jueves. 28.03.2024

cisnerosUn 10 de julio de 1517 se publicó el último tomo de la Biblia Políglota, promovida por el Cardenal Cisneros en Alcalá de Henares, la vetusta Complutum. Estaba casi terminada en 1514, pero los holandeses bajo la batuta de Erasmo de Rotterdam, al que dieron la exclusiva de su publicación el Papa León X y el emperador Maximiliano I, se nos adelantaron, y hubo que retrasarla en España. Se hicieron 600 ejemplares, pero solo se conservan 123. No fue la única aportación a la cultura occidental de este insigne cardenal, que murió ese mismo año, unos meses después.

Todo se ha dicho del insigne personaje de nuestra historia que es el Cardenal Cisneros, y del importante papel que jugó en tiempos revueltos. Y mucho se está diciendo de palabra y de obra, programando actos en los lugares relacionados con su vida, en este año en que se cumple el V centenario de su fallecimiento. En ciudades y pueblos como Torrelaguna, Roa, Alcalá de Henares, Illescas, Sigüenza, Guadalajara, Madrid, Toledo... se vienen celebrando a lo largo de este año actos de homenaje, desde ciclos de conferencias y música, hasta teatro y exposiciones. Si alguien quiere ampliar conocimientos sobre esta programación, y acercarse a esta figura de nuestra historia, puede consultarlo en Internet, donde se ofrece amplia y completa información al respecto.

Mucho se sabe de este hombre religioso y estadista, por eso me voy a limitar, en este reportaje y semblanza, a nombrar de pasada sus méritos y contradicciones, para fijarme en algo que poca gente conoce, y que, siendo una iniciativa menor en su extenso currículum, es un gran avance en la ordenación social. Iniciativa doble: una de ellas, la paga en la jubilación de los religiosos (luego extendida al resto de ciudadanos); y la otra, y más curiosa, que significó un gran avance en ese mismo orden social, fue la fijación de los apellidos para que cada cual fuera identificado. Con él nació, podíamos decir, el primer documento nacional de identidad.

Hombre de Iglesia y de Estado, culto, tradicional y reformador, tolerante e intransigente

Pocos personajes ha dado España tan importantes para la historia, tan influyentes en su tiempo, y tan incomprendidos desde la actualidad, como el Cardenal Cisneros. Jefe de Estado y jefe de la Iglesia, tolerante e intransigente, quemó libros pero luchó por la cultura, tradicional y reformador... Religioso y político, tuvo que servir a Dios y a los hombres, y abortar un golpe de Estado después de soportar y manejar múltiples conspiraciones de la corte y de la nobleza por hacerse con el poder. Tuvo que hacer malabarismos políticos, jurídicos y sociales para mantener España en paz dentro de la ausencia del poder “real”, y conseguir la legitimidad para la continuación en el trono del nieto de los Reyes Católicos, Carlos I, ante la falta de juicio -o así lo hicieron ver- de su madre, Juana “la Loca”, la reina legítima de Castilla, cautiva en Tordesillas. Y cuando parecía que todo estaba hecho, achacado por la edad, 81 años, y tantos problemas y avatares que tuvo que resolver, de los que dependía el futuro de España y su imperio, en Roda, cuando iba a recibir al futuro emperador, le sorprende la muerte un amanecer frío del 8 de noviembre de 1517, antes de ver cumplidos sus deseos y recibir al rey flamenco, que habría de regir los destinos del mayor imperio del mundo. Fue un auténtico y sagaz hombre de Estado, además de buen cardenal, que se vio obligado a intervenir en política en una época de las más difíciles y controvertidas de la historia del país más poderoso del mundo en aquellos siglos, las Españas, sus colonias y sus descubrimientos. 

Casi todo lo hizo bien, salvo algunas lagunas negras por las que ha sido criticado, aunque no menoscaban en nada su proceder, como aceptar ser nombrado Inquisidor (el tercero), y mostrarse intolerante con las culturas/creencias judías y, sobre todo, islámicas, mandando quemar todos los libros árabes después de la conquista de Granada, e impartiendo bautismos en masa. Quema de libros por un hombre que si algo promocionó fue la cultura, con la creación de la Universidad Complutense en Alcalá de Henares, y la confección de la Biblia Políglota, “para reavivar -fueron sus palabras cuando reunió a los expertos en Complutum, nombre latino de Alcalá- para reavivar el decaído estudio de las Sagradas Escrituras”, donde, como no podía ser de otra manera, figuraba además del latín y el castellano, el griego, el hebreo y el arameo, dialecto del hebreo, hablado en tiempos de Jesús en Palestina (Judea). (Como curiosidad hay que anotar que arameo, hace referencia a “la tierra de Aram”, Siria, idioma semítico de los pueblos que habitaban la zona norte de la actual Siria... Curiosidades que hoy deben preocuparnos ante lo que en esa zona sucede, cuna de nuestra civilización). La Biblia de Cisneros fue la primera obra que se imprimió en la historia del libro en varios idiomas, y se aprovechó un invento reciente que revolucionó la difusión cultural, la imprenta de Gutemberg.

Por segunda vez fue regente, por mandato real del fallecido Rey Fernando, del Reino de Castilla hasta que el joven príncipe, su nieto, viniera de Flandes a España a ocupar el trono. Y Cisneros, que se encontraba ya viejo, con ochenta años, mostró unas dotes políticas y una habilidad para gobernar extraordinarias. Tuvo que enfrentarse a un clima social y político en el interior del reino extremadamente inestable: primero, por los nobles castellanos ávidos de recuperar el poder perdido; y segundo, porque tuvo que abortar las añagazas que hubieran acabado en golpe de Estado, de los que pretendían subir al trono al hermano de Carlos, Fernando, favorecido por haberse criado en la Corte española, mientras aquel estaba en Flandes, y no hablaba castellano. Fernando había sido educado en España, y había crecido aconsejado e imitando a su abuelo Fernando el Católico. Malabarismos de los que solamente un estadista de la talla de nuestro cardenal, podía salir airoso, por el bien de los reinos. 

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VIDA Y OBRA: Jubilación e Identidad

Nació en Tordelaguna, o Torrelaguna (hoy perteneciente a Madrid), y fue bautizado como Gonzalo Jiménez de Cisneros, aunque cambió el nombre a Francisco, que más tarde eligió al tomar los hábitos franciscanos. Así lo recordaba el Cardenal Guisasola en 1917 (citado por la Wikipedia y otros historiadores):

A Torrelaguna, que entonces pertenecía a nuestro Arzobispado de Toledo, cupo la alta honra de ser la patria del Cardenal; pues, aunque su apellido claramente señala que tiene su origen en Cisneros, villa de la tierra de Campos, su padre D. Alonso, no aviniéndose con su hermano D. García, poseedor del mayorazgo de la casa, marchó a estudiar leyes en Salamanca y poco después se avecindó en Torrelaguna, casándose allí luego con Dª Marina García de la Torre y Astudillo. Tres hijos les concedió el cielo, el primero de ellos fue el Cardenal, nacido en 1436, y se le impuso en el santo bautismo el nombre de Gonzalo, que conservó hasta su entrada en Religión”.

Torrelaguna celebra este año por todo lo alto, con actos de diversa índole, la conmemoración de su fallecimiento, que tuvo lugar en Roda en 1517. También aquí, como en Illescas, donde fundó un convento, se le rinde homenajes a lo largo de este año. Iba camino de la entrega de poderes y recibimiento al nuevo rey castellano y futuro emperador, que tantas reticencias levantaba en España, hasta el extremo de que poco después se originaría el levantamiento de las Comunidades (Los Comuneros), término por primera vez usado y hoy rescatado. Murió antes de ver cumplidos sus deseos, pero dejó un valioso legado a la posteridad.

Sin detenernos en ellos, por ser ampliamente conocidos, como la Universidad y la Biblia Complutenses, quiero resaltar dos de los que apenas si se habla, que siguen vigentes, formando parte de nuestra vida cotidiana: la “paga de una pensión”, terminada la vida laboral, y la identificación individual, que hoy se efectúa a través del DNI, pero que ha tardado tiempo en institucionalizarse, y que comenzó siendo un sistema de control: en la Argentina, de la “buena gente”, y en España, años después, de la “mala”, “vagos y maleantes”, delincuentes y “rojos”.

Vayamos con la primera, recordando anteriores reportajes sobre las catedrales publicados en este mismo periódico, su significado y sus características. Entre ellas, sobresalen las que se han dado en llamar catedrales “magistrales”. El nombre procede de “magister”, maestro, o profesores de Universidad encargados de formar al cabildo de la misma, una vez retirados (jubilados) de sus aulas universitarias, y poder de esa manera seguir cobrando un sueldo como profesores “eméritos”, o lo que es lo mismo, gozar de una pensión vitalicia de las rentas eclesiásticas. En el mundo sólo hay dos catedrales “magistrales”, una en Lovaina (famosa también su universidad), y la otra, en Alcalá de Henares. De este modo, el Cardenal proporcionaba a los catedráticos una especie de “jubilación” que luego se fue extendiendo a otras instituciones, hasta afianzarse en la sociedad, actualmente vigente en muchos países.

Y la segunda iniciativa fue la identificación de las personas. Hasta entonces, durante la historia de la humanidad, los seres humanos se identificaban con su nombre, seguido de un genitivo, haciendo referencia bien al lugar, bien a la familia de donde provenían. Así se decía Tales de Mileto, Tomás de Aquino, Hernando de Talavera, Juan de Ávila, Francisco de Borgia, Catalina de Medici, Juan de Medici... A veces tales denominativos llevaban a confusión; podía darse el caso, y era frecuente, de dos hermanos que hubieran nacido en diferentes lugares y llevaran distinto genitivo local, o también que coincidieran dos nombres provenientes del mismo lugar. Para evitar eso, en 1501 el cardenal Cisneros instituyó la obligatoriedad de la identificación de las personas con un apellido fijo proveniente del progenitor. Se evitaban de esa manera esas frecuentes confusiones al identificar a las personas con su nombre, seguido de ese tipo de apellidos o motes, reflejando el lugar de procedencia, el oficio, o alguna característica de la persona. Ya hemos apuntado cómo miembros de una misma familia, incluso hermanos, podían tener diferente apellido, provocando un tremendo caos administrativo. A partir de la ordenanza de Cisneros, el apellido del padre quedaba fijado, y pasaría a ser el de todos sus descendientes.

Inteligentes medidas administrativas de un gran hombre de Estado y profundamente religioso hace cinco siglos... aunque este sistema no fue adoptado legalmente hasta 1870, quedando establecida la tradición en casi todo el mundo de usar dos apellidos, el paterno y el materno, en ese orden. En muchos países, incluida España, desde 1999, se pueden alterar y poner primero el de la madre. Pero de todo esto hablaremos en próximos reportajes. Hoy tocaba la historia. Y la semblanza de un gran español, como fue el Cardenal Cisneros, del que seguiremos hablando.

Cisneros, inventor de la identidad