viernes. 29.03.2024
ENTREVISTA A JAIME VELASCO KINDELáN

“Ana Patricia Botín era la clara aspirante al puesto, por llamarse Botín y a pesar de llamarse Botín”

Autor del libro sobre Emilio Botín 'Historia de una ambición', el periodista Kindelán hace balance de la trayectoria del banquero fallecido este miércoles a los 79 años de edad. 

emilio-botin

El fallecimiento de Emilio Botín pone en marcha un mecanismo de sucesión en lo que evidentemente es una monarquía...

El patriarca Emilio Botín Sanz de Sautuola, presidente del Santander hasta 1986, solía decir que la banca era una institución muy democrática porque en ella primaba el mérito por encima del apellido. ¡Y él representaba a la saga de banqueros más larga de la Historia de España! Es evidente que en los tiempos actuales, cuando los fondos de inversión y de pensiones internacionales controlan más del 60% del capital del banco, no se puede hablar ya de banco familiar. Es más, esos inversores institucionales son totalmente  reacios  a  todo  lo  que  huela  a  nepotismo  o  herencias  de familia, y lo han demostrado con un voto testimonial en contra en la reelección de los Botín como consejeros. La menos castigada era precisamente  Ana  Patricia  Botín,  por  su  perfil  bien  definido  como ejecutiva internacional, y era la clara aspirante al puesto, por llamarse Botín y a pesar de llamarse Botín.

Este libro, ¿está hecho desde el interés o desde la admiración?

Emilio Botín ha fallecido en un momento en el que comenzaba a hablarse tímidamente de su sucesión, porque el Banco Santander es una de las marcas españolas de más éxito en todo el mundo  y su futuro es una cuestión de máximo interés nacional. Pero también es un momento oportuno  para reflexionar respecto  a  la  trayectoria  del banco y  de su recién fallecido presidente, porque el Santander no estaba en absoluto predestinado a ser lo que es hoy. Es una historia de proyección hacia una dimensión global que difícilmente se repetirá en el futuro, y desde hace años me ha interesado como un buen ejemplo del salto que ha dado la sociedad  española  en  las  tres  últimas  décadas.  Y,  por  supuesto,  está escrita desde la admiración hacia un personaje, Emilio Botín, a quien he tenido la ocasión de conocer y que ha demostrado un gran dominio de la estrategia: saber anticipar el futuro del sector y las necesidades del mercado, impulsar las iniciativas adecuadas, y rodearse de un equipo muy competente para llevarlas a cabo.

Botín supo impulsar la modernización del banco

'Emilio Botín y el Banco Santander' es el relato de (casi) tres décadas prodigiosas, las transcurridas desde que el 20 de noviembre de 1986 Emilio Botín III sustituyó a su padre. ¿Hay manera de resumirlas en las cinco líneas de una respuesta?

La historia del Santander, que nace como una pequeña entidad regional a mediados  del  siglo  XIX, es  indisoluble  de la Historia de España como nación. Además de indagar en esos orígenes, y en las claves del ascenso al poder en la entidad de la familia Botín, el libro se centra en cuatro momentos clave  de  la  presidencia de Emilio Botín  Ríos: la guerra, o guerras, de  las Supercuentas, la subasta y adquisición  de  Banesto, la fusión con el Central Hispano, y la compra de Abbey National en el Reino Unido. Si a todo eso le añadimos una ambiciosa estrategia de crecimiento en Latinoamérica, tendremos las claves de esa extraordinaria trayectoria que le ha llevado  de  ser  el último  de  los  siete  grandes  de  la  banca española, a ser el mayor de la Zona Euro y el décimo banco del mundo. Y creo que me he pasado cinco líneas.

¿En qué se parecían Botín y su Santander?

Desde el minuto uno de su presidencia, e incluso algunos meses antes, Botín supo impulsar la modernización del banco.

Para entenderlo hay que recordar lo que era la banca del franquismo, unas entidades sin apenas tecnología, jerarquizadas hasta el servilismo, sin una idea de servicio al cliente, un oligopolio siempre sumiso al poder. Botín hereda un banco de ese tipo, y rápidamente es capaz de detectar los vientos que vienen de Europa y que pronto barrerán el sistema financiero español: competencia, marketing, innovación en productos, orientación al cliente. A partir de ahí, la trayectoria del Santander es inseparable del liderazgo que imprime Botín, que exige a los suyos ser siempre los primeros y los mejores en cada mercado y cada línea de trabajo. Sin un presidente de su perfil, la historia hubiera sido muy diferente, y el Santander bien podría haber acabado devorado por otros más grandes.

Tras el fallecimiento de don Emilio, que estaba a punto de cumplir 80 años, es inevitable hacer balance. ¿Sus tres mayores aciertos?

El primero, haber anticipado la oleada de competencia que imponía la entrada  en  Europa, lo  que  le llevó  a  dar el  primer golpe  y  dar a  sus adversarios un revolcón del que muchos nunca se recuperaron.

El segundo, prever que la llegada del euro impondría una concentración bancaria en la que no fue el primero en actuar, más bien el más resolutivo con dos operaciones que le dieron el liderazgo nacional.

Y el tercero, haber sabido rodearse de los mejores directivos del sector sin que  su  autoridad  como  fuente  última  de  autoridad  en el  banco fuera nunca discutida hasta su muerte.

¿Sus tres fallos más graves?

Quizás el momento más difícil lo tuvo en la lucha por el poder en el BSCH, que duró varios años. Se unieron dos culturas bancarias muy diferentes, y probablemente por las prisas y la necesidad de mantener el secreto se fue a la fusión sin tenerlo todo bien atado. Tuvo que reaccionar a fondo para mantener el control.

Tampoco se percibe la ventaja de mantener a Banesto como segunda marca más allá de los cuatro años a los que se había comprometido con el Banco de España. Banesto aportó al Santander una enorme red de sucursales, que tiraron del negocio los primeros años, pero que se en el escenario bancario del nuevo siglo se han convertido en un lastre. Al final, el Santander tuvo que absorberlo en 2012 con un alto coste de cierre de sucursales y despidos, algo que se podría haber hecho de forma menos traumática algunos años antes.

El tercer fallo, relacionado con el primero,  fue no haber sabido o podido poner de su lado a un ejecutivo como Ángel Corcóstegui, que podía haber aportado  muchos  buenos momentos a  la  banca  española  y  global del nuevo siglo. Creo que el propio Botín lamentó enormemente no haberlo conseguido, aunque luego tuvo a Alfredo Sáenz, que hizo un gran papel como número dos del banco.

Botín se reservaba para las grandes cuestiones, y cada vez más le gustaba opinar sobre la actualidad

En las páginas aparecen,  como puestas en fila, todas las víctimas de Botín, todos los banqueros cuyos bancos se ha quedado y cuyas carreras ha truncado. Era implacable, ¿no?

Hay que pensar que la marca Santander, además de su dimensión global, integra tres nombres históricos de la banca española, además del suyo propio: el Español de Crédito, el Banco Central y el Hispanoamericano.

Tres nombres que lo eran todo en la historia de la banca, y que ahora no son más que un recuerdo. Todos han acabado en la trituradora del Santander, y eso tiene desde luego un coste personal. La batalla por el control del BSCH, con Botín por un lado, y José María Amusátegui y Ángel Corcóstegui por otro, demuestra la forma implacable en que nuestro primer banquero jugaba sus cartas cuando la lucha era a vida o muerte. Después, cuando se trata de poner un puente de plata, Botín cumplía a rajatabla  los  contratos, y  en  esos  casos  pagó  indemnizaciones  que causaron un gran escándalo de opinión pública. Y lo mismo ha hecho con los colaboradores de los que ha ido prescindiendo a lo largo de los años.

Parece evidente que Botín III seguía la norma de Botín II: su principal posicionamiento político era situarse del lado de quien estuviera en el poder. Sin embargo, cada vez con más frecuencia salía a opinar. ¿La libertad que da el propio poder... o la edad?

Botín se reservaba para las grandes cuestiones, y cada vez más le gustaba opinar sobre la actualidad: la política económica, la marca España, la cuestión catalana... Se podía estar o no de acuerdo con él, pero se notaba que opinaba en conciencia y con absoluta libertad, a pesar de  los  muchos intereses  que representaba. Yo creo que, después del presidente del Gobierno, el era el español mejor informado, por lo que sus opiniones tenían un peso específico grande y era escuchado siempre con atención.

Una curiosidad. ¿Cuándo y por qué reorganizó Botín sus apellidos?

Cuando llegó a la presidencia, era conocido como Emilio Botín Ríos. Años más tarde, los compuso como Emilio Botín-Sanz de Sautuola y García de los Ríos. Yo creo que era su forma legítima de reivindicar una historia familiar muy diversa y variada, que unía a varias ramas con peso en la Historia de Cantabria.

“Ana Patricia Botín era la clara aspirante al puesto, por llamarse Botín y a pesar de...