lunes. 29.04.2024
Daniel_Barenboim
Daniel Barenboim

Decía mi padre, qepd, que era músico y medio sabio, como todos los padres, que la gente que ama la música, que la compone o la interpreta, no puede ser mala gente, pues tienen un sentido de la armonía que los protege contra el mal.

Un pelín exagerado, tal vez, mi padre.

Pero en el caso de Daniel Barenboim creo que su proclama se ajusta como un guante a la realidad de este hombre inconmensurable.

Daniel Barenboim, en primer lugar, es uno de los mejores músicos vivos sobre la tierra. Interpretando, dirigiendo, componiendo, la música. Y haciendo de ésta un camino de sentido único: la convivencia, el conocimiento, la comprensión, como fundamentos de la paz, la justicia, la belleza, la dignidad, la felicidad, en suma, de la especie humana.

Barenboim es coherente, dentro de los que cabe, con ese sentido universal y humanista de la música grande. Por ello, es palestino, israelí, argentino, y medio español, como suele bromear con esto último.

Y su vida está dedicada a proclamar y probar que palestinos e israelíes pueden y deben convivir a condición de que nadie quiera exterminar a nadie, por contra de lo que el sionismo -no confundir con el conjunto de la ciudadanía judía- y practica contra Palestina desde hace 75 años.

Por ello, Barenboim promueve mil iniciativas para el logro de ese sueño posible, con la música siempre como coartada y territorio de encuentro, y los niños y niñas multinacionales, palestinos e israelíes en especial, sujetos centrales de escuelas, orquestas, asociaciones, conciertos, grabaciones.

Hace poco, en medio de esta masacre genocida contra la población palestina de Gaza, sobre todo, y una andanada brutal del mismo signo en Cisjordania, algo así como un ensayo de la "solución final" nazi contra los judíos a cargo de Netanyahu y sus secuaces pero ahora contra lo que queda de Palestina y su gente... Barenboim recibió un premio de una entidad israelí. Circula un vídeo con el discurso de éste aceptando el premio; sin morderse la lengua lee párrafos fundacionales del Estado de Israel; hermosas proclamas de paz y justicia para todos, que chocan frontalmente contra esta masacre sin misericordia. Concluye informando que el importe del premio irá a sendas escuelas infantiles de música, en Israel una de ellas y en la Cisjordania palestina la otra.

La entidad premiante y el auditorio debían ser sionistas pata negra pues no dan ni el menor asomo de aplauso al gran Daniel Barenboim, pese a que de sus tres nacionalidades y media una es israelí. Por el contrario, irrumpe en el atril una tipa que da miedo, ministra de no sé qué, y con una cara y un gesto propios de los soldados que asesinan impunemente en Gaza, acusa a Barenboim de enemigo del Estado de Israel, de difamarlo, lo cual provoca una ovación tan atronadora como el silencio y algún murmullo que acompañó su discurso... Barenboim le echa valor -tiene de sobra- se cisca en el protocolo, recupera el atril y el micro casi a la fuerza y le espeta a la tipa nazi-sionista que reitera al milímetro su discurso que es el único que tuvo a lo largo de su vida.

Hay que hacer todo lo posible para que ese vídeo llegue a todas partes. Y seguir haciendo todo lo posible, absolutamente todo, para parar el genocidio y ganar una paz justa para Palestina, con dos fundamentos ineludibles si de ganar la paz se trata: 1) Constitución de un Estado Palestino con el territorio y las fronteras anteriores a 1967; Naciones Unidas, dixit, 2) Retorno de refugiados y exiliados palestinos -una cifra que da idea de la magnitud del expolio y la limpieza étnica de estos últimos 75 años- a su tierra, a sus campos, a sus casas.

Bravo por Barenboim, por la música, por una paz justa para Palestina