martes. 23.04.2024
CGT
Acogida de niños refugiados españoles, Prats de Mollo, 1937. Collection IHS-CGT

A lo largo de 2015, la Confederación General del Trabajo (CGT) de Francia ha celebrado con diversos actos, exposiciones y publicaciones el 120 aniversario de su fundación. Merece la pena conmemorar la historia de una de las organizaciones obreras más emblemáticas de Europa, que también fue muy activa en la solidaridad con los trabajadores españoles y en las luchas anticolonialistas.

Exiliados y emigrantes españoles militaron en sus filas y hoy lo hacen muchos de sus hijos y nietos, como es el caso del propio secretario general actual Philippe Martínez.

En 1963, en los locales de la Federación cegetista de la Agricultura, en la calle Château d’Eau, de París, se instaló el “Comité de Soutien aux Travailleurs Espagnols” a cuyo frente estaba Carlos Elvira (1915-1993), un militante y dirigente del PCE que fue comisario político de brigada durante la guerra, y pasó 22 años encarcelado, casi todos ellos en el penal de Burgos.

A partir de 1967, Comisiones Obreras se organizó dotándose de una Coordinadora General y el Comité de Sostén se convertiría en Delegación Exterior de CCOO (con sede en un local anexo de la Alcaldía de Montreuil, París), reforzada por Ángel Rozas, militante catalán que había tenido que exiliarse. La DECO desplegó por todo el mundo una intensa labor de propaganda, de recogida de ayudas para los represaliados y de denuncia del Régimen y de su “sindicato” oficial en los foros internacionales.

La CGT siempre respaldó tanto a la Delegación Exterior de CCOO, como a las asociaciones españolas de emigrantes, y realizó importantes campañas de solidaridad entre sus afiliados o apoyó las que promovía la DECO, como fue el caso contra el “Proceso 1001”.

Los orígenes de la CGT hay que buscarlos en el proceso de reconstrucción del movimiento obrero tras la derrota de la Comuna de París en 1871. En 1886 se creó la Federación Nacional de Sindicatos (FNS) afín al Partido Obrero Francés (POF), liderado por Jules Guesde, quien concebía el sindicalismo como el “brazo armado” del Partido Obrero. Pablo Iglesias y el socialismo español estuvieron muy influenciados por las ideas de Jules Guesde, a cuya tendencia pertenecía también Paul Lafargue, que había viajado a España e impulsado la creación del PSOE.

En paralelo a las asociaciones propiamente sindicales existían las Bolsas del Trabajo, centros obreros que ofrecían socorros de huelga, cursos de formación y bibliotecas. Fernand Pelloutier, fundador y secretario de la Federación de Bolsas del Trabajo (creada en 1892), estaba inspirado por las ideas de Proudhon y era un defensor a ultranza del autonomismo sindical.

Aunque las bases de las bolsas y de los sindicatos demandaban la unificación, Pelloutier no lo consideraba prioritario, prefiriendo fortalecer lo existente antes que unir “organizaciones esqueléticas” (Jerôme Beauvisage) (i), y tampoco el partido guedista quería una central que no dependiera del partido. Pese a ello, en el congreso constitutivo de la CGT (Limoges, septiembre de 1895) estuvieron presentes, en mayor o menor proporción, militantes de todas las corrientes.

La CGT se puso al frente de todas las luchas que surgían en cualquier rincón del país y promovió, entre otras, la reivindicación de la jornada laboral de ocho horas. Los comienzos de la CGT estuvieron dificultados por la “competencia” de la Federación de Bolsas, pero después de la muerte de Pelloutier en 1901 se produjo la integración y la CGT adaptó en el congreso de Montpellier en 1902 su estructura, configurándose verticalmente en federaciones nacionales o regionales de industrias u oficios y, horizontalmente, en bolsas del trabajo consideradas como uniones locales, departamentales (provinciales) y regionales.

A partir de entonces la CGT estaría orientada por el “sindicalismo revolucionario” bajo el liderazgo de Victor Griffuelhes, teniendo como ejes la “acción directa” y los principios de la huelga general. La independencia sindical total de los partidos será exaltada en la Carta de Amiens, aprobada en 1906. Esta hegemonía “neoanarquista” o sindicalista pura se vio favorecida por los Estatutos que establecían igualdad de voto de todas las organizaciones fuera cual fuera su número de afiliados, y los reformistas mayoritarios en los sectores grandes —minas, ferrocarriles, artes gráficas— quedaban fuera de la dirección cegetista.

La Primera Guerra Mundial produjo en Francia, como en muchos países, una división profunda entre pacifistas e intervencionistas que fraccionaría el socialismo y el sindicalismo internacional. Leon Jouhaux, secretario de la CGT entre 1909 y 1947 condujo a la CGT, en su propio giro personal, del sindicalismo revolucionario al reformismo, y del internacionalismo al nacionalismo belicista.

CGT1Los comunistas franceses apoyaron la creación, en 1921, de la Confederación General del Trabajo Unitaria (CGTU), afiliada a la Internacional Sindical Roja. Benoît Frachon, antiguo anarquista, miembro después del PCF, será desde 1933 su principal dirigente. La CGTU de Francia —como su homóloga en España— tuvo corta vida, pues cuando la Internacional Comunista dio la orientación de crear “frentes populares” para frenar la amenaza fascista, ese acercamiento a los socialistas incluiría la reunificación sindical. (Foto: La grève. Bernard Naudin)

El gobierno del Frente Popular asumió reivindicaciones sindicales importantes, como la jornada de 40 horas, y otras conquistas obreras se plasmaron en los Acuerdos de Matignon negociados en 1936 entre sindicatos, patronal y gobierno.

Pero la firma del tratado germano-soviético de no agresión, en agosto de 1939, provocó disensiones internas en la CGT que llevaron, en 1939, a la exclusión de la corriente de los “unitarios”, es decir, los procedentes de la CGTU y otros militantes cercanos.

Con la ocupación alemana, el gobierno colaboracionista de Petain disolvió a la CGT y a la CFTC (central católica), pero fracasó en su intento de crear sindicatos colaboracionistas.

Benoît Frachon y los sindicalistas de su tendencia pasaron a la clandestinidad y se integraron en el movimiento de resistencia. También se opusieron a Vichy un grupo de partidarios de Leon Jouhaux, quien fue deportado al campo de concentración de Buchenwald. En agosto de 1944, la CGT, con el apoyo de CFTC, llama a la huelga general insurreccional que contribuye a la liberación de París.

Con la Liberación y la formación de un gobierno de unidad, se reconstituye también una CGT única, que alcanzará en esos años su máxima implantación llegando a tener cerca de cinco millones de afiliados. Benôit Frachon y Leon Jouhaux compartieron la secretaría general de la confederación unificada.

Pero la guerra fría abierta entre EEUU y la URSS y sus respectivos aliados tiene como consecuencia, entre otras, la expulsión de los comunistas del gobierno provisional en 1947 y una nueva ruptura de la CGT. La tendencia “Force Ouvrière”, agrupando a los antiguos “confederales” de Jouhaux y a una parte de los socialistas de SFIO, con el apoyo político y financiero de la AFL de EEUU, crea en 1947 la central CGT-Force Ouvrière.

La pérdida de algunas de las fuerzas originarias debilita a la CGT; a pesar de ello se consiguen algunos objetivos sindicales como la instauración en 1951 del SMIG (salario mínimo interprofesional garantizado). Reafirmando su tradición anticolonialista, la CGT se posicionó de forma favorable a la demanda de independencia de Argelia, conflicto que estaba ensangrentando Argelia y también Francia.

En los años sesenta y setenta, la CGT encontró —aunque de forma inestable— un aliado en la CFDT, creada en 1964 y entonces de tendencia socialista autogestionaria, con la cual, en 1966, firma un acuerdo en el que se plasman grandes objetivos reivindicativos comunes. En torno a las movilizaciones de Mayo del 68, se firman los Acuerdos de Grenelle que introdujeron derechos sociales y sindicales. La CGT apoyará con fuerza el “Programa Común” de la izquierda (1972-1977) y al primer gobierno de Mitterrand, formado en 1981, con el cual inicialmente se consiguieron importantes avances en la legislación social. A partir de 1984, con la salida de los ministros comunistas, retrocede también la unidad de acción sindical y la CGT pierde fuerza en sus movilizaciones y en el número de adherentes.

Durante varias décadas, la influencia del Partido Comunista en la CGT es indiscutible, siendo la mayoría de los principales dirigentes del sindicato a la vez dirigentes del Partido. Esto conllevaría su descalificación por los medios de la derecha, pero también de las demás centrales y por disidentes de las filas comunistas. Esa estrecha vinculación disminuye a partir de 1996 con el abandono del secretario general Louis Viannet de su puesto en el Buró del PCF, y culmina cuando su sucesor, Bernard Thibault, en 2013, en una declaración pública, da por cerrado el periodo de la hegemonía comunista en el seno de la central (René Mouriaux) (ii).

La posición de la CGT, en el pasado muy contraria a la Comunidad Europea, se ha matizado en los últimos años y, aun siendo muy crítica con el proyecto liberal de la Unión Europea, no es partidaria de la salida de ella, sino de cambiarla desde dentro. Desde 1999, es miembro de la CES, de la cual había sido excluida por la oposición permanente de FO, y puntualmente, de CFDT.

A pesar del retroceso afiliativo, lamentablemente común a muchos otros sindicatos franceses y europeos, puede decirse que la CGT sigue siendo una organización muy activa, siempre presente, en solitario o en unidad de acción con otros sindicatos, en las negociaciones y en los conflictos laborales y sociales; así fue en momentos cruciales como en 1995 al frente del movimiento Tous ensemble contra las medidas antisociales del primer ministro derechista Alain Juppé, o en las recientes movilizaciones contra los planes de reforma laboral del gobierno socialista de Manuel Valls.

Juan Moreno | Miembro del Consejo Asesor de la Fundación 1º de Mayo


(i) Le congrès de Limoges et luni ouvrière (Les Cahiers d’Histoire Sociale, nº 135).
(ii) Histoire de la CGT, p.156.

Los 120 años de la CGT de Francia y la solidaridad antifranquista