viernes. 29.03.2024
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Foto: Ministerio de Defensa.

Hace diez días empezó el corto plazo de las acciones que acabaron con la vida del soldado español 

La muerte del casco azul español, el cabo Francisco Javier Soria de 36 años,  provocada por varios proyectiles lanzados por Israel ha vuelto a situar en el mapa el sur del Líbano. ¿O deberíamos decir toda una región a la que no sorprende el fuego cruzado entre Israel y Hezbulá de los últimos días?

Hace diez días empezó el corto plazo de las acciones que acabaron con la vida del soldado español que servía en la Unifil, la misión encargada de hacer cumplir la resolución de la ONU para garantizar el alto el fuego de la guerra librada en 2006 entre Israel y Hezbulá. El 18 de enero, un ataque de aviones israelíes en la ciudad siria de Quneitra dejó seis muertos: cinco de ellos milicianos del partido islamista y el general Mohammad Ali Allahdadi, de la guardia revolucionaria iraní. Entonces, Israel, ni confirmó ni desmintió una acción que volvía a abrir en lo que en el país denominan “frente norte”. De manera extraoficial, hubo voces que señalaron la operación se dirigía contra Imad Mughniyeh,  hijo del comandante de la milicia armada libanesa del mismo nombre asesinado con un coche bomba en Damasco en 2008. Hassan Nasralá, secretario general del partido religioso chií, que tanto la UE como EE.UU. consideran grupo terrorista, señaló que buscarían “venganza y harían pagar un precio a Israel”. Y la escalada de declaraciones fue continuada por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en medio de la movilización de soldados y armas hacia el Golán.

Tras un intercambio de bombardeos y fuego de artillería a los dos lado de los Altos del Golán, zona en disputa entre Siria, Líbano e Israel desde que este ocupara parte de las alturas en 1967, la respuesta más contundente llegó el miércoles 27 de enero. Una brigada de Hezbulá lanzó un ataque a un convoy militar al otro de la frontera, exactamente en la zona de las granjas de la Shebaa, cuya devolución reclama Líbano. Murieron dos soldados y fueron heridos 7 más. El ejército israelí, que suele avisar de las acciones a las bases de la Final cuya localización conoce, respondió de inmediato con lanzamiento de varios proyectiles al otro de la frontera. La explosión de uno de ellos causó heridas mortales en el cabo español. El resto ya es conocido. El embajador israelí en España transmitió sus condolencias y la reacción del ministerio de asuntos exteriores español fue solicitar la apertura de una investigación urgente en la ONU.

La oleada de declaraciones posteriores a todo lo sucedido el miércoles ha sido tan variada como la compleja realidad de la región. En su, siempre en disputa arco político, el primer ministro Tamman Salam condenó la agresión israelí, el presidente Michel Sleiman avisó de que no se debía romper el marco de la resolución de Naciones Unidas y el candidato  del partido “Fuerzas Libanesas” cuestionó la legitimidad de Hizbulá para llevar a cabo una acción cuyas consecuencias puede pagar toda la población libanesa. Otros, como Jamal Ghosn, antiguo director de la publicación libanesa en inglés Al Akhbar, volvieron a destacar que no se trata de “una ruptura del alto el fuego ni una guerra sino de una ocupación” (1), en una posición que comparte buena parte de la población libanesa. Pese a las muchas críticas realizadas por una parte de la población libanesa por sus acciones dentro y fuera del país, las acciones contra Israel son respaldadas por buena parte de la población que espera una guerra contra Israel, cada “diez años” tras la última de 2006, y su presencia en un país cuyo zona sur ocupó hasta 2000 tras su intervención en la guerra civil libanesa de 1975 a 2000. Espera y teme, con una especie de expectante espera y debate, pues sus consecuencias han sido muy duras con miles de muertos.

Además, su aliado iraní también apoyó el ataque. La guardia revolucionaria del país de mayoría chií celebró el ataque y declaró que luchará al lado “del movimiento de resistencia islámica contra el estado sionista”. En Gaza, Hamas, Yihada Islámica, Frente Popular para la Liberación de Palestina y Fatah unieron sus fuerzas en acto conjunto en apoyo a Hizbulá.

Por su parte, en Israel Netanyahu declaró que su país estaba dispuesto a “actuar con fuerza ante el ataque a su frontera, como sucedió en Gaza este verano”, mientras que su ministro de exteriores, Avigdor Lieberman acusó a Irán de estar detrás de un acto “terrorista” y pidió actuar con “fuerza y de manera desproporcionada”. No son pocas las voces que han acusado a Israel de utilizar actos de fuerza, cuando no guerras o masacres, como herramienta electoral. Según Haizam Amira Fernández, analista del Real Instituto Elcano es algo que ha ocurrido cinco veces en los últimos siete comicios (1) con patrones similares: acusaciones mutuas, semanas de bombardeos, tregua, sufrimiento de la población bajo ocupación, desproporción de consecuencias entre Israel y sus enemigos. Según el analista principal del Real Instituto Elcano, se evidencia que “la seguridad no llega por la vía de la violencia, y que la resistencia a la ocupación militar no decae por grande que sea el daño recibido”. Es más dice, el recurso a la fuerza “provoca la aparición de grupos más radicalizados que aquellos con los que no se quiso negociar”.

Ahora, con las elecciones generales del próximo marzo, las encuestas situaban por delante al bloque de los laboristas frente al Likud. Si hay ataques, influirá en los comicios. Como escribió Uri Avnery (2), histórico dirigente del bloque por la paz israelí “Likud y Cía. navega bajo la bandera de la Seguridad. El público cree que Netanyahu y sus aliados son más de fiar cuando se trata de estar en una guerra, ya que cuidará de que nuestro ejército sea grande y poderoso. El público cree también que los laboristas y sus aliados son más eficientes cuando se trata de la economía, el precio de la vivienda y esas cosas”. Avnery recuerda los años de “paz fría” con el régimen de Assad padre e hijo para señalar que no hay motivos de enfrentamiento. Hay que tener en cuenta además que dentro de la alianza gubernamental el partido de Netanyahu no es el más radical, ya que tiene a su derecha a los halcones de Neftalí Bennet, escisión colona que aboga por más dureza con los palestinos, y “Nuestra casa Israel”, partido de los judíos rusos que aporta su canciller a las elecciones.

Por otra parte, hay que tener en cuenta la relación con el conflicto que sufre Siria desde hace tres años. Hezbulá tomó partido por el régimen de Al-Assad ya desde los primeros tiempos de sangriento aplastamiento de las demandas, primero de reformas democráticas y luego de revolución, de una parte de la sociedad siria. Posteriormente, la milicia ha sido el aliado más implicado, con soldados en el terreno, en las posteriores guerras contra diferentes brigadas y milicias opositoras. Además, ha convertido Líbano en una caja de resonancia de los enfrentamientos en el país vecino, con la llegada de un millón de refugiados a un país con 4 millones de habitantes y enfrentamientos en ciertas zonas del país fronterizas con Siria. La implicación del partido-milicia  ha abierto más grietas en las opiniones divididas en los diferentes sectores árabes de Oriente Medio sobre la actuación militar de una milicia que hasta hace poco había recogido las simpatías de buena parte de las opiniones públicas por su resistencia militar a Israel. Esa postura, le ha llevado a enviar a sus milicianos a combatir cerca de Damasco y el Golán, en Siria; el sur de Líbano y últimamente, en Qalamoun contra las fuerzas del Daesh, el mal llamado Estado Islámico. Una dispersión que podría identificarse como un momento de debilidad adecuado para recibir un ataque.

Los organismos internacionales lanzan llamadas a la calma mientras en la zona se analiza si se trata de un pulso violento más o si será el paso de otro enfrentamiento armado. Por desgracia, si no se trabaja en soluciones que ataquen las causas profundas de los problemas en la zona, no queda más espacio para continuos choques armados que no sólo sufre la población sino que ahondan en la fractura de más problemas. Después del enterramiento de las de esperanzas que abrieron las “primaveras árabes”, debido a los intereses de los dirigentes y estados de la zona, Unión Europea, EE.UU. y Rusia, los grandes conflictos anteriores no sólo no han desaparecido sino que se han agravado con la irrupción más poderosa de los yihadistas agrupados en el Estado Islámico.


(1) http://english.al-akhbar.com/content/not-war?utm_source=feedburner&utm_medium=twitter&utm_campaign=Feed%3A+AlAkhbarEnglish+%28Al+Akhbar+English%29

(2) http://www.blog.rielcano.org/elecciones-guerras-y-novedades-en-oriente-medio/

(3) http://msur.es/2015/01/25/avnery-gallardo-galant/2/

El sur del Líbano, ¿otra vez? Confrontaciones tras la muerte del casco azul español