicados en este contexto. Con la iniciativa de las asociaciones XXXO: Arquitectura y creación artística y social + E.A.C: Electrónica es Arte y Cultura, el pasado 17 de septiembre tuvo lugar en el Espacio Vecinal Arganzuela (EVA) el nacimiento de NIX, un espacio de mediación participativo, horizontal y en espiral que supone la semilla de lo que sus protagonistas denominan la Mesa de la Noche. Como alternativa a la autoridad implícita en la figura del alcalde la noche, la Mesa se constituye como un lugar de encuentro en el que confluyan vecinas y vecinos, dinamizadores de la cultura nocturna, representantes de las instituciones públicas y demás interesados vinculados o influidos por la nocturnidad.

Espacios como la Mesa de la Noche suponen muestras de iniciativa ciudadana que aportan una redefinición de la vida urbana, así como una propuesta de un modelo de ciudad compatible con diferentes intereses. Un ejemplo de diálogo y participación entre los habitantes de una ciudad que busca el entendimiento mediante la resolución de conflictos y la implementación de medidas que favorezcan un desarrollo económicamente rentable, socioculturalmente creativo y ambientalmente responsable.

Frente a actuaciones institucionales puntuales o campañas con intereses empresariales, la fórmula de una intermediación periódica que resulte en una gestión de la cotidianidad, beneficia a la ‘imagen propia’ de los habitantes de la ciudad, favoreciendo una consciencia sobre el ‘qué somos’ y ‘dónde vivimos’ que puede ser compartida más allá de nuestras fronteras.


Pablo Díaz Rodríguez | Profesor e Investigador en Escuela Universitaria de Turismo Ostelea

La Mesa de la Noche: entre la ‘imagen proyectada’ y la ‘imagen propia’ de la noche de...