sábado. 20.04.2024
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Don Carlos Guitián es un médico con mucho prestigio en la ciudad de Ourense, donde ejerció la profesión durante mucho tiempo (fue jefe del Servicio de Urología del Hospital Provincial durante 45 años y también tuvo su consulta en la calle Progreso). Ahora cumple gozosamente noventa años y un numeroso grupo de amigos le hacen un merecido reconocimiento público el próximo día 29 de abril en los locales del Liceo orensano.  El Colegio de Médicos de Ourense y la Irmandade da Sanidade Galega (ISAGA) apoyan este homenaje.

Es un pionero en su especialidad y en  la década de los sesenta fue el primer médico en realizar la técnica de la resección trans-uretral para las enfermedades de próstata. Pero el reconocimiento público no se le hace sólo por sus méritos profesionales sino por su profundo compromiso con Galicia y con el idioma. Fue el primer médico que escribió las recetas en gallego, en los tiempos oscuros de la dictadura franquista, cuando nuestra lengua era perseguida y maltratada. Esta actitud de firme compromiso no le reportaba beneficio alguno sino todo lo contrario. Él mismo reconocía, en una entrevista  publicada en 2015, que “hubo pacientes dejaron de venir a mi consulta por hablar en gallego". Mi amigo Carlos Menéndez, que trabajó con el doctor Guitián como becario en los años ochenta, me contó que, ya en aquel entonces, en el Servicio de Urología las historias clínicas y los informes médicos se escribían en gallego.  Podemos considerarlo, con todo mérito, como uno de los médicos ilustrados que iniciaron la galleguización de la sanidad en Ourense.

Fue miembro del Partido Galeguista y tuvo relación con ilustres galleguistas como Ferro Couselo, Vázquez Monxardín, Salvador Rei, Otero Pedrayo  o Blanco Amor. También tenía una gran amistad y profunda admiración por Florentino Pérez Cuevillas. Pero su galleguismo no nació de estas relaciones sino que surgió mucho tiempo antes. En su juventud, cuando hizo la especialidad en el Hospital de Sant Pau de Barcelona se dio cuenta del orgullo que sentían los catalanes por su lengua. Allí nació su compromiso con el gallego, que mantuvo toda la vida, a pesar de las dificultades, perjuicios y faltas de respeto. Fue excluido de ciertos círculos profesionales y tuvo que soportar muchas veces el “ninguneo” de algunos colegas que le devolvían los informes que escribía en gallego diciéndole “no lo entiendo”. 

Nunca cedió en su actitud. No era un hombre de gran estatura pero tenía un fuerte carácter, una voluntad férrea y una gran capacidad de liderazgo tanto en el ejercicio de la profesión como en su compromiso político y social. También participó en la corrección de la toponimia. Él mismo contó, con mucha ironía, como, hace muchos años salía de noche (en compañía de su mujer y cogidos del brazo, para disimular), e iban pintando con una brocha  la “X” encima de la “J” de Rianjo y otras correcciones similares. El periodista Fernando Ónega relató estos hechos en un artículo, sin saber que los autores eran el doctor Carlos Guitián y su esposa.

Larga vida al doctor Guitián. Debemos reconocer y agradecer su perseverancia en el compromiso galleguista que nos sirve de ejemplo a todos los demás.

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Don Carlos Guitián, el médico que hacía las recetas en gallego