viernes. 26.04.2024
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Sobran los argumentos para decir NO al TTIP. Dependemos de nuestro medio ambiente, del aire limpio que respiramos, de la biodiversidad que nos alimenta y depura nuestra agua. No podemos alimentarnos de petróleo, de aguas contaminadas, ni de CO2

Los aspectos sobre energía y libre comercio que Europa negocia con Estados Unidos en el TTIP es uno de los mejores ejemplos para entender por qué hablamos de este tratado como un Caballo de Troya que amenaza la integridad ambiental y la salud ciudadana.

Europa es un continente densamente poblado con un consumo energético muy por encima de la capacidad de la Tierra. Se trata de un continente absolutamente dependiente de la energía fósil procedente de otros países. El transporte europeo depende de la importación de petróleo y la generación eléctrica depende del gas. Mientras la importación del primero está diversificada en varios países productores, el gas proviene principalmente de Rusia y en menor medida de Argelia. La tensión política actual entre la Unión Europea y Rusia a cuenta del conflicto en Ucrania compromete seriamente la seguridad energética del continente. Sin embargo, en lugar de optar por la independencia energética, impulsando la producción de las energías renovables y un uso racional del transporte y la electricidad, el tratado de libre comercio abrirá la puerta a los combustibles fósiles más dañinos para el medio ambiente y trasladará nuestra dependencia de los productores rusos a los norteamericanos.

Ayer hablábamos del gas no convencional o de esquisto que se obtiene mediante fracking, una técnica muy dañina para el medio ambiente. Pero no es la única: las arenas bituminosas, una mezcla de arena y otras sustancias como el alquitrán, se convierten, una vez procesadas, en una especie de petróleo sintético. Su compleja extracción, a cielo abierto, y el posterior procesamiento tienen unos impactos sumamente perjudiciales para el medioambiente y la salud. Además este petróleo, de la peor calidad, finalmente no resulta rentable, a menos que el precio del barril se incrementase significativamente.

Estados Unidos es uno de los países, junto con Canadá y Venezuela, con mayores yacimientos de arenas bituminosas y tiene en sus planes inmediatos la puesta en marcha de esta producción, que ocasiona una de las mayores huellas de dióxido de carbono de todos los combustibles fósiles, y su posterior exportación. Además, las empresas estadounidenses, que han realizado fuertes inversiones en el yacimiento de Alberta (Canadá), están haciendo una fuerte presión para abrir los mercados europeos a su producción.

Europa no dispone de capacidad para prohibir técnicas como el fracking dentro de su territorio, si no que esta decisión les corresponde a los países miembro, siempre y cuando cumplan con los objetivos europeos de renovables y reducción de gases de efecto invernadero. Sin embargo, sí existen oportunidades de regulación que en principio podrían evitar las peores consecuencias: Para empezar, a pesar de los tímidos objetivos europeos de energías renovables y lucha contra el cambio climático, no hay mucho margen para la compra de energía sucia norteamericana. En segundo lugar, si se mejorase la Directiva Europea de calidad de los combustibles, se podría entorpecer la entrada del petróleo de las arenas bituminosas por su mala calidad. Y finalmente, la legislación relacionada con la protección de la naturaleza, como las Directivas Hábitat, Aves, la Red Natura 2000 o la Evaluación de Impacto Ambiental, constituirían herramientas que podrían parar las intenciones de las empresas de perforar pozos de fracking en zonas de Europa de alto valor ambiental o de biodiversidad.

El TTIP destruiría cualquier defensa ambiental de la Unión Europea. Priorizar la inversión y el libre comercio por encima de las salvaguardas ambientales ya está en la mesa de las negociaciones según los documentos filtrados. De esta manera, Europa estará obligada a modificar a la baja su normativa ambiental, para permitir que los combustibles fósiles entren desde Norteamérica. Por otro lado, las grandes compañías podrían denunciar a los Estados si alegan que las legislaciones ambientales están entorpeciendo su actividad comercial.

Sobran los argumentos para decir NO al TTIP. Dependemos de nuestro medio ambiente, del aire limpio que respiramos, de la biodiversidad que nos alimenta y depura nuestra agua. No podemos alimentarnos de petróleo, de aguas contaminadas, ni de CO2. Tampoco del dinero que amasan las grandes empresas que en ambos continentes están presionando para que los gobiernos destruyan los medios de vida de los ciudadanos.


Amigos de la Tierra ha preparado 11 viñetas para explicar las consecuencias del tratado comercial que negocian Estados Unidos y la Unión Europea en completo secreto.

Con el TTIP nos viene un barco cargado de…