viernes. 29.03.2024
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El líder socialista aconsejaba que no se hicieran discursos muy largos. El valor de lo que se decía debía residir en las ideas y demostraciones​

Pablo Iglesias Posse explicó unas reglas o consejos para los obreros que tuvieran que dar mítines, ya fuera en Agrupaciones Socialistas, ya en Sociedades de Resistencia (sindicatos) en una reunión en el Centro Obrero de Madrid en enero de 1903, que nos ofrece una valiosa información sobre la forma en la que el socialismo español, y especialmente su principal líder, pretendía llegar a más trabajadores, y fomentar la formación de los militantes destinados a propagar las ideas socialistas en mítines, reuniones y asambleas.

Se trata de un texto muy interesante porque tiene mucho que ver con la historia de los mítines en el movimiento obrero, con la importancia, como decimos, de la palabra y la transmisión del mensaje socialista.

La primera cuestión que tenía que tener en cuenta el orador era conocer el público al que se iba a dirigir, porque no era igual una audiencia de una gran localidad que la de un pueblo pequeño, por lo que el lenguaje no podía ser igual.

Pablo Iglesias consideraba que había que estar muy seguro de lo que se afirmaba y en su demostración consiguiente para ser creíble.

El empleo de citas históricas estaba muy bien, siempre y cuando se usasen con propiedad.

El objetivo de un orador obrero era convencer, no entusiasmar, porque el entusiasmo solamente valía para tareas breves, y los socialistas buscaban obras largas, es decir, a medio y largo plazo, y para eso había que estar muy convencido.

El líder socialista aconsejaba que no se hicieran discursos muy largos. El valor de lo que se decía debía residir en las ideas y demostraciones.

También señaló los problemas que se podían generar cuando se aprendían de memoria fragmentos de textos de artículos o folletos para recitarlos, siendo preferible ser original.

En el caso de mítines de carácter sindical había que hablar de lo concerniente a cada oficio o profesión.

Pablo Iglesias no veía bien que los niños fueran oradores porque solamente hablaban de memoria sin conocer realmente de lo que hablaban. Los niños debían observar.

Al final, dado el profundo sentido pedagógico que siempre animó a Pablo Iglesias, recomendó que los oradores se instruyesen. La educación era el mejor medio para formar un plantel de propagandistas, además de luchadores socialistas.


Podemos consultar un resumen de dicha reunión en el número del 30 de enero de 1903 de “El Socialista”.

Lecciones del perfecto orador socialista, según Pablo Iglesias Posse