viernes. 29.03.2024
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No es un grupo cualquiera. En él se da cabida lo peor de lo peor, aquellos que no pasarían ni la primera semana de un aula de tres años sin provocar ataques de ansiedad y pánico en sus profesores. Son esos niños consentidos a los que “sus mayores” dejaron hacer sin inculcarles las más mínimas nociones de educación, respeto y tolerancia.

No hay ministro, portavoz, viceportavoz, vicesecretario o reviceportavoz del recretesecretario de cualquiera de los cargos orgánicos del PP que no haya, como mínimo, insultado nuestra inteligencia

Son los macarras del PP, esa clase indeseable de políticos que son avezados expertos en incapacidad para gestionar lo público porque se pasaron la vida chupando de la teta de lo prohibido, de lo ilegal, del límite de la ley, de la leche en sobres marrones y de la sobredosis de engorde artificial. Son esos que “amorrados a teta ajena” se ríen de aquellos a los que les niegan el pan y la sal.

Los “bandarras” del patio del colegio con poder, lo peor de lo peor. La sensibilidad en las posaderas, y las posaderas de vacaciones, que diría mi amiga Arantxa.

Hasta el “macarrerismo” tiene grupos. Por una parte están los que en “la puta vida” han cobrado en sobres, como la Vicepresidenta del Gobierno. O Cañete, otrora ministro de las vacas locas o el fraude del lino y hoy premiado por tales méritos como candidato del PP a las europeas. Son los dirigentes de los sobresueldos, esos conseguidos a base de donaciones más negras que el petróleo, las que han conseguido que el PP no haya hecho una campaña electoral con dinero limpio desde que el mundo es mundo, esas que han mantenido bocas cerradas y voluntades bien pagadas. Es la prostitución de la ética personal y política.

No hay ministro, portavoz, viceportavoz, vicesecretario o reviceportavoz del recretesecretario de cualquiera de los cargos orgánicos del PP que no haya, como mínimo, insultado nuestra inteligencia. Hacer un resumen de sus perlas, haría de este artículo una antología de tres tomos pero como las hemerotecas están ahí, ya ustedes de sirven dosificándolo de forma que su hígado lo pueda metabolizar.

En el top ten de los macarras, el Presidente de Cantabria, Nacho Diego, al que se le recordará por tres cosas, por ser el campeón del crecimiento del paro en Cantabria, por ser el que le pisaba los puros a Revilla y por este episodio tan suyo de arrancar los carteles del hospital público de Sierrallana en Torrelavega y arrojarlos en el servicio de señoras. Le falló el consciente y hasta el subconsciente, porque eso de entrar en el baño de señoras, aparte de poco fino para alguien de tanta clase como él, no deja de ser una metáfora muy soez de lo que lleva haciendo con los derechos de las mujeres desde que llegó al gobierno: echarlos al retrete.

Pocos días antes, cuando visitaba a unos trabajadores encerrados en la fábrica de Sniace, luchando por preservar la fábrica y sus puestos de trabajo, cuando era increpado, de forma muy educada por uno de los trabajadores, reconoció “que iba a reírse de ellos”, literal.

Lo del hospital de Sierrallana no es más que la gota que colma el vaso de un tipo que ha faltado a bomberos, profesores, médicos, diputados, concejales -entre las que me incluyo-, que ha llevado a Cantabria al abismo, con un paro que no deja de crecer ni aunque se empeñe en maquillas cifras, con una sanidad en proceso de privatización y con listas de espera que doblan a las que encontró.

Es el presidente que firma reducciones de prestaciones de Dependencia del 35% a pacientes con una discapacidad cercana al 100% para subirle el sueldo a asesores tuiteros que troleen un rato en sus ratos libres entre actividades lúdicas varias.

Alguien que debe su vida a la Sanidad Pública, que fue la responsable de curarle de su grave enfermedad, debiera haber puesto su empeño en preservar y mejorar sus condiciones. Pero vista su reacción suena a utopía.

Sólo las buenas personas son capaces de abordar los grandes retos con buenas acciones.

Las malas…pues eso, arrancan carteles con la soberbia y la arrogancia del Presidente de Cantabria.

El selecto club de los macarras del PP