jueves. 28.03.2024

Fue Yolanda, como habían sido Emilio, José Luis y otros jóvenes estudiantes o trabajadores que salían a la calle para exigir el desmantelamiento de las bandas de facinerosos o el cese de la represión policial, causante también de asesinatos y decenas de heridos. Éramos muchos quienes como ellos nos manifestábamos casi a diario y no había concentración en la que no hubiera algún altercado con grupos de extrema derecha o con la policía. Fueza Nueva o los Guerrilleros de Cristo Rey campaban por sus respetos, con la connivencia de los llamados grises. Cayeron Yolanda, Emilio, José Luis y otros compañeros. Les tocó a ellos por azar. Podíamos haber sido cualquiera de nosotros. Todos morimos un poco con el vil asesinato de estos amigos. La muerte de su mirada fue un modo de quedarnos ciegos, como dice un verso del poeta argentino Alberto Ortiz. Algunos, como Yolanda, formábamos parte también de la Coordinadora de Estudiantes de todo el Estado para luchar contra la Ley de Autonomía Universitaria, LAU y, como ahora, por una enseñanza y una universidad pública democrática y de calidad. Algunos militábamos en partidos cercanos al suyo o en el mismo partido, o en ninguno, o en alguna de las corrientes, tendencias o escisiones de otros. Como ella, éramos hijos de trabajadores, vivíamos en barrios obreros de la periferia de Madrid: Carabanchel, Vallecas, Villaverde, Getafe, Alcorcón... soñábamos y luchábamos por otra sociedad, por otro mundo diferente, más justo, más humano, más solidario. Muchos creíamos en el socialismo con rostro humano para hacer frente a la barbarie. El asesino de Yolanda apenas pagó por su crimen, a los pocos años logró permisos carcelarios hasta que se fugó buscando cobijo en Paraguay, al amparo de uno de los mayores genocidas latinoamericanos, el dictador Stroessner. Ahora acaba de aparecer con otro nombre, con otra identidad, camuflado en su lugar natural, los servicios secretos de uno de los cuerpos de la seguridad del Estado. Otros asesinos nunca aparecieron, nunca supimos sus identidades.

Familiares y amigos de Yolanda nos piden apoyo para que su asesino deje de colaborar con esos cuerpos de seguridad y se depuren de una vez las responsabilidades políticas.

Todos éramos Yolanda