jueves. 18.04.2024

Nace en el Palacio Real de Lisboa, el 24 de octubre de 1503. Era hija del rey Manuel I de Portugal y de María de Aragón, que era la segunda esposa del rey portugués. En consecuencia, Isabel era por nacimiento infanta de Portugal. Su abuela era Isabel la Católica de Castilla.

Isabel era la hija mayor de Manuel I y segunda en la línea sucesoria de la corona portuguesa tras su hermanastro Luis.

Isabel tuvo una educación muy esmerada. Estudia latín, castellano, francés e inglés. Tiene amplios conocimientos de las ciencias, música y una profunda formación humanística.

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Retrato de Isabel de Portugal

Su madre María inculcó a Isabel una profunda religiosidad. Era frecuente visitar conventos e iglesias, realizaban abundantes obras piadosas y presidian muchos oficios religiosos. Gran parte de su actividad diaria se centra en la oración y el recogimiento.

Es educada en la doctrina cristiana por el capellán del rey, Álvaro Rodrigues. Su madre hizo hincapié, en que practicara ejercicio físico, como una forma de mantener su gran belleza natural. Se ejercitaba mucho montando a caballo. Le gustaba mucho la costura y bordar. Frecuentemente participaba en la costura de los ornamentos eclesiásticos y confeccionaba la ropa de sus hermanos y de su padre.

En 1514, el rey Manuel ordenó la creación de la propia casa de Isabel y le nombra señora de la ciudad de Viseo y de la villa de Torres Vedras, por lo que a partir de ese momento dispone de fortuna propia.

En 1517, muere la madre de Isabel, María al dar a luz a su octavo hijo. Entonces tenía Isabel trece años. El rey Manuel le encargó, que se ocupara del cuidado de sus hermanos.

Además de perder a su madre, su padre se volvía a casar inmediatamente con Leonor, que era hermana del emperador Carlos I y en consecuencia prima suya. Con el nuevo matrimonio de su padre, Isabel pasa a un segundo lugar. Isabel consiguió tener una buena relación con su prima y madastra Leonor.

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Estatua de Isabel de Portugal en la Plaza de la Constitución de Albacete

El rey Manuel muere en 1521, consecuencia de esto es que tanto Isabel como Leonor se retiran a rezar a un convento por el alma del difunto rey. Posteriormente, ambas vivieron juntas en un palacio del duque de Braganza.

La diplomacia portuguesa consideraba imprescindible, que tanto la princesa como su hermano, el futuro Juan III, contrajeran matrimonio con algún hijo/a de Juana la Loca. Desde 1518, se negocia de forma secreta el matrimonio de Isabel con el emperador Carlos I.

Las negociaciones duraron aproximadamente ocho años. Las Cortes castellanas querían este enlace, porque consideraban a Isabel de Portugal una digna sucesora de su abuela materna, Isabel la Católica. Además, existía la posibilidad de un doble matrimonio entre príncipes de ambos reinos, que podían llevar a la unificación de los reinos peninsulares.

Tras cuatro años de contactos diplomáticos entre ambas Cortes, en 1522, el emperador Carlos envía al arzobispo de Toledo, Juan de Talavera a Portugal con la finalidad de concretar el enlace entre Juan III con su hermana Catalina de Austria y el suyo con la princesa Isabel.

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Reliquia de Carlos I e Isabel de Portugal en la Capilla Real de Granada

Isabel de Portugal había reiterado, que sino contraía matrimonio con el emperador Carlos se quedaría soltera. Ante la indefinición de Carlos en su matrimonio, debemos recordar, que mantenía una relación apasionada con su abuela Germana de Foix. Ante esta tardanza, las Cortes castellanas empezaron a presionar al emperador. Carlos accede a tal petición y el 17 de octubre de 1525 se firma el contrato matrimonial.

EL MATRIMONIO

Se celebra por poderes, el uno de noviembre de 1525. Isabel permaneció en el palacio de Almeirim hasta el veinte de enero de 1526. Fue cuando el Papa concedió la dispensa, para que Carlos e Isabel pudieran contraer matrimonio, ya que eran primos hermanos.

La dote de Isabel era muy importante para así recuperar la débil Hacienda castellana. Dicha dote constaba de 900.000 doblas de oro. Carlos aportaba la cantidad de 300.000 doblas de oro. Para conseguir dicha cantidad tuvo que hipotecar las villas de Úbeda, Baena y Andújar, todas ellas en Jaén.

La boda se celebra en Sevilla. Isabel de Portugal entra en la capital andaluza el tres de marzo de 1526, y se instala en los Reales Alcázares, donde espera la llegada del emperador Carlos.

Cuando se conocen, se gustaron muchísimo. Tras un primer encuentro, Carlos se engalana rápidamente para hacer la ceremonia de casamiento. Dicho acto fue realizado por el cardenal Salviati en el Salón de Embajadores de los Reales Alcázares.

La ceremonia se celebra el once de marzo. Carlos tenía prisa en consumar el matrimonio, por eso hace instalar un altar en el cuarto de Isabel, para así poder consumar el matrimonio inmediatamente. Ello hizo que en la boda hubiera muy pocos nobles por lo reducido del espacio. Así relata el historiador Gallego Morell dicho encuentro “en su cámara, se acostó la emperatriz, é desque fue acostada, pasó el emperador á consumar el matrimonio católico príncipe”.

La muerte de su hermana Isabel de Austria, hizo que se retrasara las fiestas de celebración de la boda al mes de abril, siendo unas fiestas fastuosas. Hubo justas y torneos en la plaza de San Francisco, y también fiesta de toros y juegos de cañas en el mismo lugar.

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Retrato de La emperatriz Isabel de Portugal en 1548 por Tiziano, Museo del Prado, Madrid 

El trece de mayo, los monarcas salieron con destino a Granada y ahí permanecieron seis meses instalados en el palacio de la Alhambra donde concibieron a su primer hijo, el futuro Felipe II.

Isabel permaneció gran parte de tiempo de su matrimonio separada del emperador, debido a que Carlos estaba continuamente de viaje por todo su Imperio. La reina intentó hacer de la Corte un lugar cálido para educar a sus hijos y para que cuando estuviera Carlos se sintiera cómodo.

Es nombrada gobernadora de Castilla en 1529 al salir el emperador camino de Europa Serán cinco periodos alternos donde ejerce como gobernadora. Defiende con gran seguridad los intereses de su esposo. Se hace eco de las demandas de los castellanos respecto a los intereses del Imperio, ya que consideraban, que se producía un gasto excesivo.

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Carlos I con Isabel de Portugal

A partir de 1535, era tal la confianza del emperador en su esposa Isabel, que le otorgó poderes, para que sus órdenes tuvieran el mismo valor que las suyas en todos los dominios peninsulares. El acierto en el desarrollo de su política hará que sus súbditos le muestren gran cariño.

Desde que se casó, tuvo una existencia solitaria. Algunos biógrafos aseguraron que esa soledad fue causa importante de su muerte prematura.

SUS HIJOS

El 21 de mayo de 1527, nace el futuro Felipe II. En su primer parto, Isabel intenta guardar la compostura. Ordena, que se apagaran todos los candelabros de la habitación. Hizo que le taparan la cara con un pañuelo, para que los asistentes no pudieran ver el sufrimiento de su cara. Isabel no quería gritar y la comadrona, que le asistía, le recomendó que gritara. Isabel le contesta: “no me digas tal, comadre mía, que me moriré, pero no gritaré”.

El 27 de junio de 1528, nace la infanta María de Austria.

El 22 de noviembre de 1529, nace Fernando, que murió a los pocos días de su nacimiento, lo que le provocó una fuerte depresión.

El 24 de junio de 1535, nace la infanta Juana de Austria.

El 19 de octubre de 1536, nace el infante Juan, que muere a los cinco meses.

El 21 de abril de 1539, dio a luz a un niño muerto y dicho parto provocará la muerte de Isabel.

Todos sus partos tuvieron grandes complicaciones a pesar de que siempre los afrontaba con gran ánimo. Tanto parto seguido hizo, que su débil salud quedará muy mermada.

Isabel siempre estuvo al cuidado de sus hijos y controlaba diariamente la educación de los mismos, muy especialmente el del heredero y futuro rey de España, Felipe II.

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Francisco de Borja ante el féretro de Isabel de Portugal. Obra de José Moreno Carbonero

LA MUERTE DE ISABEL

En su último parto, la situación se complica y su comadrona, Quirce de Toledo, ante la imposibilidad de parar la hemorragia producida en el parto, le pidió permiso, para que actuaran los médicos de la Corte. Isabel se negó pues era una mujer muy pudorosa. Su agonía duró diez días, sin que dejara intervenir a los médicos. En el intermedio de estos días de agonía, redactó un nuevo testamento, que fue ratificado por el emperador Carlos. Muere en Toledo, el uno de mayo de 1539, en el palacio del conde de Fuensalida.

El dos de mayo, se iniciaron los funerales y hubo un funeral solemne. Posteriormente, trasladaron sus restos a Granada. Fue en 1575, cuando su hijo Felipe II ordena trasladar el cuerpo de su madre al panteón de los Reyes en el Escorial.

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Retrato de Carlos I e Isabel de Portugal copia de Rubens sobre un cuadro de Tiziano

Tras el fallecimiento de Isabel, el emperador Carlos se retira al monasterio de Santa María de la Sisla. Será su hijo Felipe V quien dirigirá la comitiva que llevará el cadáver de Isabel de Portugal hasta Granada. En dicha comitiva también figuraba Francisco de Borja.

Isabel fue una buena reina, le dio muchos herederos al rey y ayudó de manera muy activa al buen gobierno de Castilla. A pesar de la ilusión que le generó su matrimonio con Carlos, no cabe duda que fue una mujer desdichada debido a las responsabilidades políticas prematuras, a sus largos periodos de soledad y con una salud débil, que se acrecentó por los embarazos frecuentes.

Poesía de Luis de Camoens a Isabel de Portugal

Mirándonos, Señora, me confundo, pues todo el que contempla vuestro hechizo decir no puede vuestras gracias bellas.
Porque hermosura tanta en vos ve el mundo que no le asombra el ver que quien os hizo es el autor del cielo y las estrellas
”. 

BIBLIOGRAFIA

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Isabel de Portugal, la reina pudorosa