jueves. 28.03.2024
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“¿Por qué tiene que ganar siempre la empresa privada con algo que podemos hacer mejor como municipio?”

Tratan de convencernos de que la gestión privada de servicios está asociada a la modernidad y a la eficacia. Está ocurriendo, por ejemplo, con el agua: hemos visto cómo en muchos ayuntamientos han pasado o pretende que se pasen a manos privadas ese servicio pese a la oposición frontal de una mayoría de vecinos que con certero olfato temen que antes o después terminarán pagando más. Y también pasa con la energía y su distribución.

Resulta por ello muy instructivo ver lo que ocurre en otras partes, en países más avanzados democráticamente que el nuestro, para extraer las correspondientes lecciones y no dejarnos engañar con falsas promesas. Por ejemplo, en ese país que tanto les gusta a nuestros conservadores tomar como modelo de gestión: Alemania.

Y así vemos que en Berlín una empresa municipal llamada Berlin Energie, encabezada por un ingeniero, trata de recuperar Gasag, una sociedad conjunta de varios gigantes del sector energético: el francés GDF Suez, el sueco Vattenfall y el alemán E.on. Esos consorcios se resisten, sin embargo, a perder el gran negocio de la distribución de gas en la capital alemana, con sus 7.000 kilómetros de conducciones y 6.000 conexiones de gas. Pero el caso berlinés no es ni mucho menos único, sino que en muchos municipios alemanes se está produciendo el mismo fenómeno: los ayuntamientos quieren recuperar unos servicios que privatizaron en su día y de lo que ahora, en vista de la experiencia, parecen arrepentirse. Hay actualmente abiertos en torno a un centenar de procesos judiciales por los que los municipios intentan recuperar las redes energéticas que vendieron en los años noventa para tapar sobre todo unos agujeros presupuestarios.

Ocurre con el gas, pero también con la electricidad o el agua, y en todos los casos las empresas beneficiadas se resisten y en algunos casos han ganado los pleitos, sobre todo por la indefinición legal. Esto último ha hecho que la Asociación Alemana de Municipios exija reformar con urgencia la ley vigente para permitir que las propias empresas municipales puedan optar a las concesiones cuando éstas caduquen. Y dentro de dos años lo harán 2.000 concesiones.

Pero, como escribe el semanario Der Spiegel, el ministro de Economía y vicecanciller, elsocialdemócrata Sigmar Gabriel, trata de posponer la urgente reforma, más preocupado al parecer por el futuro de los gigantes energéticos alemanes RWE, W.on y EnBW, que por los deseos expresados por los municipios. Parecida sensibilidad hacia el mundo empresarial muestra también el concejal de justicia berlinés, el cristianodemócrata Thomas Heilmann, que antes de dedicarse a la política fue jefe del llamado consejo de vigilancia de un bróker del sector energético vinculado a la empresa sueca Vattenfall. ¡Siempre las dichosas puertas giratorias!

Pero hay otros políticos berlineses dispuestos a dar la batalla como el concejal de Justicia Ulrich Nussbaum, que se preguntaba recientemente:

“¿Por qué tiene que ganar siempre la empresa privada con algo que podemos hacer mejor como municipio?”

Por lo pronto, el Ayuntamiento de la capital ha recuperado ya el control de la distribución de agua, y las siguientes batallas son el gas y la electricidad, con lo que se volverá al viejo modelo, al que, según muchos, nunca se debió renunciar. ¿Nos acordaremos del ejemplo alemán también aquí cada vez que oigamos los cantos de sirena de los privatizadores?

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