jueves. 28.03.2024

psoe galicia2Mientras tomamos un café con dos miembros destacados y respetables del PSdeG, uno valora lo que está pasado en el seno de su partido como una guerra civil. El otro le matiza: “guerra incivil”. En todo caso, parece una guerra abierta, con final incierto y difícil.

Lo malo es que la guerra no está hablando de políticas a seguir, ni de las relaciones del Partido Socialista con la sociedad. Y lo malo es que el debate no llega a las organizaciones de base del partido y al conjunto de la militancia.  El desconcierto alcanza también a los militantes y a los simpatizantes. Muchos votantes que mantienen el voto, y otros muchos que lo han hibernado en la abstención, no salen de su desconcierto. Ven cómo está a punto de estallar un polvorín, y los responsables siguen jugando sus cartas personales (“personalistas”, dice uno de nuestros interlocutores), sobre los barriles de dinamita, mientras siguen fumando sus puros en presencia de los explosivos.

Hubo una catástrofe en las elecciones autonómicas, en las que el PSdeG obtuvo los peores resultados de su historia. Nadie ha analizado las causas, ni ha asumido responsabilidades. “Todos las tienen en una u otra medida”, dice uno de nuestros comunicantes: se refiere a los diversos dirigentes. Mientras tanto, el partido está paralizado. Tanto, que en algún lugar como Compostela, el PSdeG lleva meses con un concejal menos de los que obtuvo, sin expresar mayor inquietud ni diligencia por resolver la situación. “Es una falta de respeto a los electores y a la Institución”, afirma uno de nuestros acompañantes.

Hay una Comisión Gestora que capitaneó las elecciones autonómicas, dejando un reguero de descontentos con la elaboración de las listas de candidatos, que enturbiaron la campaña electoral. Una Comisión Gestora inactiva, que, sin mucho entusiasmo hace cola a las puertas de Ferraz, para lograr que la confirmen, pero que tiene desvitalizada la actividad del partido. Una Gestora rechazada por algunas organizaciones, que la acusan del fracaso electoral, piden la dimisión de su presidenta, y proponen una nueva Gestora. Primero tratando de consensuar su composición, y ante la imposibilidad de negociar, planteando unos nombres que pudieran ser aceptables. Y la otra parte, que no acepta ni el cambio de Gestora, ni una negociación, ni los nombres propuestos. Defiende sencillamente el status quo. Algunos dicen, que esperando a que resucite Gómez Besteiro, sepultado por una jueza de Lugo.

En medio de la confusión, surge una propuesta que nadie se cree: la avanza Ricardo Varela, ex conselleiro, ex secretario de organización, y la persona que facilitó el carnet del partido a la actual presidenta de la Gestora cuestionada. Propone una tercera vía que nadie se cree y nadie acepta.

Pero todas las “iniciativas” tienen el estilo del cabildeo. Todos reclaman su propia representatividad, y niegan la de sus contrincantes, pero ninguno realiza una propuesta política. Sólo juegan sus bazas sobre los barriles de dinamita. Pero nadie es capaz de convocar el Comité Nacional del PSdeG, que -según dicen nuestros interlocutores- es el único órgano con representatividad probada a nivel general, y que podría articular un debate político adecuado, y proponer una salida organizativa transitoria hasta que se celebre un Congreso que ya tarda demasiado.

Y mientras, algún miembro de la Gestora, el alcalde de Oroso, y algún secretario provincial, el alcalde de Culleredo, descalifican personalmente, sin ningún argumento político al alcalde de Vigo, que a su vez capitanea la propuesta alternativa sin tampoco propiciar un debate político que resuelva y saque a la militancia de esta guerra incivil.

Partido Socialista de Galicia: una guerra incivil