martes. 23.04.2024
15M
Imagen del 15M en la Puerta del Sol. Mayo de 2011. Foto tomada por Prudencio Morales.

El 15-M ha declarado su intención de volver a las calles en vísperas de elecciones, evento que la derecha debe estar celebrando descorchando cava.

El anuncio proviene de “Acampada sol”, movimiento (o lo que sea) que bien debería cambiar su nombre, pues ya han dejado claro que acampar, lo que se dice acampar, no. Su eslogan va a ser ”Ni fronteras, ni deuda ni miedo”. Aunque miedo parece que sí, que bastante.

Y cabe preguntarse: ¿qué puede esperarse de un movimiento que se acojona (porque esta es la palabra) ante las multas de Cifuentes y la brutalidad de sus boys? El miedo es libre, no cabe duda, pero como clamaban los heroicos milicianos de la República ante los ejércitos italianos: “Menos lamentaciones y más cojones”.

En este sentido, convendría recordar que otro movimiento, el obrero, se enfrentó a soldados armados, policías torturadores, bayonetas, cárceles, persecuciones y exilio. Todos los derechos que hoy disfrutamos provienen de hombres y mujeres heroicos que plantaron cara a los sables afilados y los mosquetones aceitados de la Guardia Civil hasta el punto de derramar su sangre y su último aliento en beneficio de personas como Vd para que, hoy, pueda, entre otras cosas, leer cómodamente estas lineas en su ordenador.

Por su parte, el 15-M repetirá los mantras del “genocidio financiero”, “timocracia”, “no nos representan” y una prolongada retahila de desahogos. Con manos alzadas, supongo. Muchas, muchas, muchas manos alzadas. No faltarán rimas ingeniosas. Por no hablar del “PSOE, PP, la misma mierda es” que inflama de regocijo al PP. La romería quincemayista concluirá el mismo día de las elecciones con multitud de “asambleas populares de barrio”.

Y todo lo anterior me parece muy bien. Pero el problema es que, mientras, el PP peleará como un Pitbull rabioso arrancando votos. Y quien piense lo contrario que se posicione en las puertas de un colegio electoral y contemple a los paralíticos llevados en angarillas ante las urnas por encopetadas señoronas. Las mismas que, a la apertura del colegio, conducen a enjambres de monjas, papeleta en mano, hacia la mesa electoral.

El resultado puede ser una nueva victoria del PP cuyos miembros desencajarán sus mandíbulas a risotadas. A su vez, miles de quincemayistas habrán jugado a demiurgos para arreglar un mundo donde lo ideal no existe y, la mayoría de las veces, todo se reduce a escoger entre lo malo y lo peor.

Tal vez algún día lo comprendan. Y convendría que fuera pronto.

El 15-M 'ataca' de nuevo... menos lamentaciones y más cojones