jueves. 28.03.2024

_visd_0001JPG08WYPLa aprobación de la Constitución española el 9 de diciembre de 1931 permitió el sufragio femenino. Este hecho obligó a la mayoría de los partidos políticos a crear sus respectivas secciones femeninas. A partir de ahí, se inició un importante discurso político para que pudieran ejercer el voto en los comicios al Parlament de Catalunya que se llevarían a cabo en 1932, pero la realidad fue otra porque las mujeres sufrieron de nuevo el aplazamiento de su derecho político. El motivo de la no concesión fue la falta de tiempo entre la aprobación del Estatuto y la convocatoria de elecciones, y la inexistencia de un censo femenino actualizado, porque el último se había realizado en 1924. Dos explicaciones, que como el lector podrá comprobar, eran poco convincentes.

La obtención del sufragio femenino no fue un cometido fácil, como se ha querido mostrar y hacer creer, sino que más bien fue un largo camino debido a los diversos e intencionados obstáculos que pusieron algunos hombres del mundo político y social. Sin embargo, las mujeres tuvieron el coraje y la constancia suficiente para seguir luchando para el logro de sus derechos y del voto femenino, una acción que fue posible en dichos comicios generales de 1933.

Cazarabet conversa con Josep Lluís Martín i Berbois, autor de 'Ignoradas pero deseadas'

Josep Lluís, las mujeres siempre han estado catalogadas como  ignoradas, pero, a la vez, codiciadas o deseadas. ¿Qué nos puedes comentar?

Sí, la figura de la mujer ha sido ignorada y menospreciada durante mucho tiempo. Aún hoy, a pesar del intento de igualar las condiciones de la mujer con la de los hombres, queda mucho camino por hacer. Todavía queda mucho trabajo para que las mujeres tengan las mismas condiciones que los hombres. A pesar de esto, en el campo de la historia y otras disciplinas, se están realizando muchos trabajos interesantes que nos están descubriendo a estas “ignoradas”.

Háblanos de figuras  como Carme Karr o Francesca Bonnenaison u otras mujeres que han estado en el anonimato.

Antes de la llegada de la Segunda República, existieron mujeres que ya llevaban tiempo trabajando por la concesión del voto femenino; pero sobre todo para que el sector femenino pudiera “defenderse” en el día a día en aspectos como el saber leer y escribir. Como muy bien apuntáis, Carme Karr fue el ejemplo más claro de la petición del derecho de la mujer. En 1917 realizó un artículo en la revista Feminal donde pidió el voto femenino, la reacción no se hizo esperar. La publicación dejó de recibir algunas subvenciones y muchos de sus suscriptores se dieron de baja. Imagínese como quedó Karr después de este hecho.

Josep Lluís pones la mirada en las mujeres que en las elecciones de 1932 no pudieron depositar su ansiado voto por el Parlament de Catalunya ¿Qué pasó, al margen de las “versiones oficiales”?, ¿qué se explicó con Macià o en la República con Azaña?

La mayoría de países europeos que habían concedido el voto femenino había salido un voto conservador. Las fuerzas de izquierdas y derechas conocían perfectamente este hecho. Desde la Generalitat  y el Gobierno español, ambos de izquierdas, temían que el posible voto de la mujer les haría perder los comicios al hemiciclo catalán. Entonces se inventaron que no había pasado suficiente tiempo entre la aprobación del Estatuto y la convocatoria de elecciones, una afirmación falsa porque sí que se podía, y que no existía un censo actualizado.

Esta última afirmación había sido válida hasta ahora, porque yo he encontrado el censo de Barcelona dividido por distritos y sexo en 1932. El problema, para la izquierda, era que sólo en Barcelona había 53.102 mujeres más para votar. La izquierda estaba atemorizada. 

¿Cómo reaccionaron las mujeres catalanas ante la oportunidad del sufragio universal?, ¿cómo se mostraban?, ¿había diferencias entre las que habitaban el medio rural y las que habitaban la “urbe”?

Las mujeres de las ciudades estaban un poco más implicadas que las del medio rural, sobre todo porque podían vivir más de cerca la política. Pero hay que tener presente que en la ciudad no había miles y miles de mujeres partidarias del voto, en España y Cataluña no se produjo el sufragismo inglés ni americano. Aquí se consiguió el voto femenino gracias a un grupo de mujeres, pocas por la importancia del hecho, que no pararon hasta conseguirlo.

¿Cómo influyo la educación pública en la mujer catalana con el tema del voto y su vinculación y participación en la política y órganos representativos?

La mujer no había estado enseñada en el campo de la política. Pensad que en Cataluña no se crean las secciones femeninas de los partidos hasta la aprobación de la Constitución. ¿Por qué? Porque no votaban. Lo mismo sucedió con los censos de las ciudades. El problema fue que cuando la mujer empezó a tener cierta presencia en el mundo político llegó la dictadura franquista que eliminó radicalmente esta posibilidad y relegó a la figura de la mujer a uno o dos eslabones por debajo del hombre.

¿Y sobre el tema del laicismo y de la emancipación de la mujer con respecto al hombre?

Siempre se ha dicho que la iglesia influyó en el voto de la mujer y que por eso la derecha ganó en las elecciones generales del noviembre de 1933. No diré que este hecho no se producía, pero sí que hay que decir que los hombres también iban a la iglesia. También había hombres creyentes, tanto de derechas como de izquierdas, faltaría más.

Además hay un hecho que demuestra que las mujeres no eran tan de derechas porque en febrero de 1934 se realizaron elecciones municipales en Cataluña y en las principales ciudades ganó la izquierda y sobre todo en las elecciones generales del febrero de 1936 donde ganó la izquierda tanto en España como en Cataluña. ¿Dónde estaban esas mujeres conservadoras del noviembre de 1933? ¿En febrero de 1936 votó a la izquierda? Había mujeres de todas las formaciones, como ahora.

¿Cómo el ser mujer catalanista influyó o se dejó sentir en aquellos tiempos?-

La mujer catalana se dejó sentir sobretodo, al margen de los mítines políticos, mediante la prensa. Existían muchas mujeres que tenían una o media página semanalmente y que no tenían pelos en la lengua para pedir el sufragio para la mujer o criticar a todos aquellos líderes políticos que lo impedían.

Ignoradas pero deseadas