sábado. 20.04.2024

Franco sólo fue uno de los más grandes genocidas de la historia de Europa “A mí especialmente me impresionó, y me sigue impresionando, un consejo que él me dio: Hay que perdonar. Sólo perdonando y queriendo se acerca uno a Dios. Y ése es, probablemente, el mayor secreto que se puede tener en la vida de un cristiano. Para mí, San José María es, en el siglo XX, el salto hacia delante más importante que se haya producido dentro de la Iglesia católica, la llamada universal a la santidad. La que hace que cada uno de nosotros, miserables como somos, podamos tener esperanza”. Así se expresaba el profesor franquista Luis Suárez Fernández al ser preguntado por su opinión sobre el también fascista, santo y fundador de esa maravillosa institución superlucrativa y medieval llamada Opus Dei. Luis Suárez Fernández está completamente autorizado para hablar de la edad media por tanto su opinión sobre Escrivá de Balaguer sólo puede tener valor si la analizamos desde el Medievo, retrotrayendo nuestro pensamiento a esa época oscura en que clérigos y soldados cortaban cabezas, arrasaban cosechas y quemaban a miles de inocentes en las plazas mayores de pueblos y ciudades en nombre de Dios. Sin embargo, en ningún caso está autorizado para llamar miserables al resto de la Humanidad, sí a llamarse a sí mismo eso y muchas cosas más, porque lo es, no puede ser otra cosa quien se atreve a decir en un diccionario biográfico sufragado por el Estado democrático español con 6,5 millones de euros que "Franco fue un general valeroso y católico que participó en un golpe de Estado contra un Gobierno caótico”, añadiendo después, en las cinco páginas que dedica al hombre que más españoles ha matado en la historia, que el asesino de Ferrol fue un buen gobernante y un hombre moderado, sin hacer mención alguna a los crímenes de lesa humanidad que cometió durante un mandato que debería causar repulsión en cualquier persona bien nacida.

Pero nada puede extrañarnos en este país dónde la historiografía franquista y totalitaria basada en la Causa General vende muchos más libros y es más divulgada por todos los medios que las investigaciones contundentes realizadas por cientos de historiadores serios y bien formados que ven como sus trabajos apenas tiene difusión, lo que sin duda expresa una anomalía cultural y una grave patología socio-política.  Luis Suárez, miembro numerario del Opus Dei, fue en la década de los sesenta excelentísimo Rector magnífico de la Universidad de Valladolid, posteriormente, en 1972 Director General de Universidades e Investigación, pasando después a ser catedrático de Historia medieval en la recién nacida Universidad Autónoma de Madrid, dónde fuimos muchos los desgraciados que tuvimos que soportar sus clases insoportables y sus soflamas antidemocráticas. Presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos, que es algo así como en Alemania pueda ser la Asociación de amigos de la GESTAPO, está vinculado a la Fundación Francisco Franco, fundación formada por falangistas y que posee la mayor parte del archivo personal de Francisco Franco Bahamonde, sin que ningún gobierno haya sido capaz de ilegalizarla y recuperar esa documentación para los investigadores de todo el mundo. Premiado por José María Aznar con el Premio Nacional de Historia en 2001, hoy se ha convertido a la Historia contemporánea para seguir haciendo historia medieval. Ningún mérito, absolutamente ninguno avala que este señor haya sido elegido por la Academia de la Historia para hacer la biografía del general fascista español, aunque puede haber una: Este “monumental diccionario” partió de un acuerdo de la ministra de Cultura Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, marquesa consorte de Murillo, y la Academia de la Historia.

Empero, no es sólo Luis Suárez quien disparata en esa enciclopedia multimillonaria y agujereada, también participa, entre otros, Carlos Seco, historiador que dice sentir el estasis ante la “majestad” cada vez que se acerca a los monarcas españoles, lo cual me parece muy bien porque cada cual se coloca con lo que le da más gusto. Y es Carlos Seco quien, ignorando los extraordinarios trabajos de Ángel Viñas, Enrique Moradiellos o Ricardo Miralles, se permite tildar de dictador a Don Juan Negrín López –Presidente del Gobierno que se enfrentó en solitario al nazi-fascismo internacional que arrasó España y luego Europa- lo que evidentemente deja ese diccionario en condiciones óptimas para ser arrojado al contenedor del papel reciclable. Lo extraño de todo esto es que Gonzalo Anes, discípulo de Carande, Valdeavellano, Vilar, Braudel y Labrousse, buen historiador y uno de los mejores especialistas en el Antiguo Régimen español, haya caído en este juego y justifique las entradas firmadas por estos señores arguyendo que en la Real Academia de la Historia no hay censura. Claro que no, no hay censura para las burradas que sueltan Luis Suárez o Carlos Seco, pero si la ha habido a la hora de seleccionar a los autores de las biografías que en lo referido a la dictadura franquista no pueden ser más inadecuados por ineptos y por filofranquistas: ¿Alguien encargaría en Francia, Alemania o Reino Unido la biografía de Petain, Himmler o Keitel al historiador David Irving? De momento, no, todavía no hemos llegado a eso, aquí, sí.

Permítanme pues, en mi calidad de humilde historiador de la “resistencia” –porque esto se parece cada vez más a la resistencia- esbozar una sucinta entrada sobre Francisco Franco: “Militar español nacido en Ferrol, se caracterizó en sus primeros años por su aversión a los estudios, obteniendo el número 251 de entre los 312 compañeros de su promoción. Empeñado en ir a Marruecos por la facilidad con que allí se obtenían los ascensos que le negó el estudio, Francisco Franco acudió a todas las instancias oficiales para lograr el destino africano. Una vez en él, se afanó por demostrar contra los nativos hasta qué punto puede un hombre convertirse en bestia, llegando a igualar en brutalidad a Millán Astray. De vuelta a la Península, toda su vida militar y política consistió en traicionar sus juramentos, provocando en 1936 junto a sus compañeros africanistas una guerra civil que supuso la destrucción del país cuando, pese a las muchas dificultades que por entonces pasaba Europa, tenía a una de las generaciones mejor formadas de su historia. Tras destruir al Estado democrático republicano, Francisco Franco se autonombró generalísimo y caudillo por la Gracia de Dios, encargándose con entusiasmo de fusilar a más de cien mil personas, de desaparecer a otras tantas, de exiliar a doscientas mil, de robar más de trescientos mil niños a sus padres naturales, de torturar e imponer un régimen de terror de tal intensidad que todavía hoy, pasados treinta y seis años de su muerte, sigue vivo entre una parte de la población española y perdura en el interior de las instituciones y partidos políticos. Murió mucho después de lo que merecía, pero de la manera cruel que sólo los genocidas merecen. Franco, sólo fue uno de los más grandes genocidas de la historia de Europa y su crueldad fue posible sólo gracias al apoyo que recibió de Gran Bretaña y Estados Unidos”.



Franco sólo fue un asesino contumaz, nada más