martes. 19.03.2024
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Siria fue, a partir del siglo XII, centro de las disputas entre templarios y árabes. Aunque la mayoría de las fortalezas que aún hoy conservamos ya habían sido construidas antes de llegar los Templario y Hospitalarios, en muchos de los casos las reforzaron y mejoraron adquiriendo la fisionomía actual.

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La Orden de los Caballeros Hospitalarios es conocida también con los nombres de Orden de San Juan, Orden de los Hermanos Hospitalarios, Orden Hospitalaria u Orden de Malta. Se fundó en el año 1084 con fines puramente benéficos, concretamente fue la idea de crear un hospital para peregrinos junto a la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén bajo la invocación de San Juan Bautista en la ciudad de Amalfi que es donde adquirieron el nombre, en el reino de Nápoles.

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Escudo de la orden de los Hospìtalarios

Según la Unesco, el edificio era un ejemplo excelente de las fortificaciones que se erigieron durante las Cruzadas, tanto por la calidad de su construcción como por el buen estado en el que se encontraba

Sus murallas se alzan imponentes y majestuosas dominando una colina que sobresale más de seiscientos metros de altura sobre el desierto. Esta fortaleza, cuya construcción se inició por orden del emir de Alepo en el año 1031, acogió a los Caballeros Hospitalarios, que son más conocidos como la Orden de Malta, entre los años 1142 y 1271.

Si seguimos el informe realizado por el arquitecto restaurador, Leopoldo Torres Balbás, Crac de los Caballeros constituye con su doble recinto amurallado el prototipo de la arquitectura militar del siglo XII y XIII, siendo su único paralelo la Alcazaba de Málaga que pertenece al periodo de las taifas españolas, siglo XI.

Los hospitalarios alzaron en este emplazamiento una de los baluartes defensivos más imponentes de la época durante más de un siglo, considerado como el más perfecto y eficaz ejemplo de fortificación medieval, así como el más sólido bastión defensivo de Tierra Santa, que resistió al menos doce asaltos por parte de los musulmanes.

Este majestuoso castillo, es conocido por los árabes como Hisn al Akrad o “el castillo de los kurdos”. Fue la primera fortificación erigida en este emplazamiento y mandada construir por el emir de Alepo para albergar una guarnición de soldados kurdos Crac de los Caballeros fue capturado por primera vez para los cristianos por Raimundo IV, conde de Tolosa, en el año 1099.

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Raimundo IV de Tolosa había luchado previamente en la Reconquista española, siendo uno de los líderes más importantes de la Primera Cruzada. Al mismo tiempo, era el caballero más anciano y acaudalado de esta santa expedición. Esta antigua fortaleza de Hisn al-Akrad fue abandonada por Raimundo IV y sus hombres antes de proseguir su marcha hacia Jerusalén.

Una vez conquista Jerusalén, se produjo una masacre se prolongó durante la tarde, la noche y la mañana del día siguiente. Fueron masacrados musulmanes, judíos, e incluso algunos cristianos en un arranque de violencia indiscriminada. Muchos musulmanes buscaron refugio en la mezquita de Al-Aqsa. Existe un famoso relato de Gesta Francorum que relata los acontecimientos: “...la carnicería fue tan grande que nuestros hombres andaban con la sangre a la altura de sus tobillos...”. Según Raimundo de Aguilers, uno de los hombres que participó en aquella masacre, canónigo de Puy, dejó una descripción para la posteridad que habla por sí sola:

“Maravillosos espectáculos alegraban nuestra vista. Algunos de nosotros, los más piadosos, cortaron cabezas de los musulmanes; otros los hicieron blancos de sus flechas; otros fueron más lejos y los arrastraron a las hogueras. En las calles y plazas de Jerusalén no se veían más que montones de cabezas, manos y pies. Se derramó tanta sangre en la mezquita edificada sobre el templo de Salomón que los cadáveres flotaban en ella y en muchos lugares la sangre nos llegaba hasta la rodilla. Cuando no hubo más musulmanes que matar, los jefes del ejército se dirigieron en procesión a la Iglesia del Santo Sepulcro para la ceremonia de acción de gracias”.

Un año después de la terrible matanza de Jerusalén, Tancredo, príncipe de Galilea y regente del Principado de Antioquía, recuperó la fortaleza de Hisn al Akrad para los cruzados. Tres décadas después, ya en el año 1142, Raimundo II, conde de Trípoli, alojó a los Caballeros Hospitalarios en el condado, cediéndoles esta antigua fortaleza ubicada en la carretera de Damasco hacia el mar Mediterráneo, así como otros castillos de menor importancia.

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La Orden de los Hospitalarios fue tomando un carácter cada vez más militar durante esta primera cruzada, creando una élite entre sus militantes. Un grupo de protectores que guardaría la doctrina, las normas y los principios de los Hospitalarios. Estos, eran virtualmente independientes del condado, y frecuentemente responsables de la protección de las fronteras de Trípoli, muchas veces asaltadas por los musulmanes de Damasco.

Los Hospitalarios erigieron este formidable bastión durante unos cuantos años y lo hicieron en dos etapas. En primer lugar se construyeron los muros exteriores, provistos de siete torres cilíndricas y un anillo interior que constaba de edificaciones de planta cuadrangular, finalizando su construcción aproximadamente en el año 1170.

Tras los continuos ataques cruzados, la fortaleza cae finalmente en sus manos hacia el 1142, haciendo necesaria ampliarla para acoger entre dos mil y cuatro mil soldados y reforzarla contra los ataques enemigos. También fueron construidas ya por los templarios, estancias para guardar suficiente comida en caso de asedio prolongado, incluso de años: depósitos de aceite y de cereales, cisternas de agua, que se llenaban gracias a los acueductos que copiaron de las construcciones romanas, etc.

El recinto tenía treinta mil metros cuadrados y está dividido en dos partes: una muralla exterior, datada del siglo XIII, provista de trece torres de distintas formas, y diversas puertas. Esta parte estaba destinada a la vigilancia, el entrenamiento, las caballerizas, etc.

A la segunda de ellas, la más importante, se accede a través de tres puertas abiertas con torres elevadas y numerosos pisos. Este segundo edificio está construido en dos plantas: a través de la primera accedemos a la Sala de Reuniones, decorada con elementos góticos, que datan de los últimos años de los hospitalarios en el lugar. La Galería es uno de los lugares más fascinantes al presentar arcos en estilo gótico, capiteles que contrasta con el resto del castillo.

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Esta sala comunica con otras habitaciones destinadas a la guarnición, las cocinas, las habitaciones de las tropas, lugares de aseo y acopio de víveres. La planta baja tiene una iglesia, que una vez conquistada por Saladino, fue convertida en mezquita. La capilla mide unos veintiún metros y posee dos puertas: una construida por los cristiano, la otra por los musulmanes.

En la planta superior encontramos habitaciones, torres y pasadizos. De ella destacaremos la habitación destinada al alojamiento de la persona que estuviese al mando de la fortaleza.

En los primeros años del siglo XIII, el castillo fue dañado por dos terremotos, siendo reconstruido en esta segunda etapa hasta tomar su forma actual, contando con un impresionante muro exterior de treinta metros de ancho, lo que sumado a su ubicación sobre la escarpada colina lo convertía en un bastión prácticamente inexpugnable.

La colina proporcionaba un emplazamiento táctico ideal, la fortificación contaba con dos puntos débiles: la puerta principal y el flanco sur, expuesto a la llanura. Para solventar el problema de la puerta principal, los cruzados decidieron que el acceso a ella se construyera en zigzag, de manera que un posible invasor se expondría durante su asalto al fuego de los adversarios, disponiendo una amplia rampa y un pasaje abovedado que daba acceso al castillo.

Para proteger el flanco sur, se alzó un muro de albañilería con tres torres de gran alcance, precedido de un enorme parapeto de mampostería que en algunas zonas alcanzaba los veinticinco metros de espesor. La zona más débil de estas tres torres se encontraba la residencia del Gran Maestre de la Orden, a la que se accedía a través de una escalera de caracol.

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Dada la gran capacidad defensiva del castillo, a los asaltantes tan solo les restaba la posibilidad de un prolongado asedio, bloqueando las líneas de abastecimiento de la fortaleza, aunque los cruzados también tuvieron en cuenta esta posibilidad durante su construcción.

Dispusieron un almacén de 120 metros de longitud, además de otros almacenes adicionales excavados bajo la fortaleza, como depósitos de aceite y de cereales, además de cisternas de agua, que se llenaban gracias a sistemas inspirados en los acueductos romanos, permitiéndoles reservar agua y alimentos suficientes para mantener a una guarnición durante un asedio de cinco años.

El bastión de los cruzados demostró la valía de sus defensores y el ingenio de sus constructores durante numerosos asedios, repeliendo al propio Saladino en el año 1188. Aunque finalmente, fue el sultán mameluco de Egipto y Siria, Baibars, quien consiguió tomar el Crac de los Caballeros, el 8 de abril de 1271, empleando la astucia en lugar de la fuerza.

En aquellos momentos, la guarnición que se encontraba en la fortaleza era escasa unos trescientos hombres, pues un año antes, la Octava Cruzada había fracasado y el envío de ayuda desde el oeste resultaba imposible.

El 3 de marzo de 1271, el ejército del sultán estuvo frente al castillo de Crac de los Caballeros, y los Hospitalarios supieron que no tenían ninguna posibilidad, salvo resistir, pero no estaban dispuestos a entregar el castillo y se prepararon para el asedio.

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Baibars comenzó bombardeando con catapultas pesadas y mangoneles, que apenas hacían mella en la impresionante mole del Crac. De modo que decidió abrir una brecha de otro modo. El 29 de marzo, sus hombres excavaron un túnel bajo una de las torres suroccidentales, hasta que llegaron a los cimientos y consiguieron derribarla hasta que quedó un enorme agujero en la pared exterior.

De esta forma, entró el ejército del sultán, encontrando apenas resistencia ya que la zona entre muros era refugio de civiles. Cuando los atacantes penetraron en el recinto, se encontraron ante la segunda línea de imponentes fortificaciones cerrándoles el paso.

Baibars se dio cuenta que le quedaba lo más difícil, el impresionante castillo interior donde resistían los caballeros, con acceso a abundante agua y comida como para aguantar muchos meses. Un tiempo que el sultán no estaba dispuesto a esperar.

Baibars se negaba aceptar su derrota, así como la posibilidad de sitiar la fortaleza durante años, por lo que según los historiadores árabes, envió una paloma para hacer llegar una carta falsa al castillo.

Tras diez días de hostilidades en esta segunda muralla, una paloma mensajera llegó al Crac con una carta. Estaba firmada por el mismísimo Gran Maestre de la Orden Hospitalaria en Trípoli, había unas simples instrucciones: los defensores debían entregar el castillo y buscar un acuerdo con el sultán. Pusieron como condición para rendirse que se les debía permitir abandonar el castillo junto con todos los civiles allí refugiados. Baibars accedió y les concedió un salvoconducto para llegar hasta Trípoli.

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El castillo interior del Crac

En la mañana del 8 de abril de 1271, los Caballeros Hospitalarios, acompañados de hombres, mujeres y niños, abandonaron la fortaleza sin sufrir daño. El asedio había terminado, después de treinta y seis días, y el impenetrable Crac de los Caballeros había caído, gracias a una simple hoja de papel.

A partir de este momento, la fortaleza de los Caballeros Hospitalarios ha estado en manos de los musulmanes durante siglos, permaneciendo en un excelente estado de conservación hasta fechas recientes.

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Crac de los Caballeros fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2006, integrando un modelo de perfección defensiva, así como la mayor fortaleza de la historia erigida por los cruzados.

En la actualidad, lamentablemente, este hermoso baluarte ubicado en la provincia de Homs, ha sido el escenario de los encarnizados combates entre las tropas del régimen de Bashar al Assad y los rebeldes respaldados por Estados Unidos. En el verano del 2013, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos confirmó que tres misiles impactaron en la zona como medida de represalia contra los insurgentes que ocupaban el castillo, resultando seriamente dañado.

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Desde el inicio de los combates, la Unesco ha pedido en varias ocasiones a los combatientes que salven el patrimonio cultural del país, que ha sobrevivido a las guerras de los hombres y a los desastres naturales durante siglos, pues el que fue un inexpugnable bastión de los cruzados, pende actualmente de un hilo sobre el abismo de la destrucción.

La fortaleza es uno de los pocos lugares donde el arte cruzado (en forma de frescos) se ha preservado. Eduardo I de Inglaterra, durante la Novena Cruzada en el año 1272, vio la fortaleza y la usó como ejemplo de sus propios castillos en Inglaterra y Gales. Según expresión de T. E Lawreence, Crac de los Caballeros es "el castillo más admirable del mundo".

Según la Unesco, el edificio era un ejemplo excelente de las fortificaciones que se erigieron durante las Cruzadas, tanto por la calidad de su construcción como por el buen estado en el que se encontraba.

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Crac de los caballeros, un castillo impresionante