viernes. 26.04.2024
Placa de terracota erótica. II milenio a.C. Museo de Arqueología de Israel
Placa de terracota erótica. II milenio a.C. Museo de Arqueología de Israel

La sexualidad en Babilonia y en general en toda la zona de Mesopotamia era muy apreciada, pues se creía que el sexo era un medio para que el hombre llegara a la felicidad.

Por eso es fácil de encontrar expresiones sexuales en el arte de la zona, así como en la literatura. En “La Epopeya de Gilgamesh” se presenta el sexo como uno de los placeres que el hombre debe disfrutar. Ahora bien, tanto en el mundo babilónico como en el sumerio queda reflejada claramente la superioridad del hombre sobre la mujer. El papel de ésta sebe ser de sumisión y el lugar donde debe desarrollar su vida es su casa y su misión principal debe ser la reproductiva.

Para conocer la situación de la mujer en Mesopotamia, la mejor fuente es el Código de Hammurabi, que era un conjunto de leyes establecidas por este rey en el siglo XVIII a.C. Muchas de sus normas nos describen los derechos y obligaciones de las mujeres, y gracias a ello podemos hacernos una idea de cómo vivían.

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Placa de arcilla erótica.  Museo de Arqueología de Israel.

Hay algunos aspectos del Código que son importantes para comprender la mentalidad de las personas en la antigua Mesopotamia. En primer lugar, el orden social estaba por encima de cualquier tipo de derechos individuales. En segundo lugar, el marido o el padre era el cabeza de la familia. Por último, se consideraba que la legitimidad de la descendencia era esencial, y por ello se limitaba estrictamente la libertad sexual de la mujer, no así la del hombre.

La mujer estaba sometida a la autoridad del hombre, bien fuese su padre o su marido. Los hijos/as eran considerados posesiones del padre. La mujer pertenecía al marido. En el aspecto sexual estaba seriamente castigada cualquier relación de la mujer casada fuera del matrimonio, tanto para ella como para su amante.

Se cree que las mujeres tenían derecho de propiedad, lo más habitual era que el padre o el marido fuesen quienes administraban los bienes familiares.

Para los babilonios, el matrimonio era un contrato legal entre el padre de la mujer y el hombre aspirante a dicho matrimonio. También se da el caso de llegar a conciertos matrimoniales entre dos familias. Podemos definir el contrato matrimonial como un acuerdo de intereses cuya finalidad era asegurar y perpetuar la sociedad, es decir tenía una función reproductora.

El Código de Hammurabi establecía que era necesario un contrato para establecer todas las condiciones de la unión y las posibilidades en caso de divorcio o viudedad.

En el contrato matrimonial había dos conceptos de gran importancia: la dote y el precio de la novia.

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La dote era la cantidad que el padre de la novia otorgaba para el mantenimiento de su nuevo hogar. Las hijas no tenían normalmente derecho a la herencia del padre, porque se suponía que su parte de posesiones estaba ya entregada con la dote. La dote pasaba a pertenecer al conjunto de bienes del nuevo hogar y sería administrada por el marido.

El precio de la novia era una cantidad acordada que la familia del novio tenía que pagar para que su hijo se pudiera casar con una mujer.

¿Cómo era el proceso del matrimonio?

  •  El contrato de compromiso/matrimonio.
  •  Pago de las familias de los novios al otro
  • La ceremonia fiesta.
  • Relaciones sexuales entre la pareja con la novia siendo virgen en su noche de boda y quedar embarazada. Si la novia no era virgen o no podía concebir se le podía devolver a su familia junto a su dote.

La infertilidad se consideraba una gran desgracia y el hombre podría tomar una segunda esposa si la esposa resultaba estéril.

Un padre podía entregar una hija para ejercer de sacerdotisa de un Dios.

Un hombre podía divorciarse de una mujer sin necesidad de una justificación, pero, si había tenido hijos con ella, esta se quedaba con la dote, con los hijos y con los derechos de la propiedad para poder mantenerlos. Además, cuando su ex marido moría, ella tenía derecho a una proporción de las propiedades igual a la de sus hijos.

Si la mujer no tenía hijos, se devolvía la dote más una indemnización. Si era la mujer quien quería divorciarse y el marido se negaba a entregar la dote, entonces intervenían los tribunales. Si la mujer podía demostrar que la ruptura matrimonial era culpa de la dejación del marido, entonces podía irse con sus hijos y con la dote a la casa del padre. Si se demostraba que el matrimonio se rompe por su culpa, perdía la dote y los hijos. Además, el marido podía mantenerla como sierva e incluso arrojarla al río.

Si una mujer se queda viuda, su desamparo era realmente muy grande, por lo que se establecieron leyes para ofrecerle una ayuda que les permitiese sobrevivir dignamente.

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Placa de terracota de Babilonia                 Placa de terracota de Uruk (Warka)
Museo Arqueológico de Berlín.

Se establecieron que los regalos de boda debían guardarse como una garantía para la mujer en caso de la muerte del marido. Si no existían estos regalos, se establecía que la mujer heredaba una parte proporcional a la de cualquier hijo, de las posesiones del marido. La viuda, además, tenía el derecho a permanecer en el hogar familiar durante el resto de su vida.

 

Si la viuda decide volver a casarse, pierde los regalos de boda y tiene que marcharse del hogar familiar. Aunque si tenía hijos a su cargo, debía pedir consentimiento judicial para volver a casarse.

El adulterio consistía en que una mujer casada mantuviese relaciones con otro hombre diferente de su marido. No se consideraba adulterio las relaciones extramatrimoniales del marido con mujeres no casadas. Cuando una mujer cometía adulterio con su amante, el marido tenía derecho a atarlos juntos y arrojarlos al río para que se ahogasen. Si lo deseaba, podía salvar a su mujer, pero entonces debía hacer lo mismo con el amante. Si un marido acusaba a su mujer de adulterio sin pruebas palpables, ella tenía que jurar inocencia delante de un sacerdote y podía volver con su marido.

Si el marido junto a otra persona acusaba a la mujer de adulterio, entonces debía someterse a una dura prueba: tenía que jurar ante los dioses su inocencia y luego arrojarse al río. Si se ahogaba, se consideraba que era culpable, y si no se ahogaba, se pensaba que los dioses la habían ayudado porque era inocente. En aquellos tiempos muy pocas personas sabían nadar en Mesopotamia, por lo que esta prueba era realmente muy arriesgada. Si seguimos el Código de Hammurabi respecto al adulterio recoge varios aspectos.

En el artículo 129, hace referencia al agua y dice “Si la esposa de un hombre ha sido sorprendida mientras estaba acostado con otro varón, se los atará y se los echará al agua. Si el dueño de la esposa deja vivir a su esposa, entonces el rey dejará vivir a su servidor”.

En el artículo 131º dice “Si el marido sólo tenía dudas y no sorprende a los adúlteros, la mujer debe pronunciar un juramento ante Dios para confirmar su inocencia y podría volver a casa de su padre”.

El artículo 132º dice “Si uno ha dirigido su dedo contra la mujer de otro a causa de otro hombre, y si ella no ha sido sorprendida con el otro hombre, o acusa a su marido, ella se arrojará al río”.

babilonia5Estas leyes contra el adulterio sólo se aplicaban si la mujer estaba casada legalmente. (En la imagen: Placa de terracota de Tutub (Khafajeh). 11 x 10 cm. Museo de Iraq).

El Código de Hammurabi condenaba en su artículo 154º con dureza la relación entre el padre y la hija. En ese supuesto, el padre será expulsado de la ciudad. No se sabe cuál sería el castigo para la hija. En el artículo 157º, hace referencia al incesto entre una madre y el hijo y dice “se les quemará a los dos”. En el artículo 158º se refiere a las relaciones entre un hombre de la familia con la esposa principal, sin que fuese su madre, su castigo consistirá en ser expulsado de la familia.

La violación en Babilonia era severamente castigada. Las sentencias siempre llevaban aparejada la muerte, si la mujer violada era casada. Esto no se hace, no por la defensa de la mujer sino por la defensa de las propiedades del hombre, ya fuese indistintamente la mujer o las hijas.

Si la mujer violada no era casada se buscaba la recompensa económica a la familia de la violada y la obligación del violador de casarse con ella. Si el violador era casado, el padre de la mujer casada tenía el derecho a hacer lo mismo a la mujer del violador. También debemos seguir las leyes de Eshnunna, donde se regula que, si una esclava es violada, se debe compensar económicamente por parte del violador al dueño de la esclava.

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En la sociedad de Babilonia era mal vista la castidad así, como la masturbación tanto masculina como femenina. En Mesopotamia se rendía culto a Astarté, que era la diosa protectora a la que las mujeres jóvenes ofrecían su virginidad, entregándose a un extraño en el templo. El historiador Herodoto dice “la costumbre más infame que hay entre los babilonios es la de que toda mujer natural del país se prostituya una vez en la vida con algún forastero, estando sentada en el templo de Venus”.

La prostitución en Babilonia siempre se ha unido con la religión vinculada a la diosa Ishtar. Las prostitutas se llamaban “ishtaritu”. Es evidente que también existía la llamada prostitución vulgar asociada a los burdeles y a las tabernas. Además, existían las prostitutas callejeras, como queda reflejado en este texto cuneiforme “porque has calumniado a la hija de un hombre, tu igual, y la has llamado mujer de la calle, como consecuencia de la cual su esposo la ha abandonado”.

En “La Epopeya de Gilgamesh” se dice “Ven cortesana, que yo te diga tu destino y que yo te maldiga con una gran maldición…. Jamás construirás un hogar feliz, jamás te introducirás en un harén, la cerveza ensuciará tu bello seno, tus arreglos serán salpicados por el vómito del borracho, habitarás en la soledad y te ubicarás en las murallas. Las espinas lastimarán tus pies, los borrachos podrán abofetearte”.

Como podemos deducir por este texto, la prostitución no estaba mal visto socialmente. La prostitución tanto masculina como femenina provocaba el desprecio para quien la ejercía y sin embargo se permitía como práctica sexual.

La prostituta se consideraba una mujer que no había cumplido con la obligación de cualquier mujer babilónica, la reproducción. Las prostitutas eran consideradas mujeres inútiles para la sociedad.

babilonia7En el Shumma podemos leer lo siguiente “No te cases con una prostituta, cuyos maridos son muchos, una ishtaritu reservada a la divinidad, ni una kulmashitu cuyos favores son muchos, en la desgracia ellas no te ayudarían, en la adversidad se burlarían de ti, ellas ignoran el respeto y sumisión.

Las prácticas homosexuales no estaban condenadas en el mundo babilónico y se datan entre el año 2100 y el 560 a. C. Se conoce la existencia de una homosexualidad sagrada, pues determinados documentos hablan de una serie de hombres de sexualidad indefinida, que podrían ser eunucos, travestidos y homosexuales, que gozaban de una doble naturaleza la masculina y la femenina.

En el relato épico de Gilgamesh se muestra una relación erótica del héroe con su compañero Enkidu. Como se puede comprobar, hay prácticas sexuales, que unen homosexualidad y religión.

Hay constancia de que algunos sacerdotes de Ishtar  practicaban la homosexualidad y participaban bailando travestidos en determinados ritos. En algunos templos babilónicos existía prostitución masculina sagrada.

En cambio, sus vecinos los asirios, entre los años 1800 y 1077 a. C. se muestran opuestos a la homosexualidad masculina, aunque parece que toleraban la femenina. En el Código de Hammurabi se nombra a las salzikrum (hijas-varón) que podían tomar una o varias esposas y tenían derechos de herencia y la propiedad semejante a los hombres.

Durante el reinado de Tiglatpileser I, en el periodo medio del imperio asirio en el siglo XII a. C., existían las siguientes leyes que dan constancia de su negativa consideración social hacia la homosexualidad masculina, que llegaban a condenar con la castración, según podemos leer en una tablilla.

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Gilgamesh y Enkidu. Una historia homoerótica de los antiguos sumerios.

La Ley XIX dice: ”si un hombre ha difamado secretamente a su amigo diciendo "He yacido con él" o ha hablado sobre él durante un litigio en presencia de otras personas, diciendo "el hombre ha yacido contigo", diciendo "Yo afirmo y te acuso", ahora si no puede mostrar la acusación contra de él y no se le encuentra acusado, a este hombre le deben infligir 50 golpes con un bastón y deberá trabajar para el rey durante un mes completo; será depilado y deberá pagar un talento de multa.

La ley XX dice Si un hombre ha yacido con su amigo y se prueban los cargos y se le encuentra culpable será castigado convirtiéndole en eunuco”.

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Mercado de mujeres de Babilonia, Edwin Long, 1875, Royal Holloway College, London.

Entre los restos arqueológicos nos encontramos con los sellos cilíndricos con representaciones de escenas de matrimonios o banquetes, donde la sexualidad está presente sin ningún tipo de tabú.

Las tablillas de terracota no dejan de sorprendernos con sus imágenes de tipo sexual. Debemos saber que eran de amplio consumo popular y las encontramos en el interior de los hogares babilonios, así como en las tumbas. El inicio de esta práctica de las tablillas de terracota se sitúa en la tercera dinastía de Ur y duró hasta el año 1700 a. C. que empezaron a desaparecer.

Las tablillas de terracota son de tamaño muy pequeño nos caben en una mano, y nos presentan unas imágenes muy bien trabajadas con un gran detalle de su labrado y una profundidad de relieve que les dan una gran exquisitez. En ellos aparecen una figura o una escena en el centro y sus bordes están decorados en sus cuatro lados.

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Estas tablillas podemos clasificarlas en tres grandes tipos: (En la imagen: Escena erótica en Terracota.)

  • La mujer aparece reclinada y el hombre la penetra por detrás. Normalmente en esta posición la mujer suele aparecer bebiendo cerveza por medio de una pajita.
  • Aparecen cara a cara, unas veces de pie y otras en la cama.
  • Figuras femeninas aisladas en posiciones sexuales activas y con la presencia de elementos fálicos.

También aparecen escenas de taberna y podemos a una mujer bebiendo de una jarra de cerveza. Este tipo de tablillas nos enseña la gran conexión existente entre la cerveza, la sexualidad femenina y el sexo en todas las culturas mesopotámicas.

Como vemos por la información aquí presentada, el sexo y sus prácticas están plenamente integrados en el mundo mesopotámico. Llama poderosísimamente la atención el papel de sumisión y de propiedad de la mujer en esta cultura.

Babilonia y el sexo